Un nuevo estudio encontró que más de 80,000 casos de cáncer diagnosticados cada año en los Estados Unidos podrían deberse a una mala alimentación.
Según sus resultados, una dieta deficiente sería igual de perjudicial que consumir alcohol excesivamente, no hacer ejercicio o tener sobrepeso. Este es uno de los pocos análisis en concentrarse en factores de riesgo modificables para el cáncer, relacionados con la alimentación.
Aunque suele destacárselo individualmente, el cáncer es un conjunto de enfermedades que surge cuando el cuerpo produce células sin detenerse, mientras que se mantienen con vida aquellas que deben ser reemplazadas. Esta acumulación genera lo que conocemos como tumores.
Los especialistas han intentado comprender por qué una persona padece cáncer y otra no. Si bien se sabe que afecta a tres tipos de genes (proto-oncogenes, genes supresores de tumores y genes reparadores del ADN), los profesionales también identificaron factores de riesgo que predisponen su aparición. Estos pueden ser:
- Alcohol.
- Edad.
- Hormonas.
- Inflamación crónica.
- Luz solar.
- Obesidad.
- Radiación.
- Tabaco.
- Dieta.
Es en este último, que el nuevo trabajo de la Universidad Tufts, en Massachusetts, EE. UU. decidió concentrarse. Para ello, estimaron el número, la proporción y el tipo de cáncer asociado con dietas bajas en granos enteros, lácteos, frutas y verduras, y, dietas altas en carnes procesadas, rojas y bebidas azucaradas.
El rol de la alimentación
Fang Fang Zhang, investigador de la Escuela Friedman de Ciencia y Política de Nutrición y autor del trabajo, señaló "Nuestros hallazgos subrayan la oportunidad de reducir la carga y las disparidades del cáncer en EE. UU. al mejorar la ingesta de alimentos".
Sus resultados, publicados en JNCI Cancer Spectrum, estiman que los factores relacionados con la dieta podrían explicar 80,110 (5.2%) de los casos informados en 2015 en adultos estadounidenses. Esto puede compararse con otros factores, como:
- Alcohol, responsable de entre 4% y 6% de los casos diagnosticados.
- Inactividad, responsable de entre 2% y 3% de los casos diagnosticados.
- Sobrepeso, responsable de entre 7% y 8% de los casos diagnosticados.
Para obtener sus resultados, los profesionales utilizaron datos de dos encuestas nacionales sobre las dietas de los estadounidenses y, mediante un modelo informático, relacionaron esto con los casos notificados de cáncer. Se encontraron con los siguientes hallazgos:
- El bajo consumo de granos integrales se asoció con la mayor cantidad y proporción de nuevos casos de cáncer, seguida por un bajo consumo de lácteos, una alta ingesta de carne procesada, un bajo consumo de vegetales y frutas, una alta ingesta de carne roja y de bebidas azucaradas.
- El porcentaje de cada tipo de cáncer asociado a una dieta deficientes fue: colorrectal (65%), boca, faringe y laringe (19%), uterino (5%), mama (posmenopáusica) (5%), riñón (3%), estómago (2%) e hígado (1%).
- Los hombres, de entre 45 y 64 años, y algunos grupos raciales, principalmente afroamericanos e hispanos, tuvieron la mayor proporción de carga de cáncer asociada con la dieta.
Los expertos señalaron que sus resultados señalan la necesidad de políticas de nutrición para abordar la carga de cáncer en EE. UU. Una manera de hacerlo, explicaron, sería incluyendo etiquetas estandarizadas respaldadas por el gobierno para granos integrales en alimentos y etiquetas de advertencia para carnes procesadas.
Actualmente, muchos profesionales recomiendan incorporar la dieta DASH, que incluye muchas frutas, verduras (especialmente de hoja verde), productos lácteos bajos en grasa, huevos, pollo, pescado, carnes magras, granos integrales, legumbres y frutos secos, especialmente nueces y almendras. También limita el consumo de alimentos procesados, altos en grasas saturadas o en sodio, bebidas azucaradas y dulces.
Otra opción similar es la dieta mediterránea, que no enfatiza tanto el consumo de huevos y lácteos, pero sí permite el vino tinto.
Los autores del trabajo señalaron que los datos de ingesta alimentaria autoinformados, como fue el caso de su trabajo, suelen estar sujetos a errores de medición. Además, las estimaciones del riesgo de cáncer en la dieta pueden diferir por sexo, edad o herencia racial.
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