Muchas personas acusan a la humedad de su dolor óseo u articular. También hay quien relaciona al tiempo con su dolor de cabeza. ¿Qué hay de mito y de verdad en estas afirmaciones?
No es tu imaginación: el clima puede nublar tu salud. Aquí te mostramos lo que la investigación revela respecto de esta conexión, según informa la Arthritis Foundation.
Artritis y clima
Los cambios en la temperatura o la presión barométrica (la medida que se refiere al peso del aire circulante) disparan el dolor en las articulaciones, aunque los investigadores aún no están completamente seguros por qué.
En 2007, científicos de la Universidad de Tufts en Boston, EE.UU. señalaron que cada caída de 10 grados de temperatura correspondía a un aumento paulatino en el dolor típico de la artritis. La mayor presión barométrica también es un desencadenante de dolor.
De hecho, algunos estudios post mortem han demostrado que la presión barométrica afecta la presión dentro de la cavidad articular. En un experimento, la articulación de la cadera se dislocaba alrededor de un tercio de pulgada de la posición normal, frente a los cambios de temperatura.
El asma y las tormentas
El concepto convencional de que las tormentas lavan el polen, humo, moho y contaminantes ambientales del aire, haciéndolo más fácil para respirar, puede estar errado, según los científicos de la Universidad de Georgia en Athens y Emory en Atlanta, EE.UU.
Los expertos examinaron los registros de 41 hospitales alrededor de Atlanta y hallaron que las visitas urgencias por asma se incrementaban al día siguiente de una tormenta. La relación se hace más obvia durante tormentas con ráfagas de vientos moderados a fuertes y humedad.
Aunque no tienen seguridad de la razón por la cual el asma recrudece después de una tormenta, los investigadores creen que la lluvia hace explotar los granos de polen, resultando en partículas más diminutas y fáciles de inhalar. Asimismo, los relámpagos de la atmósfera pueden desatar una reacción química, dando potencia a los contaminantes promotores del asma.
Migrañas y cambios climáticos
Los estudios revelan que del 50 al 80% de todos los que tienen migrañas creen que el clima puede provocar un dolor de cabeza. No obstante, los patrones medioambientales exactos que precipitan las migrañas siguen siendo un misterio.
En un estudio publicado en 2004, la Dra. Patricia Prince del Hospital Infantil de Boston, en EE.UU. pidió a 77 individuos con migraña que documentaran sus migrañas en el calendario durante un espacio de dos años. Entonces los comparó con los registros que mantiene el Servicio Meteorológico Nacional.
Así comprobó que cerca de la mitad de los participantes del estudio presentaron migrañas que coincidían con cambios climatológicos, pero no todos los que eran sensibles al tiempo reaccionaron a los mismos factores desencadenantes.
Algunos manifestaban mayor vulnerabilidad a una combinación de alto calor y humedad, mientras otros tenían dolores de cabeza bajo las condiciones opuestas.
Por todo lo expuesto, si has escuchado a alguien quejarse del clima y sus dolores, no lo contradigas, el clima se relaciona con nuestros dolores de un modo a veces misterioso, pero real.
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