El seguro de vida a término es una de las opciones más utilizadas por las personas que necesitan un seguro de vida. Es un producto diseñado para estar en vigor un tiempo y, después, caducar. Sin embargo, muchos asegurados quieren continuar con la protección una vez que el seguro expira. Eso, generalmente, les obliga a contratar un nuevo seguro a término o pasarse a un seguro permanente. En ambos casos, supone calificar otra vez ante la compañía aseguradora, lo que puede ser un hándicap importante. La mejor forma de evitar ese trance es elegir un seguro de vida a término que se pueda convertir en un seguro permanente. En este artículo te explicamos cómo son los seguros de vida convertibles y qué ventajas te ofrecen.
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Qué es un seguro de vida a término convertible
Los seguros de vida son productos relativamente sencillos: básicamente constan de un contrato que un asegurado suscribe y mantiene en vigor pagando unas cuotas o primas. A cambio, una compañía aseguradora está obligada a pagar una indemnización cuando el asegurado fallezca. La indemnización, o beneficio por causa de muerte, suele constar de una cantidad de dinero que reciben las personas o instituciones que el asegurado.
Sobre esa base común, hay dos grandes ramas de seguros de vida: los seguros de vida permanentes, pensados para estar en vigor durante muchos años y acompañar al asegurado durante toda su vida; y los seguro de vida a término o de plazo fijo. Estos últimos, son un tipo de seguro muy interesante, porque el asegurado puede decidir para cuánto tiempo lo contrata.
Con un seguro de vida a término, el cliente contrata una póliza que está en vigor unos años concretos: cinco, diez, veinte o treinta años, por ejemplo. Durante ese tiempo, si el asegurado fallece, sus beneficiarios cobran una indemnización. Y cumplidos esos años, el seguro caduca y deja de estar en vigor.
Es un instrumento sencillo que te permite contar con una cobertura especial durante periodos muy concretos en los que tú o tu familia sois especialmente vulnerables. Por ejemplo, durante la infancia de tus hijos, o durante su etapa de estudiantes universitarios. Si necesitas asegurarte de que no, en el caso de que tú faltes, no van a tener ningún problema económico, un seguro a término es una buena opción. Lo contratas, pagas durante unos años y, al acabar el plazo, la relación se disuelve.
La gran ventaja de estos seguros a plazo fijo es que resultan más baratos que los seguros permanentes. Por un lado, al tener una duración concreta, el riesgo de que fallezcas durante esos años es estadísticamente bajo, sobre todo si eres joven. Además, con la duración acotada, las aseguradoras no tienen que cubrir el riesgo futuro, lo que abarata también el coste total. Por eso, con un riesgo bajo, las empresas de seguro pueden reducir las primas y ofrecerte un seguro más económico.
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A cambio, los seguros a término tienen un inconveniente: si, pasado el tiempo de duración, sigues necesitando el seguro, te verás obligado a contratar otro seguro a término. Esto es un problema, porque eres muchos años más viejo que la primera vez que contraste, así que tu riesgo habrá crecido. Eso se traduce en dos posibles escenarios: en el primero, deberás volver a calificar para contratar un seguro. Eso supone nuevos exámenes médicos, con la incertidumbre de si la compañía te concederá o no otro seguro.
El segundo escenario pasa por una renovación. Si tu seguro de vida a término tenía una cláusula de renovación, podrás ejecutarla y tu seguro se renovará. Te ahorrarás el proceso de calificación, pero eso no quiere decir que sigas pagando lo mismo. La compañía renovará tu seguro, pero actualizará las condiciones y tendrá en cuenta la edad que ya tienes, tu estilo de vida y otros elementos. Es decir: tu seguro se encarecerá y pagarás primas más elevadas.
Para evitar estos dos escenarios complicados, la mejor opción es contratar un seguro de vida a término que incluya la opción de convertirse en un seguro de vida permanente.
Con un seguro convertible, cuando se cumple el plazo del seguro a término, automáticamente se produce el cambio a permanente. Además, generalmente no tienes que esperar a que el seguro caduque: puedes pedir la conversión cuando quieras.
Desde ese momento, tu seguro ya no tiene fecha de caducidad: te acompañará toda la vida, mientras pagues tus primas. Además, no tendrás que pasar por el proceso de calificación y no tendrás que demostrar que eres elegible. Simplemente, cuando se produce la conversión, la compañía te fija nuevas primas de acuerdo a la edad que tenías al contratar el seguro a término, y también a tu cobertura y la futura indemnización, se ajustan a la nueva situación.
A partir de ahí, tu seguro empieza a funcionar como uno de vida permanente. Estos seguros son algo más complejos. Están compuestos por la indemnización o beneficio por causa de muerte, y por lo que se denomina valor en efectivo. Este valor se genera porque durante los primeros años de vida del seguro, las primas son más altas de lo que deberían ser de acuerdo al riesgo asumido. Esto se debe a que la compañía las mantiene niveladas, con lo que el sobrecoste de las que se pagan al principio sirve para compensar lo que deberían costar las del final, cuando el riesgo de muerte es muy alto. Ese dinero de más se va acumulando y en un momento concreto es obligatorio que el asegurado lo reciba en forma de valor en efectivo. Además, algunos seguros de vida permanentes, como el variable o el universal variable, constan de instrumentos de inversión que utilizan las primas que pagas como asegurado para invertir en mercados de renta variable y mejorar así la rentabilidad del seguro (siempre que las inversiones den buen resultado).
En total, hay cuatro tipos de seguros permanentes: de vida completa, universal, variable y universal variable. Cuando te dispongas a convertir su seguro de plazo fijo en uno permanente puede elegir cualquiera de estas variantes. Unas son más sencillas y te exigen menos atención (vida completa). Otras, son más arriesgadas (variable) o te requerirán más implicación y toma de decisiones (universal y universal variable). Pero todas ellas te permitirán contar con una cobertura constante mientras sigas pagando las primas.
Claves del seguro de vida convertible
Los seguros de vida a término convertibles en permanentes responden a una lógica de funcionamiento bastante sencilla. Sin embargo, debes conocer algunos puntos clave para elegir las mejores opciones. Son estos:
- La edad. Recuerda que cuando vayas a convertir el seguro de plazo fijo en uno permanente, no tienes por qué negociar las nuevas primas de acuerdo a tu edad actual. Si lo pides, la compañía tiene que respetar la edad que tenías cuando contrataste el seguro original. De esta forma, lograrás mejores primas mensuales. Sin embargo, esto puede que te cueste un pago extra que deberás abonar al convertir el seguro. Si no lo haces así, cada año que tardes en convertir tu póliza, las primas se pueden encarecer hasta en un 15 por ciento anual.
- Tipo de conversión. Aunque la mayoría de compañías permiten convertir un seguro a término en cualquier tipo de seguro permanente (vida total, universal, variable…), algunas limitan el cambio a determinadas modalidades. Infórmate bien de esta característica.
- Primas. Aunque las primas que resulten de la conversión serán más altas que las de tu seguro a término, saldrás ganando: si negociaras la contratación de una póliza nueva, desde cero, te resultarían más caras. De todas formas, debes saber que los seguros a términos convertibles siempre tienen primas algo más caras que los que no convertibles. Se paga un poco más por esa posibilidad de cambio sencillo.
- Fecha límite. Algunas pólizas de seguros a término tienen una fecha límite a partir de la cual ya no permiten la conversión. Infórmate bien y evita perder esa oportunidad. En otras, en cambio, no existe esta limitación y se puede hacer la conversión en cualquier momento, incluyendo cuando expire el seguro de plazo fijo.
- Conversión parcial. En algunos casos, la conversión del seguro puede ser solo parcial. Si las primas del seguro permanente te resultan demasiado altas, puedes convertir solo una parte de la póliza y el resto dejarlo como seguro a término. O, si tu situación económica evoluciona favorablemente, puedes ir haciendo conversiones progresivas hasta transformar todo el seguro en uno permanente. Con estos elementos bajo control, te resultará mucho más fácil hacer la transición y conseguir un seguro permanente que te beneficie. En todo caso, asegúrate bien cuando contrates el seguro a término de las posibilidades de conversión que te ofrece tu compañía. Es muy importante que acudas a un profesional para que te explique correctamente el funcionamiento del seguro de vida a término convertible. De esa forma, no tomarás decisiones inapropiadas ni cometerás los errores típicos a la hora de contratar tu seguro de vida.
Ventajas del seguro de vida a término convertible
Como puedes ver, los seguros convertibles ofrecen una importante flexibilidad y te facilitan el acceso a seguros permanentes con precios muy razonables. Esas son solo algunas de sus ventajas, pero esa posibilidad de cambiar de modelo de póliza ofrece muchas más ventajas.
- Indemnización asegurada para siempre. Con el cambio a seguro permanente, ya no dependerás de un plazo concreto. Tendrás cobertura de por vida y, siempre que pagues tus primas, tu muerte estará cubierta y tus beneficiarios recibirán la indemnización o beneficio por causa de muerte. Además, la indemnización será libre de impuestos.
- Más cobertura. Por la misma idea, tu cobertura es mayor y más tranquilizadora con un seguro permanente. Si tienes personas dependientes de ti, como hijos, estarás más tranquilo y confiado si cuentas con una póliza que asegura su bienestar en caso de que faltes.
- No hay proceso de calificación. Quizá sea la mayor ventaja: no tener que volver a pasar por un proceso de elegibilidad para tener un seguro permanente. No tendrás que ir al médico, ni hacer exámenes, ni responder a preguntas o cuestionarios. Directamente, tendrás tu seguro permanente.
- Generar ahorros. El cambio a un seguro permanente te dará también una herramienta de ahorro que va asociada a la póliza. Con el exceso que se paga por las primas, la compañía ahorra –o invierte- y genera el llamado valor en efectivo, un dinero que, al cabo de un tiempo, es entregado al asegurado para que lo destine a lo que considere oportuno. Además, ese dinero se puede tomar prestado y paga impuestos diferidos. Pero debes tener en cuenta que un seguro no está pensado solo como herramienta de ahorro: su finalidad es otra. El ahorro siempre será un beneficio extra y puede tardar muchos años en lograrse. Incluso, en seguros como el permanente de tipo variable, puede no producirse si las inversiones asociadas a la póliza no son rentables.
- Disponibilidad del resto de ahorros. Si tienes ahorros y quieres gastarlos sin que eso perjudique a tus herederos, un seguro permanente es la solución. Ellos recibirán el beneficio por causa de muerte y tú podrás disfrutar de tus ahorros en vida.
- Minimizar patrimonio sujeto a impuestos. Si tienes un patrimonio elevado y eso te supone pagar muchos impuestos, podrás minimizarlo transfiriendo tu póliza de vida permanente a un fideicomiso, que resulta fiscalmente más ventajoso.
- Beneficios fiscales. Tener un seguro permanente te traerá algunas ventajas en el ámbito fiscal. Por ejemplo, el valor en efectivo paga impuestos diferidos y cuando se cobra también está libre de impuestos. Además, el beneficio por causa de muerte está exento de pagar tasas.
Con toda esta información, ya puedes tomar la decisión de contratar un seguro de vida a término que te permita hacer la conversión a permanente. Si todavía eres joven, posiblemente sea la mejor opción de todas: te permitirá tener un buen seguro de vida a un buen precio, algo fundamental en los años en que tu posición económica todavía no es muy desahogada. Y, después, en cuanto creas que ya puedes permitirte un seguro más caro y con mejores beneficios, convertirlo en seguro permanente con todas las prestaciones y sin las molestias y los riesgos de volver al proceso de calificación.
En todo caso, es muy conveniente que acudas a los expertos y pidas asesoría. Consulta con un agente de seguros profesional y especializado: él sabrá recomendarte las mejores opciones y aclarar cualquier duda que puedas tener sobre los seguros convertibles.