Si eres una persona que piensa en el futuro, seguramente alguna vez te has planteado contratar un seguro de vida. Básicamente, un seguro de vida es un producto que, tras el fallecimiento de la persona que lo contrata, se encarga de pagar una indemnización a los beneficiarios que el fallecido dispusiera en su momento.
Ese dinero, en muchas ocasiones, sirve a los deudos para costear los elevados gastos de los funerales del tomador del seguro, que pueden incluir traslados y servicios muy caros. En este artículo te informamos de qué es un seguro de vida, cómo funciona, qué cubre y qué tipos de seguros de vida puedes encontrar.
Seguros de vida: Qué vas a encontrar en este artículo
Cómo funciona un seguro de vida
Cobertura de un seguro de vida: por qué lo necesitas
Tipos de seguros de vida
Cómo funciona un seguro de vida
Todos tenemos algún motivo para contratar un seguro de vida, pero el más importante de todos es la tranquilidad. Tener la confianza de que, si algo nos pasa, nuestros asuntos quedarán resueltos gracias al dinero de la indemnización. Solo por eso, ya merece la pena contratar uno, pero hay muchos otros motivos para hacerlo.
Sea cual sea tu razón, lo importante es que tomes la decisión cuanto antes, porque un seguro de vida es más útil y más barato cuanto antes lo contrates. Si ya has tomado esa decisión, debes saber que el seguro de vida, o life insurance, en inglés, es un contrato entre una compañía aseguradora y un cliente particular que se suele denominar tomador del seguro o asegurado. El contrato establece que si el asegurado muere estando en vigor el seguro, la compañía hará efectiva una indemnización que será pagada a las personas o instituciones que el cliente haya indicado.
Cuando vayas a comprar un seguro es muy importante que te informes adecuadamente para no cometer errores que, en el futuro, puede perjudicarte.
Hay muchos elementos y variantes a tener en cuenta y, aunque no son productos muy complicados, es necesario que los estudies con detenimiento. Lo primero es que domines los conceptos básicos de un seguro de vida:
- La prima. Es la cantidad de dinero que el asegurado pagará a la compañía aseguradora cada mes para garantizar el pago del seguro una vez fallezca. Corresponderá al monto de la indemnización, pero va generando también cantidades extraordinarias que se pueden invertir en productos financieros que complementan el seguro. Las primas de un seguro se calculan en función del riesgo que asume la aseguradora al aceptar al cliente. Como ese riesgo es menor cuando el asegurado es joven, las primas deberían ser más baratas en esa etapa de la vida. Sin embargo, por lo general están niveladas y siempre se paga lo mismo.
- Los beneficiarios. Son las personas –o instituciones- que recibirán una indemnización cuando el tomador del segundo muera y se haga efectivo el seguro. En caso de ser más de una persona o entidad, el tomador deberá decidir en qué proporción se repartirá el dinero. Además, se pueden determinar que el dinero sea gestionado por un fondo fideicomiso cuyo administrador gestionará esas cantidades según disponga el asegurado.
Por su parte, el cliente podrá cambiar de beneficiarios durante el tiempo que esté pagando primas. También podrá decidir unos beneficiarios alternativos por si los principales mueren antes de llegar a cobrar el seguro. Incluso se pueden designar beneficiarios terciarios: una tercera línea de designación. [Aprende aprende cómo elegir a los beneficiarios de un seguro de vida].
- La indemnización. Es la cantidad que la compañía de seguros abonará una vez fallecido el asegurado. También se denomina beneficio por causa de muerte y suele estar libre de impuestos para el o los beneficiarios.
- Los plazos y la vigencia. El contrato del seguro establecerá el tiempo que estará en vigor (permanentemente o a término) y si durante ese tiempo habrá renovaciones y modificaciones en las primas. Es importante saber en qué plazos cambiarán las primas que se pagan.
Cuando vayas a suscribir un seguro de vida, lo primero que debes hacer es solicitar una cotización. Se trata de un presupuesto que la compañía aseguradora hace de acuerdo a los datos que le aportas a través de un formulario. Comparando cotizaciones podrás encontrar el seguro que más te interesa y los precios más adecuados a tu bolsillo. [Aprende Cómo cotizar un seguro de vida]
Una vez que tengas una cotización que te satisface, acudirás a la compañía y solicitarás el producto que te interesa. En ese momento se pone en marcha un periodo importante denominado calificación. En él, la aseguradora evaluará factores que determinarán si puedes contratarlo o no y cuánto pagarás en concepto de prima si te lo otorgan.
El más importante es tu edad: cuanto mayor seas, menor será tu esperanza de vida, con lo que más posibilidades tienes de fallecer. Si tu lapso de vida probable es bajo, la compañía entiende que es un riesgo asegurarte, porque puede que no llegues a pagar suficientes primas. En estos casos, puede optar por no concederte el seguro o pedirte primas más altas.
Otro factor importante es tu estado de salud. La compañía entenderá que asume muchos riesgos al asegurarte si tu salud está comprometida por alguna enfermedad.Para tomar una decisión, es posible que requiera informes médicos. Además, fumar, beber o llevar un estilo de vida que implique riesgos –como practicar un deporte extremo- también son factores que pueden determinar que la compañía prefiera no asegurarte o que encarezca tus primas.
Por último, tendrán en cuenta tu sexo, porque puede haber diferencias notables entre la esperanza de vida de hombres y mujeres, y también en sus estilos de vida.
Es importante que respondas honestamente a las preguntas que te haga la aseguradora, y que colabores con los posibles estudios médicos que requieran. Ten en cuenta que si mientes y posteriormente la aseguradora descubre tu mentira, podrías perder el seguro.
En este artículo puedes encontrar información muy completa sobre cómo calificar para un seguro de vida.
Cobertura de un seguro de vida: por qué lo necesitas
Debes tener en cuenta que un seguro de vida no es una inversión. A diferencia de otros productos, que pueden conllevar un riesgo financiero, con el seguro de vida prácticamente no hay riesgo: si se está al corriente de pago de las primas, la indemnización se cobra con seguridad.
Por tanto, la cobertura del seguro de vida está clara: cubre tu fallecimiento. Si mueres, tus beneficiarios reciben una indemnización. Entonces, lo más apropiado es preguntarse por qué necesitas un seguro de vida. Algunos de los motivos habituales por los que las personas contratan seguros de vida son estos:
- Mantener el nivel de vida. Asegúrate de que a tu fallecimiento tus familiares o seres queridos podrán seguir viviendo con un estándar de vida adecuado.
- Gastos de funerales. Los costes de los funerales son una gran carga económica. Con un seguro de vida aligeras esa carga a tus deudos. Recuerda que hay un seguro de vida específico para este supuesto: el seguro de gastos finales.
- Liquidar deudas. Si quieres asegurarte de que tus seres queridos no deben hacerse cargo de tus deudas tras tu muerte, lo mejor es contratar un seguro de vida.
- Educación universitaria. Muchas personas temen fallecer y no poder costear la educación universitaria de sus hijos. Un seguro de vida les tranquiliza al respecto.
- Proteger a un familiar con necesidades especiales. Para familias que tienen hijos con problemas y necesidades especiales, el horizonte de la muerte resulta especialmente dramático. Con un seguro de vida garantizan el cuidado de esa persona dependiente.
- Conseguir un préstamo o hipoteca. Muchas veces, al contratar un préstamo o una hipoteca, los bancos exigen la contratación de un seguro de vida que se haga cargo de pagar esos préstamos si los titulares fallecen.
Todos estos motivos comparten una motivación: asegurarte de que tu muerte no supone un problema añadido para nadie y de que todos tus asuntos quedan bien atados.
Tipos de seguros de vida
Ahora que ya tienes claro para qué puedes necesitar uno de estos productos, es el momento de saber cuál te conviene. Realmente, hay solo dos grandes tipos de seguros de vida: los seguros de vida a término y los seguros de vida permanentes. Después, puede haber combinaciones de ambos productos. Veamos sus características.
Seguros de vida permanentes
Los seguros de vida permanentes son los productos clásicos de este tipo de coberturas. Están pensados para una vigencia a largo plazo: el asegurado va pagando sus primas durante toda su vida. En general, estos seguros son más caros y tienen primas más altas, porque tienen que ofrecer cobertura durante toda la vida del cliente, que puede ser muy larga. La aseguradora asume riesgos cada vez mayores a medida que el asegurado envejece, con lo que el precio se incrementa. Sin embargo, las primas se mantienen niveladas: se paga siempre lo mismo.
Con esa nivelación de primas, lo que sucede es que en los primeros años se paga mucho más de lo que cuesta asegurar el riesgo que tiene el asegurado. Con ese exceso, se compensa lo que se pagará de más en la última etapa de la vida. Pero, además, se va generando un dinero que acaba por constituir un ahorro. Llegado un punto, cuando esos pagos de más alcanzan un determinado nivel, la ley dice que la compañía debe ponerlos a disposición del usuario en forma efectivo que se denomina valor en efectivo o ‘cash value’. Se trata realmente de un beneficio extra que no se puede agregar a la indemnización que reciban los beneficiarios.
Ese capital que el asegurado va depositando en forma de primas se acumula para la indemnización futura, pero él puede retirarlo parcialmente en un momento dado, bien para invertirlo, bien para pagar primas futuras y mantener la cobertura durante su vejez. Incluso lo puede usar como garantía para pedir un préstamo. Ten en cuenta que si retiras dinero por el importe total de la indemnización, la compañía podría considerar extinguida la póliza.
Los seguros de vida permanentes, a su vez, tienen cuatro modalidades diferentes:
- Seguros ordinarios de vida o tradicionales
- Seguros universales de vida
- Seguros de vida variables
- Seguro de vida universal-variable
Son los que se mantienen en vigor durante la vida completa del tomador, siempre que esté al corriente de pago o no rescate el valor del seguro. Estos seguros no hace faltar renovarlos: se fija el valor de la prima y se indemniza a los beneficiarios cuando fallece el asegurado. Como las personas jóvenes pagan primas más bajas porque su esperanza de vida es muy larga, te conviene este producto si todavía eres joven, porque el coste de las primas se mantendrá bajo todo el tiempo.
Algunas de estas pólizas pueden ser participativas. Es decir, pagan dividendos anuales, que se pueden hacer efectivos o agregar a la cantidad final de la indemnización. No todos los seguros de este tipo lo hacen y los dividendos no siempre están garantizados.
El elemento de ahorro que genera el seguro se acumula, pero no se añade a la indemnización. Sin embargo, el asegurado puede cobrar ese incremento si cambia o suspende la póliza. .
En esta modalidad, el asegurado puede elegir la cantidad de cobertura final, el coste de las primas mensuales y el dinero efectivo que acumulará durante el disfrute del seguro. Además, se podrán pedir cambios en las primas, flexibilizando su pago. Para ello, en estos productos el exceso de dinero que se genera en forma de valor acumulado se invierte en productos financieros que, en función de su comportamiento en el mercado, generarán unos beneficios. Con ellos, por ejemplo, podrías reducir las primas mensuales durante un tiempo en que no te convenga pagar demasiado.
En esta modalidad, hay más flexibilidad al elegir en qué productos se invierte el exceso de capital. Suelen ser productos financieros de renta variable y sus resultados pueden afectar a la indemnización final. Estos seguros suelen fijar un beneficio final mínimo y, a partir de ahí, cantidades variables en función del rendimiento de esas inversiones.
Esta combinación mezcla las características de los seguros de vida universales y variables. Permiten unir los rendimientos de los seguros que invierten en productos financieros de renta variable con la flexibilidad de poder ir ajustando los pagos de primas en función de las necesidades.
Seguros de vida a término o temporales
La otra gran tipología de seguros son los seguros a término, que son más sencillos y también más baratos. Se denominan así porque su vigencia está condicionada a un tiempo concreto: es decir, tienen fecha de término o plazo fijo y se denominan también temporales.
Se contratan por periodos que pueden ir de un año a treinta, y sirven para asegurarte de que si falleces durante ese tiempo, tus seres queridos reciben una indemnización. Muchas personas los utilizan, por ejemplo, para asegurar los estudios universitarios de sus hijos o para garantizar una cobertura extra durante la infancia de los hijos.
Estos seguros a término pueden ser de dos tipos: seguros de vida a término nivelados y seguros de vida a término decrecientes. La diferencia entre ellos está en la cantidad de la indemnización.
- Seguros de vida a términos nivelados
En estos casos, la cantidad de la indemnización no varía, sino que se mantiene fija durante toda la vigencia del seguro. Son el tipo más habitual de seguro a plazo fijo y se ofrecen a precios muy asequibles, porque los riesgos que asumen las aseguradoras son bajos.
- Seguros de vida a términos decrecientes
Con esta modalidad, también denominada declinante, a medida que pasan los años de vigencia del seguro, la indemnización potencial se va reduciendo y, con ella, las primas a pagar.
Estos seguros a término son útiles para cubrir periodos de inseguridad, como la infancia de tus hijos, por ejemplo. Pero debes tener en cuenta que, al estar concentrados en el tiempo, las primas serán altas. Y, además, si pasados los años de vigencia todavía necesitas el seguro, deberás calificar de nuevo para conseguirlo y, posiblemente, también te resulte costoso. A cambio, puedes contratar varios de estos seguros a término para que unos vayan relevando a otros a medida que sus vigencias expiran.
Seguro de vida temporal versus permanente. Descubre cuál te interesa más
Sea del tipo que sea, el seguro a término es una opción muy interesante por muchos motivos: el proceso de calificación es más fácil, las primas son más bajas y la cobertura es buena. Esto hace que muchas personas decidan tomar un seguro a plazo fijo y, más adelante, ejercer la cláusula de conversión de seguro a término a seguro permanente. Con esa cláusula, se puede transformar la póliza en un seguro permanente. Esta posibilidad es muy cómoda, porque permite tener un seguro permanente sin volver a pasar por la calificación inicial.
Con todo, tener un seguro de vida es muy recomendable. Da tranquilidad tanto al asegurado como a sus beneficiarios y, además, en algunos casos, puede ser un buen producto de ahorro. Si quieres contratar uno, solicita cuanto antes una cotización: recuerda que el tiempo corre en tu contra y que cuanto más tardes en comprarlo, más caro te resultará.
Más sobre los distintos tipos de seguros
Este artículo ha sido actualizado el 2 de julio de 2018.