Caminar es una actividad que aporta beneficios a la salud, pero hacerlo rápido puede ser aún mejor para nuestro cuerpo. Una nueva investigación sugiere que acelerar el ritmo de la caminata podría, incluso, extender la vida.
"Un ritmo rápido es, generalmente, de cinco a siete kilómetros por hora (3.1 a 4.3 millas), pero realmente depende de los niveles de condición física de un caminante, un indicador alternativo es caminar a un ritmo que te hace sentir sin aliento o sudoroso cuando se mantiene", explicó en un comunicado el autor principal de la investigación, el profesor Emmanuel Stamatakis del Centro Charles Perkins de la Universidad de Sydney. Según este parámetro de velocidad, se evaluaron datos de poco más de 50,000 personas.
Caminar a un ritmo promedio se asoció con una reducción del 20% del riesgo de mortalidad por cualquier causa, en comparación con caminar lento, pero al caminar a un ritmo rápido la reducción es del 24%. Pasa algo similar con el riesgo de mortalidad por enfermedad cardiovascular: la caminata rápida reduce el riesgo 24%, mientras que con el andar regular es 21%.
Los efectos protectores de la velocidad de la caminata también fueron más en los grupos de mayor edad. Las personas de 60 años en adelante que caminaban a paso regular experimentaron una reducción del 46% en el riesgo de muerte por causas cardiovasculares y en las de paso rápido fue de 53%. El sexo y el índice de masa corporal no influyeron en los resultados.
"Suponiendo que nuestros resultados reflejen causa y efecto, estos análisis sugieren que aumentar el ritmo de caminar puede ser una forma directa para que las personas mejoren la salud cardíaca y el riesgo de mortalidad prematura, proporcionando un mensaje simple para promover campañas de salud pública”, dijo el investigador australiano.
Al ser un trabajo colaborativo entre el Centro Charles Perkins de la Universidad de Sydney y las universidades de Cambridge, Edimburgo, Limerick y Ulster, el estudio se basó en relacionar registros de mortalidad con los resultados de 11 encuestas poblacionales de Inglaterra y Escocia (1994-2008). En estos registros los participantes informaron su ritmo de marcha.
Aunque no siempre hay tiempo para hacer actividades físicas, los investigadores sugieren aprovechar cualquier situación en la que se pueda caminar y acelerar el paso para elevar el ritmo cardíaco. Es una práctica que fácilmente se puede incorporar en la vida cotidiana.
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