Un divorcio no suele un trance agradable. Los matrimonios se disuelven y en ese proceso a menudo surgen enfrentamientos y tensiones que complican la resolución del divorcio. Habitualmente surgen problemas en el reparto de bienes y negocios, y también puede haber complicaciones si hay seguros de vidaque afectan a los dos cónyuges. Si es tu caso, es conveniente que sepas qué tienes que hacer con tu póliza de vida tras el divorcio.
En este artículo te explicamos qué pasa con los seguros de vida cuando una pareja se divorcia. Te explicamos cuáles son los puntos a los que debes prestar atención y te damos consejos fundamentales para resolver adecuadamente la situación. Sigue leyendo para saber más.
Seguro de vida y divorcio: Qué vas a encontrar en este artículo
El seguro de vida en un divorcio: proteger a los hijos
Una de las razones más habituales para contratar un seguro de vida es dar protección a la familia en caso de que no de los cónyuges – o los dos- fallezcan. Pero a veces la pareja no llega hasta ese extremo y se rompe antes, produciéndose un divorcio. En ese momento, el seguro de vida puede que siga protegiendo a los descendientes, pero es probable que los ya excónyuges quieran hacer cambios en la cobertura. Y es muy probable que, a menudo, se pase por alto la revisión del seguro y los cambios que requiere en el nuevo escenario.
Debes tener en cuenta que un seguro de vida se puede considerar un activo económico, por lo que los jueces los van a tener en cuenta a la hora de determinar el acuerdo de divorcio. Lo más probable es que esa póliza acabe estando ligada a ese acuerdo y a la sentencia que lo formaliza.
En general, el punto de inflexión es la existencia de hijos y la determinación en el acuerdo de divorcio de algún tipo de pensión para ellos o incluso para uno de los cónyuges. Por ejemplo, el juez puede determinar que el marido pague una pensión para mantener a los hijos ( ‘child support’, en inglés). O también para mantener a la exmujer ( ‘alimony’, en inglés) en el caso de que ella tenga la custodia principal de los hijos, o para pagar la hipoteca de la casa donde vivan los niños. En estos casos, dado que el marido está obligado a ofrecer esa ayuda, el juez puede obligarle a disponer de un seguro de vida para garantizar el pago de los subsidios en caso de que fallezca. En este caso, el padre puede hacerlo con un seguro de vida ya existente que se destina a este fin, nombrando beneficiarios a los hijos o a su expareja. Incluso puede obligarle a contratar el seguro desde cero si no tenía uno adecuado.
En todo caso, un progenitor responsable contratará un seguro con una cobertura lo suficientemente amplia como para garantizar el bienestar de sus hijos si él falta. Y no importa que su relación con su ‘ex’ sea mala, o considere que la otra persona es irresponsable o poco fiable, debe asumir igualmente la responsabilidad de pagar las primas y garantizar la vigencia del seguro.
También se puede dar el caso de que uno de los cónyuges se desentienda por completo de los hijos y todo el peso de su cuidado recaiga únicamente sobre la otra mitad de la pareja. En este caso, un seguro de vida se vuelve imprescindible para apuntalar el futuro de los hijos en caso de que el padre que se ha quedado a su cuidado fallezca. Como el divorcio puede ser también un gran problema financiero, se puede recurrir en primera instancia a seguro de vida temporales o a término. Estas pólizas son más baratas, porque tienen una duración determinada y los riesgos que asume la aseguradora son bajos. Con el seguro a término, se puede cubrir la infancia de los hijos, por ejemplo, o su etapa universitaria. Después, se puede dejar que el seguro expire o, si la situación económica ya lo permite, transformarlo en un seguro permanente , más caro, pero con mejores coberturas y opciones.
En situaciones más normales, los cónyuges ahora separados pueden ponerse de acuerdo de forma amistosa para pagar un seguro de vida amplio y con buena cobertura, probablemente un seguro de vida permanente/a>. Con ese acuerdo, garantizarán que, falte el que falte, a los descendientes no les faltará nada y recibirán una buena indemnización que les ayude a seguir adelante tras esa pérdida. Incluso pueden ponerse de acuerdo los exesposos para configurar una herencia sólida que emplee esa póliza de seguro de una forma inteligente.
Divorcio sin hijos: qué hacer con el seguro de vida
Si la pareja que se divorcia no tiene hijos las cosas pueden ser más fáciles. En el caso del seguro de vida, lo primordial es determinar quién es el propietario de la póliza, quién el asegurado y quién el beneficiario (o beneficiarios).
En esta situación, pueden darse varios casos:
- Seguro normal. Si la póliza de seguros es convencional, sea a a término o permanente, lo más probable es que uno de los cónyuges sea el propietario del seguro y, además, figure como asegurado, mientras que el otro cónyuge será el beneficiario, quizá junto con otros descendientes u otras personas. En este caso, el propietario puede decidir si mantiene a su expareja como beneficiario o si le interesa más quitarla de esa nómina. Lo mismo sucede si el propietario de la póliza ha designado como asegurado al otro miembro del matrimonio: él decide si mantiene o no el pago del seguro.
- Seguros cruzados. Puede darse el caso de que los cónyuges tengan seguros en los que cada uno es propietario de la póliza y, en cambio, la persona asegurada es la otra y el beneficiario también. Se suele hacer porque esta configuración tiene ciertas ventajas fiscales. Estos casos son un poco más complicados, porque, de alguna forma, cada cónyuge está pagando el seguro del otro. Conviene tratar estas situaciones con cuidado para no perder coberturas y desproteger a terceras personas. Una solución fácil es ponerse de acuerdo y que cada parte transfiera a la otra la propiedad, de forma que cada excónyuge sea propietario y asegurado bajo la misma póliza.
- Seguros conjuntos. En los seguros de vida conjuntos las dos personas están protegidas por una misma póliza. Son soluciones económicas que permiten cubrir a los dos cónyuges por un precio más barato que el que tendrían dos pólizas. A cambio, la compañía aseguradora establece condiciones, como el pago a la muerte del primer asegurado o a la muerte del segundo. Si el seguro es de este tipo, se puede llegar a un acuerdo para mantenerlo entre los dos excónyuges y garantizar que la indemnización llegue a quien decidan ambas partes. Otra solución es transferir la póliza a uno solo de los propietarios, con lo que el otro se quedaría sin seguro de vida. Y, por último, se puede optar por cancelar el seguro, una solución sencilla, pero también drástica, porque si ambos miembros de la pareja quisieran tener un nuevo seguro de vida, ambos tendrían que pasar de nuevo por el proceso de calificación del seguro, con las dificultades que conlleva.
Consejos para organizar tu seguro tras el divorcio
Con las complicaciones que genera un divorcio, muchas personas no se acuerdan de poner en orden el seguro de vida, pero es muy importante. En una situación así, estos son los pasos que hay que dar:
- Revisa la póliza. Asegúrate de que el seguro está en vigor, al corriente de pago y de que tienes claro a quién pertenece la póliza y quién es la persona asegurada, así como los futuros receptores del beneficio por causa de muerte. Si quieres conservarla, habla con tu aseguradora porque quizá puedas renegociar las condiciones: tu situación económica ha cambiado y es posible que haya más cambios que te beneficien y puedas tener un seguro más barato. revisar el seguro de vida siempre es aconsejable, y más ante un divorcio.
- Revisa el acuerdo de divorcio. Asegúrate de qué ha dicho el juez o a qué acuerdo se ha llegado sobre el seguro de vida. Es posible que sea obligatorio mantenerlo para respaldar el pago de pensiones alimenticias.
- Negocia el tiempo de cobertura. Si existe la obligación de contar con un seguro para garantizar que los hijos o el otro cónyuge reciben sus pensiones, conviene negociar durante cuánto tiempo ha de estar este seguro en vigor. Si se acuerda que no será vitalicio, sino solo hasta que los subsidios dejen de ser obligatorios, quizá se pueda optar por una solución económica, como un seguro a término.
- Designar nuevos beneficiarios. Es muy frecuente que, tras un divorcio, la persona asegurada vuelva a casarse y no modifique el listado de beneficiarios de su seguro de vida, en el que había designado a su ex. De ser así, si fallece, será su pareja anterior quien cobre la indemnización. Para evitar esto, es imprescindible revisar los beneficiarios de la póliza. Recuerda que se pueden designar beneficiarios secundarios e incluso terciarios. Y ten en cuenta que en algunos estados la ley establece una descalificación automática como beneficiario para el cónyuge en caso de divorcio.
- Repartir el valor en efectivo. Como sabes, los seguros permanentes generan valor en efectivo, un dinero del que se puede disponer antes de morir y que es el resultado del ahorro que producen los seguros ordinarios de vida o tradicionales, los universales, los variables y los universal-variables. Lo más habitual es que ese dinero se considere un activo del matrimonio y se incluya en la lista de bienes que habrá que repartir. De esa forma, el dinero del valor en efectivo se repartirá a la mitad y el asegurado que conserva la póliza se llevará solo la mitad del ahorro.
Este breve repaso a las posibilidades que abre un divorcio es suficiente para comprender que es una situación delicada que conviene manejar con inteligencia. El seguro de vida puede jugar un papel básico para resolverla de una forma amistosa y, de paso, proteger el futuro de otras personas.