Misofonía: vivir con fobia a los sonidos

Imagina que alguien mastique una manzana a tu lado y al escucharlo la ira se apodera de ti o que cuando friegas los platos sucios y estos chocan entre sí te sientas irremediablemente ansioso. De eso se trata vivir con misofonía, un trastorno provocado por la aversión a ciertos sonidos.

Si nos vamos al origen de la palabra, misofonía significa "odio al sonido". Aunque es un trastorno poco común, hasta el 20% de la población puede tenerla en algún grado.

Misofonía: vivir con fobia a los sonidos
Un sonido que para otros es común, puede desatar ataques de estrés y ansiedad en quienes tienen misofonía.

En un estudio publicado Frontiers in Psychology en 2018 describen la misofonía como una condición en la que los pacientes experimentan una reacción emocional negativa porque le disgustan sonidos específicos, como el de un lápiz al escribir, una pisada, masticar, tragar y hasta respirar. La emoción principal de esa respuesta es la ira, pero también puede suscitar ansiedad, estrés, impaciencia irritabilidad y agitación.

Aunque no está del todo claro, se cree que la reacción misofónica puede ser un reflejo físico y emocional involuntario causado por el sonido. El sonido en cuestión activa directamente el sistema nervioso y provoca una reacción similar a la de recibir un golpe fuerte.

El psicólogo John Cline describe en un artículo publicado en Psychology Today su experiencia tratando a pacientes con esta fobia. Explica que la misofonía, por sí misma, no causa insomnio ni afecta el sueño, pero algunos ruidos de fondo pueden provocar la respuesta de desagrado y hacer que dormir sea imposible. También si ha ocurrido un episodio poco antes de ir a la cama, la persona puede estar irritable y enojado y esa angustia se puede prolongar y dificultar el sueño.

La misofonía no debe confundirse con hiperacusia, que es el aumento de la sensibilidad auditiva, de hecho, ambas condiciones pueden coexistir en un mismo individuo. Tampoco es el rechazo natural a un sonido que se nos hace aversivo, como escuchar a un bebé llorando en un restaurante o los ronquidos de la pareja en la madrugada.

Para llegar a un diagnóstico, puede ser necesario recurrir a audiólogos, neurólogos, psiquiatras y psicólogos, entre otros especialistas, y aún así, puede que sea difícil de definir por desconocimiento del trastorno. Las investigaciones han indicado que las mujeres son algo más propensas a tener misofonía, pero los hombres también la pueden desarrollar.

En cuanto al tratamiento, no hay alguno 100% efectivo ni fármacos que la alivien. Hasta ahora, existen programas que abordan la misofonía y sus características a través de terapia cognitivo conductual y los resultados han sido positivos.

El Instituto de la Misofonía, ubicado en California, Estados Unidos, explica que hay opciones terapéuticas, a partir del manejo de los sonidos. Se pueden poner en casa dispositivos que generen ruido blanco o un ventilador: mientras hayas más ruido de fondo, menos impacto tendrán los sonidos disparadores.

También se puede usar un iPod y auriculares para proporcionar el mismo efecto o descargar en el móvil una aplicación de sonido como White Noise o Simply Noise. Este tratamiento con sonidos se debe acompañar con la terapia cognitiva conductual.

Las evidencias también sugieren que pueden funcionar la terapia de reentrenamiento de acúfenos y la hipnoterapia. Sin embargo, aún falta seguir explorando la misofonía para encontrar un abordaje terapéutico óptimo y mejorar la calidad de vida de quienes la padecen.

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