Una salida familiar terminó por convertirse en la peor pesadilla para esta niña. Y es que, luego de acudir junto a sus padres a una fiesta infantil, en marzo de 2014, la pequeña Valentina Jiménez, de entonces 8 años, sufrió un aparatoso accidente automovilístico que la mandó directo a la sala de urgencias.
“La cara estaba separada del cráneo, pero el cráneo a su vez tenía una fractura de su lado derecho, entonces teníamos que reposicionar esto y cerrarlo por el riesgo de infección. Eran dos fracturas muy importantes, una del hueso temporal y una del maxilofacial”, comenta el Dr. Carlos Gaytán, cirujano maxilofacial del Hospital Pediátrico de Legaria, en la ciudad de México.
El pronóstico no era favorable. Valentina presentaba un trauma craneoencefálico y facial (alteración de la función neurológica, maxilar y facial). Tanto ella como su familia presentían lo peor. Sólo un milagro podría salvarla.
“Cuando me subieron a la ambulancia mi papá me dijo Vale, y yo no le contesté y luego vi que mi hermano estaba llorando y que me decía 'Vale no te mueras'”, recuerda la menor.
“Sentía que el mundo se me acababa…Me dijo Vale que no me preocupara, si a ella le pasaba algo que no culpara a Dios y que solo le diera gracias porque estaba bien y me había dejado verla y le dije: ‘no, tú vas a estar bien’”, comenta Lorena Olivares, madre de la niña.
Sin embargo, fue la reacción oportuna y la experiencia de los cirujanos, que tras realizarle dos operaciones de emergencia, una para fijar con alambres los huesos y tejidos de la niña, y otra para reacomodar uno de sus pómulos le dieron a Vale un nuevo respiro.
“Fue algo impresionante de cómo había quedado, de cómo estaba. Ya la vimos, pasé y lo primero que me dijo fue: 'mamá, ¿ya viste? Tenías que echarle ganas, yo no me fui, aquí estoy'”, agrega Lorena.
Y es que, ha sido tan impresionante la evolución que ha mostrado el rostro de Vale, que desde marzo del 2014 a la fecha, las marcas de las cirugías y las secuelas del accidente son cada vez imperceptibles.
“La recuperación va en un alto porcentaje, satisfactoria donde no tiene secuelas neurológicas, ni secuelas de la visión que son nuestros objetivos principales…Es una situación que nos da mucha satisfacción puesto que tenemos la facilidad de poder ofrecer esta ayuda, este servicio”, añade Gaytán, uno de los pocos cirujanos en esta rama con los que se cuentan en la ciudad de México.
“Fui el primer cirujano maxilofacial en un hospital pediátrico del Gobierno del Distrito Federal y posteriormente hubo dos hospitales pediátricos más que cuentan con este servicio”, agrega.
Por desgracia, el caso de Vale no es el único que se da en la ciudad de México, ya que se calcula que en el Hospital Pediátrico Legaria, al año se atienden alrededor de mil 700 casos por trauma craneoencefálico, de los cuales la mitad corresponde a trauma facial. Es por esto, que se exhorta a tomar medidas.
“Hay una incidencia muy alta en trauma facial sobre todo a raíz que empieza o se populariza el uso de vehículos sin protección, conducidos por personas sin experiencia y nos lleva a un aumento dramático de los casos”, comenta Gaytán.
Por ahora, tanto a Vale como su madre solo les queda por superar dicho momento, y tratar de disfrutar de las segundas oportunidades que ofrece la vida.