Contratar un seguro de vida es una decisión acertada y prudente. Te permitirá contar con un respaldo que, en caso de que fallezcas, ayudará a tus familiares o seres queridos a seguir adelante sin que tu ausencia se convierta, además, en una carga económica insoportable.
Los seguros de vida son uno de los productos más clásicos de las empresas aseguradoras. Involucran pocos conceptos: asegurado, primas, vigencia de la póliza, beneficiarios e indemnizaciones. Además, en muchos casos cuentan con un factor de ahorro de una parte del capital aportado en forma de primas, un dinero que las compañías invierten para generar beneficios extra.
De la combinación de estos elementos básicos surgen los diferentes tipos de seguros de vida que hay en el mercado actualmente. En líneas generales, tienes dos grandes modalidades de seguros: los seguros de vida permanentes y los seguros de vida a término. En este artículo podrás conocer los detalles de estos seguros denominados a término o temporales, que son una solución muy interesante si necesitas una cobertura durante un tiempo concreto y a muy buen precio.
Seguros de vida a término: Qué vas a encontrar en este artículo
Qué es un seguro de vida a término
A diferencia de un seguro de vida permanente, cuya vigencia suele coincidir con todo tu tiempo de vida como asegurado, el seguro de vida a término o temporal te permite contratar una póliza cuya vigencia solo dura un tiempo determinado.
Aquí puedes encontrar más información sobre el seguro de vida temporal versus permanente.
De esa forma, este producto tiene un término o un plazo fijo de caducidad. Fijado el plazo de vigencia, si el asegurado muere durante ese tiempo y las primas mensuales están al corriente de pago, los beneficiarios reciben su indemnización.
Si se llega a la fecha de expiración y el asegurado sigue vivo no se produce la entrega de la indemnización. Simplemente el seguro deja de tener validez y la relación entre el asegurado y la compañía se disuelve, salvo que se renueve de común acuerdo.
Pese a esos matices, son productos bastante sencillos y simplemente dependen de dos conceptos fundamentales: la duración o vigencia de la póliza, y la cantidad económica a cobrar por los beneficiarios en forma de indemnización o beneficio por causa de muerte.
Por tanto, son productos relativamente fáciles de gestionar y de comprender, y además, son muy beneficiosos en términos económicos, porque son más baratos que los seguros permanentes. Esto se debe a que las primas que pagas están calculadas para cubrir los riesgos durante un tiempo breve, con lo que son menores que si se asegura un periodo largo.
Así, un seguro de vida a término es muy interesante si quieres pagar primas más bajas a cambio de una buena indemnización y, sobre todo, si lo que necesitas es cubrir un periodo de tiempo muy concreto. Además, tendrás menos gastos al cancelar o terminar el seguro. A cambio, no podrás contar con acumular valor en efectivo. En los seguros permanentes, el valor en efectivo es el dinero que se genera con el exceso que pagas en tus primas para cubrir los riesgos del largo plazo. Ese dinero se invierte para reducir tus pagos futuros, pero llega un momento en que excede lo que se necesita para cubrir los costes y legalmente debe ser puesto a tu servicio e incluso se puede utilizar para tomar prestado. En el caso de los seguros a término, no se genera este valor en efectivo.
Cómo funciona un seguro de vida a término
Si estás pensando en contratar una póliza, es importante que conozcas bien el funcionamiento de los seguros de vida a término antes de que inicies el proceso de cotización. No son demasiado complejos, pero como todo producto de este tipo, requieren que prestes un poco de atención a los detalles.
Como ya hemos visto, están pensados para tener una vigencia limitada. Esa vigencia puede ser marcada en un número de años concretos o, por ejemplo, hasta el momento en que cumplas una determinada edad.
Están pensados así porque se espera que te ayuden a tener la seguridad de que, si falleces durante un periodo de tiempo determinado, tu familia o tus asuntos no quedan desamparados, sino que la indemnización sirve para ayudarles a superar ese tiempo sin tu presencia. Por ejemplo, sirven para cubrir el tiempo de estudios universitarios de tus hijos: con un seguro de este tipo, si mueres mientras son estudiantes no se quedarán sin dinero para las matrículas de los años que les queden por delante.
Teniendo esto en cuenta, el funcionamiento de un seguro de vida a plazo fijo es sencillo y tiene unos elementos concretos que debes conocer:
- Plazo. El plazo o término es lo que determina la característica básica del seguro. El asegurado elige cuántos años quiere que dure la cobertura que contrata. Lo mínimo es un año, que se puede ir renovando. Después, hay seguros con 5, 10, 15, 20 ó 30 años de vigencia. Y, por último, hay seguros que duran hasta que el asegurado cumple una edad concreta. Por ejemplo, hasta los 65 años.
- Calificación. El proceso de calificación es más sencillo, porque generalmente se requieren pruebas o informes médicos menos exhaustivos. Te pedirán datos como sexo, edad, altura y peso. Te preguntarán si fumas, cuál es tu estilo de vida y cuál es tu nivel de cobertura económica. En algunos casos, te pedirán también pruebas médicas sencillas, como presión arterial, análisis de sangre u orina.
- Primas. Son las cantidades que pagarás cada mes. Como hemos dicho antes, suelen ser más bajas que en los seguros permanentes. Esto se debe a que los riesgos que tiene que asumir la aseguradora son menores, con lo que puede ajustar mucho los precios. Estas primas también suelen ser menos flexibles y en la mayor parte de los casos se mantienen niveladas: se paga siempre lo mismo. Sin embargo, también hay casos en que las primas varían en función del tiempo de vigencia que le quede al seguro.
- Beneficiarios. Como en la mayoría de los seguros de vida, el asegurado decide a quién se entregará la indemnización en caso de que fallezca con el seguro en vigor. La elección de los beneficiarios de un seguro de vida es muy importante. Se pueden designar beneficiarios principales y, además, beneficiarios secundarios e incluso terciarios. Serían las personas o instituciones que tendrían derecho al beneficio por causa de muerte y el orden en que accederían a ese cobro. Además, también se puede designar como beneficiario a un fondo fideicomiso que administre el dinero de acuerdo a los deseos del asegurado.
- Cobertura o indemnización. La cantidad es fija y no se puede cambiar. Si durante el tiempo de vigencia del seguro descubres que esa cantidad no sería suficiente para hacer frente a los gastos previstos en caso de que fallezcas, no podrás ampliarla y tendrás que contratar un seguro de vida a término adicional para completar esa necesidad. En todo caso, la indemnización, también denominada beneficio en caso de muerte, es un dinero que los beneficiarios reciben libre de impuestos.
- Renovación. Este factor es importante y debes tenerlo en cuenta si quieres un nuevo seguro cuando termine el que tienes. Si tu póliza expira y no es renovable, deberás pasar por el proceso de calificación para acceder a un nuevo seguro de vida a término. En el tiempo pasado desde tu primera contratación, tus condiciones de salud pueden haber empeorado y, en todo caso, tendrás más años, con lo que la compañía asumirá más riesgos y puede negarte el nuevo seguro o imponerte primas más elevadas. Por eso es importante que pienses en seguros de vida a término con pólizas renovables.Con esta variante, evitarás los problemas de calificación por estado de salud: no tendrás que hacerte nuevos exámenes ni contestar nuevas preguntas sobre tu estado de salud, tu estado financiero o tu situación económica. Sin embargo, ten en cuenta que igualmente habrás envejecido, con lo que las primas se adaptarán a tu edad y posiblemente se encarecerán.
- Conversión. Otra forma de evitar el problema de tener que calificar de nuevo sería la conversión del seguro de vida a término en un seguro permanente antes de que acabe su vigencia. Un seguro permanente no tiene fecha de caducidad: está en vigor hasta que se produce el fallecimiento del asegurado. Además, la conversión se puede hacer al caducar el seguro o, en muchos casos, en cualquier momento de la vida del seguro.
Al hacer la conversión a seguro permanente, es muy probable que las primas sean revisadas al alza para ajustarlas a tu edad, pero también te ahorrarás exámenes médicos y pesado y largo el proceso de calificación inicial. Esta opción, en general, solo se permite si el asegurado tiene menos de 65 años.
Además de evitar la parte complicada del proceso de calificación, el paso a seguro permanente ofrece muchas más ventajas. Por un lado, la indemnización ya está garantizada. Por otro, el seguro dispondrá de mecanismos de ahorro para generar un dinero extra que podrá ser empleado para redimir primas futuras o incluso para tomar préstamos. El valor en efectivo de estas pólizas generan ganancias con tributación diferida hasta la retirada de fondos con lo que se logran notables ventajas fiscales.
Asimismo, si se reciben dividendos o se abandona la póliza, se está exento de pagar impuestos a menos que el monto recibido sea mayor que el total pagado en primas.
Por último, la conversión puede ser solo parcial: se puede pasar una parte del seguro a término a permanente y dejar el resto como estaba. De esa forma, sale más económico.
Tipos de seguros de vida a término
Si ya sabes cómo funcionan, es el momento de elegir un qué tipo de seguro de vida a término o plazo fijo te interesa más. Los seguros a término se diferencian sobre todo por tener el formato de las primas a pagar y por los beneficios por causa de muerte, pero también hay modalidades en función del uso o de las circunstancias del asegurado. Estos son los principales tipos de seguros a término:
- Seguro de vida a término de prima nivelada Es el más común y el que elige la mayoría de los clientes de estos tipos de seguros. Las pólizas de prima nivelada establecen que durante los años de vigencia del seguro se paga siempre lo mismo por las primas mensuales. Estas primas son siempre más baratas que las establecidas para los seguros permanentes.
- Seguro de vida a término decreciente Los seguros de vida a plazo fijo decreciente, o declinante, son aquellos en los que, a medida que se acerca la fecha de vencimiento, la indemnización a pagar en caso de fallecimiento será menor, y también lo serán las primas mensuales. Está pensado para que, si piensas en el seguro a término como una forma de cubrir, por ejemplo, la universidad de tu hijo, en el último año ya pagues mucho menos de seguro, porque también queda mucho menos de universidad que pagar y, si mueres, ya no será tan difícil para tu hijo terminar los estudios. Por tanto, tu riesgo desciende y pagas menos, con lo que la indemnización también se reduce.
Además, estas dos principales modalidades tienen alternativas que pueden resultarte útiles en determinadas circunstancias. Son estas:
- Seguro de vida a término creciente Justo al revés que el anterior: la indemnización es mayor a medida que pasan los años. En este caso, las primas irán aumentando a medida que aumenta el beneficio por causa de muerte. Esta variante es interesante para las personas que tienen dificultades para pagar el seguro. Si empiezan pagando menos, es posible que puedan afrontar mejor el pago durante los primeros años. Más tarde, a medida que su situación económica vaya mejorando, los precios irán aumentando y también el beneficio por causa de muerte.
- Seguro de vida a término renovable cada año En este caso, la póliza se renueva cada año, a medida que se producen los vencimientos. El asegurado es más libre para cambiar de seguro, pero las renovaciones le costarán encarecimientos de las primas mensuales. Estas subidas de precio se deben a que el asegurado es cada año un poco más viejo, con lo que la aseguradora recalcula sus riesgos, que aumentan con la edad, y sube los precios.
- Seguro de vida a término de emisión garantizada o simplificada Las pólizas de emisión garantizada o emisión simplificada se utilizan en casos en que los asegurados tienen enfermedades o condiciones de salud que incrementan su riesgo de muerte de forma notable. Las compañías de seguros no suelen pedir informes médicos para este tipo de seguros a término y solo requieren información al asegurado, por eso la emisión del seguro se considera garantizada. Como es lógico, el riesgo que asume la compañía es muy alto, así que las primas son elevadas. Incluso algunos de estos seguros tienen lo que se denomina beneficio gradual: pagan indemnizaciones más bajas en los primeros años de cobertura.
- Seguro de vida a término para gasto final Esta modalidad está pensada para las personas que solo quieran contratar un seguro que se haga cargo de los gastos derivados de sus funerales. Las compañías de seguros no pueden rechazarte, pero tampoco te ofrecerán beneficios a causa de muerte muy elevados y las primas también pueden resultar elevadas.
Más información sobre los seguros de gastos finales.
- Seguros de vida a término con devolución de primas Una variante de los seguros de vida a término es la que incluye la devolución de las primas si, al vencimiento del seguro, el asegurado sigue vivo. En esta modalidad, las primas llevarán un recargo importante para garantizar esa devolución al final de la cobertura.
- Seguros de vida hipotecarios. Aunque no es estrictamente un seguro de vida a término, el seguro de vida hipotecario comparte algunas de sus características. Se trata del seguro que generalmente obligan a contratar los bancos a las personas que suscriben una hipoteca. Es una póliza que tiene la misma duración que la hipoteca –de ahí la relación con los seguros a término-. En caso de que la persona hipotecada muera antes de devolver su crédito, la compañía se hace cargo de la devolución del dinero al banco.
Más información sobre los seguros de vida hipotecarios.
Qué puedes cubrir con un seguro a término: para qué lo necesitas
Si estás pensando en elegir un seguro de vida a término, debes tener muy claro para qué lo necesitas: hay muchas razones para contratar un seguro de vida. Ten en cuenta tus circunstancias personales, las de tu familia y tu entorno. Compara bien las posibilidades y elige con toda la información en la mano.
La mayoría de las personas que se decantan por un seguro de vida a término lo hacen para cubrir algunos de estos riesgos potenciales:
- Cubrir los estudios de tus hijos. Un seguro de vida durante el tiempo que permanezcan estudiando te asegura que, si faltas, seguirán haciéndolo sin que las matrículas y los gastos escolares sean un impedimento.
- Cubrir la infancia. El periodo de la infancia es muy delicado y a todos los padres les aterra la posibilidad de dejar solos a sus hijos. Un seguro a término te permite cubrir sus necesidades en esta eventualidad.
- Cubrir una hipoteca o préstamo. Si te preocupa que tu fallecimiento deje a tu cónyuge en una situación complicada para devolver un préstamo o una hipoteca, puedes cubrirte con seguro de este tipo. Sin embargo, para esta situación es posible que puedas contratar un seguro hipotecario que cubra ese riesgo. Si lo combinas con otro seguro a término, tu cobertura será mucho más compleja.
- Afrontar deudas. Si tienes deudas y no quieres que a tu fallecimiento alguien tenga que hacerse cargo de ellas, puedes contratar un seguro que evite esa situación. Esta situación puede ser provisional, con lo que el seguro a término te ayuda a estar cubierto mientras terminas de pagar las deudas.
- Mantener el nivel de vida. Simplemente te preocupa que tu muerte deje desprotegida a tu familia por falta de ingresos. En ese caso, el seguro a término funciona como un reemplazo de ingresos.
- Funeral. Si no quieres que tu funeral y sus gastos derivados sean una carga económica para nadie, un seguro a término para gastos finales te permite cubrir este problema. Como hemos visto antes, hay seguros específicos para gastos finales. De nuevo, una buena solución puede ser combinar los dos seguros, uno de gastos finales y otro a término
Por supuestos, hay muchos más casos que pueden ser cubiertos con un seguro a término. Sin embargo, no debes descartar tampoco la opción de combinar seguros. Por ejemplo, es posible que, a corto plazo, te funcione mejor un seguro a término. Pero debes pensar también en el largo plazo, con lo que podrías contratar también un seguro permanente que no te suponga un coste excesivo. Cuando tu seguro a término finalice, siempre tendrás la cobertura permanente. La opción de convertir un seguro de plazo fijo en uno permanente también es válida, pero recuerda que, cuanto más tarde en hacerlo, mayor serás y más caras serán las primas. Ese problema lo evitas contratando tu seguro permanente mucho antes.
En resumen, los seguros de vida a término o a plazo fijo son herramientas muy ventajosas para el asegurado, porque le permiten protegerse contra eventualidades inesperadas en los momentos justos en que lo necesita.
Cuando solicites una cotización para un seguro de vida, compara bien el seguro de vida permanente y el seguro de vida a término. Encontrarás precios muy ventajosos y te ahorrarás buena parte de la complicada calificación.
Este artículo fue actualizado el 9 de julio de 2018.