Por su delicado sabor y fácil preparación, los champiñones son la especie de hongo comestible que más se utiliza en la gastronomía.
También son bajos en carbohidratos y calorías, y ricos en nutrientes, por lo que pueden utilizarse con fines medicinales. Aquí te contamos todas sus propiedades y cómo aprovecharlos.
Agaricus Bisporus, mejor conocido como champiñón común o champiñón de París, es una especie de hongo que pertenece a la familia Agaricaceae.
Se caracterizan por su color blanco, grisáceo o rosado, y por ser una buena fuente de vitaminas, especialmente B y C, fibra, minerales, como fósforo, magnesio, potasio y selenio, y otros compuestos con propiedades antioxidantes.
Por este motivo, su consumo suele vincularse a diferentes beneficios para la salud:
Ayudan a controlar el peso
Los champiñones aportan aproximadamente 4 g de proteína cada 100 g, están conformados en un 90% por agua y rebosan de vitaminas y minerales.
Por este motivo, suelen ser ingredientes que se eligen para controlar el peso, especialmente entre las personas que llevan adelante dietas cetogénicas (también conocidas como keto) o dietas paleolíticas (también conocidas como paleo).
Los champiñones también aumentan la sensación de saciedad y suelen utilizarse para reemplazar a la carne, gracias a su textura y sabor.
Contra la diabetes
Los champiñones suelen recomendarse como parte de una dieta contra la diabetes. Esto se debe a que aportan una buena dosis de fibra.
Esta es una sustancia fundamental en toda alimentación saludable, especialmente en las de personas con diabetes, debido a que retrasa la absorción de glucosa, previniendo los famosos "picos" y facilitando el control del azúcar en sangre.
Mejoran las defensas
En los últimos años diferentes estudios señalaron que incluir champiñones en la dieta ayudaría a fortalecer las defensas del organismo.
Esto se debe a que son ricos en distintos compuestos con propiedades antioxidantes, como polifenoles, polisacáridos (betaglucanos) vitaminas (como la B2 o C) y minerales (especialmente el selenio).
Todos estos compuestos favorecen un buen funcionamiento del sistema inmunitario ya que estimulan producción de glóbulos blancos, células encargadas de defender al organismo contra agentes externos.
Los champiñones también ayudan a reducir el impacto de los radicales libres, moléculas inestables que afectan a las estructuras celulares sanas y aumentan el riesgo de sufrir distintas enfermedades.
Además, la ingesta de champiñones suele vincularse a un menor riesgo de los problemas asociados al envejecimiento, debido a que poseen glutatión y ergotioneína.
Protegen el corazón
Consumir champiñones es una buena forma de cuidar el corazón, principalmente por su rico contenido de potasio: en 100 g podemos encontrar 318 g de potasio. Como referencia, en 100 g de banana hallamos 358 g de potasio.
Este mineral es útil para proteger la salud cardiovascular ya que funciona como un vasodilatador, favoreciendo el correcto flujo de la sangre y ayudando a disminuir la tensión en las paredes de los vasos sanguíneos.
Por estas propiedades, también ayuda a disminuir el riesgo de distintas afecciones, como accidentes cerebrovasculares, o exceso de sodio en el organismo.
La ingesta de champiñones también se vincula a un mejor control de los niveles de colesterol en sangre.
Otros bondades
Aunque la evidencia científica es escasa, el consumo de champiñones suele asociarse a otros beneficios para la salud:
- Favorecer la función digestiva.
- Favorecer la función hepática.
- Favorecer el desarrollo y fortalecimiento óseo.
- Prevenir la aparición de acné y otros trastornos de la piel similares.
- Prevenir la anemia.
- Prevenir trastornos gastrointestinales, como estreñimiento.
- Reducir el riesgo de deterioro cognitivo.
Precauciones
Los champiñones pueden ser cultivados o silvestres. Sin embargo, se aconseja evitar la ingesta de esos últimos, ya que pueden confundirse con otras especies peligrosas, altamente venenosas, que pueden causar intoxicación, náuseas, o dolor estomacal, entre otros problemas.
Al momento de comprar champiñones, elige aquellos que no presenten decoloración o daño. Una vez en casa, puedes guardarlos en el refrigerador o en un lugar fresco, dentro de una bolsa o paño. Se aconseja consumirlos a los pocos días de haberlos comprados.
Antes de cocinarlos, procura limpiarlos bien bajo agua, pero sin sumergirlos, para evitar que absorban líquido y pierdan sus propiedades. También debes cortar la base del tallo.
Puedes saltearlos en aceite, hacerlo al vapor o cocinarlos en la plancha, trozados, enteros e incluso rellenos (utilizando la cabeza como recipiente).
Para recordar:
Hasta contar con evidencia científica significativa proveniente de ensayos en humanos, las personas interesadas en utilizar terapias a base de hierbas y suplementos deben tener mucho cuidado.
No abandones ni modifiques tus medicamentos o tratamientos, antes habla con el doctor sobre los potenciales efectos de las terapias alternativas o complementarias.
Recuerda, las propiedades medicinales de las hierbas y suplementos también pueden interactuar con los fármacos recetados, con otras hierbas y suplementos, e incluso alterar tu dieta.
Fuentes consultadas: Base Exhaustiva de Datos de Medicamentos Naturales, Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU., Departamento de Agricultura de EE. UU., Instituto Nacional de Medicina Complementaria y Alternativa.