La adolescencia es un período de descubrimiento de la autonomía e identidad, así como una etapa en la que se cuestionan los límites en general.
Vivir estas nuevas experiencias es clave para el desarrollo del adolescente, pero si se atraviesan sin control o sin apoyo de los padres, los hijos pueden enfrentarse a ciertos problemas que no tienen claro cómo resolver, entre ellos, el consumo de sustancias que conduzcan luego a una adicción.
Cómo empezar a ver el problema y cómo ayudar a que los adolescentes no corran ese riesgo, difícil de superar.
¿Qué es una adicción?
Una adicción es una enfermedad crónica del cerebro, que se caracteriza por la necesidad de buscar recompensa o alivio a través de sustancias o acciones.
Aunque las adicciones suelen relacionarse con el consumo de sustancias psicoactivas, también existen adicciones de otro tipo, como al juego, al sexo, al trabajo e incluso a las pantallas o a internet.
Las sustancias psicoactivas son diversos compuestos naturales o sintéticos que, introducidas en el organismo por cualquier vía de administración (ingerida, fumada, inhalada, inyectada, entre otras) produce una alteración del funcionamiento del sistema nervioso central de una persona, la cual modifica la conciencia, el estado de ánimo o los procesos de pensamiento. Ejemplos de estas sustancias son el alcohol, el cannabis, ciertos fármacos (recetados o no), el tabaco, los opioides, la heroína, la cocaína, entre las más comunes.
Las adicciones pueden afectar nuestra calidad de vida, causando problemas en cada persona, en ámbitos familiares, sociales, o laborales, ya que dificultan el control sobre la propia conducta y causan respuestas emocionales disfuncionales.
Existen muchos motivos por los que un adolescente puede comenzar a usar drogas:
- Calmar dolores o trastornos mentales.
- Lidiar con problemas.
- Socializar.
- Superar cambios en la vida.
El alcohol, la marihuana y el tabaco son las sustancias más usadas por los adolescentes, aunque en los últimos años también se registró un aumento en el abuso de cigarrillos electrónicos, cocaína, éxtasis, metanfetamina, y opioides.
Los períodos de mayor riesgo
Las investigaciones han mostrado que los períodos clave de riesgo para el abuso de drogas son durante las mayores transiciones en la vida de los niños y jóvenes.
La primera transición importante para un niño es cuando deja la seguridad de la familia y va a la escuela por primera vez. Después, cuando pasa de la primaria a la escuela media, a menudo experimenta situaciones académicas y sociales nuevas, como aprender a llevarse con un grupo más grande de compañeros. Es en esta etapa –la adolescencia temprana o preadolescencia– cuando hay más probabilidad de que los chicos se enfrenten por primera vez a las drogas.
Cuando entran a la secundaria, los adolescentes confrontan más desafíos sociales, emocionales y académicos. Al mismo tiempo, pueden estar expuestos a más sustancias, a personas que abusan de drogas y a actividades sociales que involucran drogas. Estos desafíos pueden aumentar el riesgo de que abusen del alcohol, del tabaco y de otras sustancias.
Cuando los adultos jóvenes, entre los 17 y 20 años, dejan sus hogares para ir a la universidad o para trabajar y se encuentran solos por primera vez, su riesgo para el abuso de drogas y de alcohol es muy alto. Por lo tanto, también son necesarias las intervenciones para los adultos jóvenes. Los padres y adultos mayores tampoco pueden bajar la guardia en esta etapa y no deben dejar que un sentimiento de independencia los convenza de que ya son mayores.
Otros factores de riesgo que pueden influir en que el adolescente abuse de drogas son:
- Antecedentes familiares de abuso de sustancias.
- Antecedentes de eventos traumáticos.
- Comportamientos impulsivos.
- Enfermedades mentales, como depresión, ansiedad o trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
- Poca o nula autoestima, así como sentimientos de rechazo social.
Muchos adolescentes pueden sentirse "indestructibles" y no considerar las consecuencias que tendrá en su cuerpo el abuso de sustancias en general. Por ejemplo:
- Actividad sexual no segura.
- Cambios en el rendimiento escolar.
- Conducción en estado de ebriedad.
- Drogodependencia.d
- Falta de criterio al momento de interactuar con otras personas.
- Trastornos de salud mental a largo plazo.
Efectos según la sustancia
Los efectos sobre el organismo dependerán según el tipo de sustancia que se consuma:
- Alcohol: mayor riesgo de daño en el hígado y páncreas, sobrepeso u obesidad, alteraciones en los niveles de presión arterial y problemas del corazón.
- Tabaco: mayor riesgo de accidente cerebrovascular, daño pulmonar y muchos tipos de cáncer, como de pulmón, garganta, o estómago, entre otros.
- Cigarrillos electrónicos: exposición a sustancias nocivas, similar lo que ocurre al fumar cigarrillos tradicionales y un mayor riesgo de dependencia de nicotina.
- Marihuana: mayor riesgo de deterioro de la memoria, el aprendizaje, la resolución de problemas y la concentración. Aumenta la probabilidad de psicosis, como esquizofrenia, alucinaciones o paranoia, cuando se consume de forma temprana, en exceso y durante períodos prolongados.
- Cocaína: mayor riesgo de ataque cardíaco, accidente cerebrovascular y convulsiones.
- Éxtasis: mayor riesgo de insuficiencia hepática y cardíaca.
- Inhalantes: mayor riesgo de daño cardiovascular, pulmonar, hepático y renal.
- Metanfetamina: mayor riesgo de conductas psicóticas cuando se usa a largo plazo en dosis altas.
- Opioides: dificultades para respirar y un mayor riesgo de muerte por sobredosis.
¿Qué pueden hacer los padres?
Los padres cumplen un rol fundamental en la vida de sus hijos, y pueden ayudarlos a atravesar la adolescencia de la mejor manera, previniendo que abusen de drogas. Para eso, los expertos recomiendan
- Conocer las actividades de los hijos.
- Conocer a los amigos o el entorno de los hijos.
- Establecer reglas y castigos con respecto a las nuevas salidas, como por ejemplo, las fiestas.
- Llevar un registro de los medicamentos que hay en la casa.
- Brindar apoyo, alentarlos cuando tengan éxito, fortalecer el vínculo con ellos y dar un buen ejemplo.
La comunicación también es importante y las conversaciones que tienes hoy pueden ser útiles en un futuro.
Los especialistas promueven que los padres discutan con sus hijos por qué no deben consumir drogas, y les expliquen formas de resistir o escapar a la presión de sus compañeros.
También es importante conocer cuál es el punto de vista de ellos con respecto al uso de drogas. Si esta tarea se torna difícil, siempre se puede recurrir a un profesional de la salud.
Señales que indican el uso de drogas
Finalmente, ten en cuenta que existen muchas señales físicas y comportamientos que indican uso drogas. Aprender sobre ellas te permitirá ayudar a tus hijos ante posibles adicciones:
- Cambios repentinos o drásticos en las amistades, hábitos alimenticios, patrones de sueño, apariencia física, coordinación o rendimiento escolar.
- Comportamiento irresponsable, mal humor, irritabilidad y falta de interés general.
- Romper las reglas o los vínculos con la familia.
- Presencia de envases de medicamentos (sin que exista una enfermedad) u otras drogas en la habitación del adolescente.
- Pronunciación lenta o deficiente o, por el contrario, hablar de manera rápida.
- Pupilas dilatadas o muy pequeñas.
- Tos que no desaparece.
Para recordar:
Durante la adolescencia, un período de descubrimiento y cuestionamiento de los límites en general, muchos jóvenes consumen drogas, hábito que a la larga puede desencadenar en una adicción.
Una adicción es una enfermedad del cerebro, que se caracteriza por la necesidad de buscar recompensa o alivio a través de sustancias o acciones. Los efectos sobre el organismo dependerán según el tipo de sustancia que se consuma.
Para prevenir esta enfermedad, el rol de los padres es fundamental. Prestar atención a cambios en los hábitos, amistades y comportamiento de los hijos, y diferenciarlos de aquellos propios de la adolescencia, es importante para anticiparse a cualquier adicción.
¿Las adicciones tienen origen genético?
Fuentes consultadas: Academia Estadounidense de Psiquiatría Infantil y Adolescente, Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU., Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, Clínica Mayo, Organización Panamericana de la Salud (OPS).