Muchas veces no sabemos que es lo que consumimos cuando comemos ciertos alimentos, muchos menos los efectos que podría tener sobre nuestra salud.
Un ejemplo de esto puede verse en una reciente investigación, que encontró que un aditivo alimentario común podría alterar nuestro metabolismo y así, aumentar el riesgo de diabetes y obesidad.
El aditivo, llamado propionato, se utilizar para prevenir el crecimiento de moho, hogos y bacterias. Debido a su fuerte olor su uso es limitado, podemos encontrarlo en bizcochos, tortillas de trigo, bollería industrial, panes de molde, productos cárnicos, precocinados y de forma natural en ciertos tipos de queso. También es un ácido graso natural, producido por nuestras bacterias intestinales cuando descomponen la fibra.
Los aditivos alimentarios son sustancias que se añaden a los alimentos para mantener o mejorar su frescura, sabor, textura o aspecto. El Comité Mixto FAO/OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA) es el órgano internacional encargado de evaluar y establecer las dosis de estos.
El propionato se considera "generalmente reconocido como seguro" (GRAS) por la Administración de Drogas y Alimentos de EE. UU. (FDA). Esto quiere decir que no es necesario que el organismo lo apruebe para que las industrias lo agreguen a sus productos.
Debido a que hasta el momento nadie había investigado los efectos en nuestro metabolismo por parte de esta sustancia cuando se consume como aditivo, un grupo de especialistas de la Escuela de Salud Pública de Harvard decidió analizarlo en diferentes dietas.
"Comprender cómo los ingredientes en los alimentos afectan el metabolismo del cuerpo a nivel molecular y celular, podría ayudarnos a desarrollar medidas simples pero efectivas para enfrentar las epidemias dobles de obesidad y diabetes", señaló el Dr. Gökhan Hotamisligil, autor principal del estudio y profesor de genética y metabolismo en la Escuela de Salud Pública de Harvard. Sus hallazgos se publicaron en Science Translational Medicine.
A pesar de que el estudio fue pequeño, los especialistas resaltaron la importancia de indagar en los factores que puedan intervenir en estas dos grandes enfermedades.
Según la Sociedad Americana de la Diabetes (ADA), en 2015 más de 30 millones de estadounidenses tenían diabetes y esta enfermedad fue la séptima causa de muerte en el país, con más de 250,000 casos registrados.
Con respecto a la obesidad, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), estiman que el número de casos podría estar cerca de los 100 millones. Esta condición puede desencadenar diferentes problemas cardíacos, óseos y respiratorios.
El propionato y nuestro cuerpo
En primera instancia los expertos trabajaron en ratones, a los que administraron el aditivo en dosis similares a las que se encuentran en los alimentos, durante 20 semanas. Esto produjo un aumento en el peso y en la resistencia a la insulina.
La insulina es la encargada de ayudar a las células a absorber glucosa, cuando se da una resistencia por parte de nuestro cuerpo a esta hormona aumentan los niveles de azúcar en sangre, signo que se observa en las personas con diabetes.
El siguiente paso de la investigación fue analizar a 14 participantes saludables y delgados que no padecían diabetes. Estos recibieron un placebo o alimentos con 1 gramo de propionato, que equivale a la cantidad que se encuentra en una sola comida procesada. A los sujetos se les tomaron muestras de sangre antes y después de comer.
Una semana más tarde, los participantes regresaron al laboratorio, y los que habían recibido propionato originalmente recibieron el placebo, y viceversa. Esta modalidad se conoce como estudio "doble ciego", ya que ni los investigadores ni los participantes sabían qué personas estaban recibiendo propionato o placebo.
Al analizar las muestras de sangre, los expertos encontraron que aquellos que recibieron propionato experimentaron un aumento en los niveles hormonales, similares a los observados en los estudios con ratones. También mostraron niveles elevados de insulina y resistencia a esta, en comparación a cuando no recibieron el aditivo.
Ambos grupos sufrieron un aumento en sus niveles de azúcar en la sangre después de comer, pero los del grupo de propionato tardaron más en volver a sus valores originales.
A pesar de los resultados, los expertos consideran que son necesario más estudios, específicamente que involucren a personas con obesidad o diabetes, para poder establecer conclusiones.
Mientras tanto, recomiendan evitar la mayor cantidad posible de aditivos alimentarios, excepto aquellos fortificados con nutrientes, que son necesarios en ciertas circunstancias.
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