Parece el argumento de una historia de ciencia ficción, pero un grupo de especialistas decidieron buscar formas de eliminar los malos recuerdos. El objetivo sería disminuir su impacto negativo y evitar problemas potenciales que afectan la calidad de vida, como la ansiedad o la angustia.
Por uno u otro motivo, podemos experimentar eventos traumáticos que, mucho tiempo después de la experiencia, continúen atormentándonos.
Pueden causarnos distintos problemas emocionales y mentales, como trastornos de ansiedad, por estrés postraumático (TEPT) o fobias.
Esto puede tratarse con medicamentos específicos, o a largo plazo, mediante terapias cognitivas conductuales (TCC) u otros tipos de psicoterapias. Sin embargo, parece que el abanico de opciones es cada vez más amplio.
Recientemente, investigadores de las universidades de Madrid, Nueva York y Radboud, estudiaron una nueva forma de debilitar los recuerdos angustiantes de las personas y reducir su impacto psicológico. Sus hallazgos fueron publicados en Science Advances.
La autora principal del trabajo, Ana Galarza Vallejo, afirmó que un tratamiento eficaz para los trastornos relacionados con el trauma debería "disminuir de forma selectiva las memorias intrusivas y patológicas".
Con esta propuesta pretende romper una opinión predominante en el ámbito de la investigación sobre la memoria, donde la catalogan como fija. Sin embargo, existe evidencia de que podría volverse "vulnerable" a partir de modificaciones externas.
"Las memorias son inicialmente sensibles a la interferencia mediante, por ejemplo, terapia electroconvulsiva, anestesia general o inhibición de la síntesis de proteínas. Pero, con el tiempo se estabilizan durante un período de consolidación, después de lo cual se considera que los recuerdos se establecen y no pueden ser interrumpidos o modificados", detallaron los expertos.
Manipular los recuerdos
El equipo estudió a 50 participantes sanos, en quienes primero inculcaron recuerdos no deseados al pedirles que vieran dos presentaciones de diapositivas narradas con connotaciones negativas, una sobre un secuestro y otra sobre un accidente.
Para reactivar los malos recuerdos, llamaron a los voluntarios luego de una semana y les pidieron que volvieran a ver las historias y respondieran preguntas al respecto.
Una vez que comenzaron a recordar los eventos, les administraron propofol, un anestésico cuyo potencial en la manipulación de la memoria el equipo quería evaluar.
Tas la intervención, dividieron a los voluntarios en dos grupos, uno fue sometido nuevamente a un examen de respuestas múltiples, y al otro se le pidió que lo realizara luego de un día.
Los resultados mostraron que el primer grupo mantuvo los recuerdos, mientras que a la otra mitad le resultaba difícil recordar partes de las historias, incluso las más sensibles.
Vallejo y su equipo creen que pueden haber encontrado una forma "relativamente no invasiva" de disminuir los recuerdos traumáticos y reducir su impacto psicológico.
Sin embargo, los expertos advirtieron que también existe la posibilidad de efectos no deseados. Por ejemplo, alterar o inducir las formas de recordar una situación, podría afectar o desestabilizar las memorias próximas.
Por ello, los científicos aconsejan que puede ser útil en el futuro monitorear la actividad cerebral de los participantes a medida que reciben el tratamiento, para evaluar cuál es la mejor dosis.
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