Caminar cerca de los árboles, en un entorno verde y natural, hace que las personas se sientan más vivas. No es solo una percepción. En realidad, un estudio determinó que la sensación de vitalidad que se experimenta, al estar en contacto con la naturaleza, va más allá de los efectos energizantes de la actividad física, y, a menudo, está vinculada al solo hecho de estar al aire libre.
"La naturaleza es combustible para el alma", afirma Richard Ryan, profesor de psicología en la Universidad de Rochester, y uno de los autores de la investigación.
"A menudo, cuando nos sentimos agotados recurrimos a una taza de café, pero la investigación sugiere que una forma mejor de obtener energía es estar en contacto con la naturaleza".
La investigación demostró que las personas con una mayor carga anímica de vitalidad no sólo tienen más energía para las cosas que quieren hacer, sino que también son más resistentes a las enfermedades físicas.
Una de las estrategias para reforzar la salud puede ser pasar más tiempo en entornos naturales agradables.
De hecho, se ha constatado que las personas que participan en excursiones a entornos naturales declaran sentirse más vivas, y que el solo recuerdo de esa experiencia al aire libre las hace sentirse más felices y animadas.
Más afecto y generosidad
Otro estudio, liderado por Netta Weinstein, psicóloga de la Universidad de Hamburgo, demostró que las personas son más afectuosas y generosas cuando se ponen en contacto con la naturaleza.
Los resultados de éste y otros estudios subrayan la importancia de tener acceso a parques y otros espacios naturales, y de incorporar elementos naturales en las casas, ya sea mediante ventanas que muestren algún espacio natural del exterior, o bien colocar macetas con plantas de interior.
Por otra parte, la psicóloga colombiana Angélica Figueredo, especialista en Desarrollo Emocional, asegura que el contacto energético con la naturaleza, respirar un aire más puro, es decirle adiós, de manera casi automática, al estrés.
También refirió otros beneficios de esa terapia natural: mejora la concentración, reduce la ansiedad, ayuda a sanar, levanta el ánimo.
Caminar en un parque
Investigadores de la Universidad de Essex compararon el efecto de una caminata en un parque y en un shopping y descubrieron que el 71% de los que pasearon por el parque reportó menores niveles de depresión y ansiedad.
Además, un estudio de la Sociedad Química Americana constató que basta realizar cinco minutos de alguna actividad física en cualquier espacio verde para mejorar el ánimo y la autoestima en un 50% y 41%, respectivamente.
Desarrollo cerebral
El Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) también estudió el impacto de la naturaleza sobre la salud del ser humano. Los resultados preliminares confirmaron lo beneficioso que puede resultar para la salud.
Incluso, rodearse de pulmones verdes, en zonas urbanas con altos niveles de contaminación, tiene efectos positivos en el organismo.
Pero el hallazgo más impactante tiene relación con la influencia de la naturaleza sobre el desarrollo cognitivo de los niños.
El estudio, liderado por el centro y con la colaboración del Hospital del Mar y la UCLA Fielding School de Salud Pública, prueba, por primera vez, que la exposición a zonas verdes en la infancia está vinculada con cambios positivos en las estructuras cerebrales.
"La biofilia era una hipótesis, que había un vínculo entre la naturaleza y la evolución humana, que la naturaleza es importante para el desarrollo del cerebro.
Pero no había evidencia de ello. Ahora la hay", afirmó el doctor Payam Dadvand, investigador de ISGlobal y autor principal del estudio.
Con una muestra de 253 niños de distintas zonas de Barcelona, los investigadores probaron que los niños que viven en hogares rodeados de espacios más verdes tienden a presentar mayores volúmenes de materia blanca y gris en áreas del cerebro vinculadas a la función cognitiva del cerebro.
Estos cambios en la anatomía cerebral, sostiene la investigación, serían beneficiosos en el desarrollo cognitivo de los menores.
El estudio se enmarca dentro del Proyecto Breathe, una serie de investigaciones relacionadas con el impacto de la contaminación en el desarrollo cerebral de los niños.
El ISGlobal, un centro impulsado por la Fundación La Caixa, ya ha probado que la exposición a altos niveles de polución genera un efecto negativo en la capacidad de atención de los niños y los menores escolarizados en zonas con aire más contaminado desarrollan menos la memoria.
En este estudio, sin embargo, los investigadores han dado una vuelta de tuerca a los resultados iniciales y, a través de una subcohorte de 253 escolares del proyecto Breathe, han evaluado, por primera vez, la asociación entre la exposición a largo plazo a los espacios verdes y la estructura cerebral.
Los científicos estimaron la exposición a espacios verdes utilizando imágenes satelitales de las direcciones de los participantes del estudio (niños de 7 a 11 años de 39 escuelas de Barcelona y Sant Cugat del Vallès), desde su nacimiento hasta el momento de la investigación.
Los investigadores realizaron cuatro visitas a los menores, en las que los sometieron a una serie de pruebas por ordenador para analizar la memoria del trabajo —retener información en períodos cortos— y la atención —les ponían una fila de cinco peces y los niños tenían que decir hacia donde miraba el pez del medio—.
Más neuronas
Con estas pruebas, los científicos estudiaron el comportamiento de los menores y, a través de resonancias magnéticas en tres dimensiones, analizaron la actividad y los cambios cerebrales detectados.
"En las áreas prefrontales y motores, había más volumen de sustancia gris, como más número de neuronas por decirlo de otra manera.
Esto es muy importante porque es un hallazgo anatómico de los efectos en la estructura cerebral de la exposición a zonas verdes", explica Mónica López, otra de las investigadoras de ISGlobal.
El mayor volumen de sustancia gris en esas áreas del cerebro está asociado a una mejora del rendimiento cognitivo, sobre todo en una mejor memoria de trabajo y una menor falta de atención.
Los investigadores, que han publicado el trabajo en la revista científica Enviroment Health Perspectives, consideran que las zonas verdes dan a los menores una serie de mecanismos para estimular, de forma positiva, el desarrollo cerebral.
Por ejemplo, señalan los expertos, el contacto con pulmones verdes en la ciudad "proporcionan a los niños oportunidades de restauración psicológica y estimulan actividades como la creatividad, el descubrimiento y la asunción de riesgos".
Este hallazgo es, no obstante, un primer paso para los científicos del ISGlobal. La investigación abre la puerta a estudiar si el impacto de las zonas verdes es similar en otros entornos y climas distintos, a profundizar en la evaluación de otros resultados neurológicos y a examinar la influencia y la calidad de los espacios verdes.