¿Te arrancas el cabello? Puedes tener tricotilomanía
Por Hercilia Garnica
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Recurrente e irrefrenable
Según el DSM-IV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), la tricotilomanía es un trastorno del control de los impulsos que afecta a cerca del 4% de la población mundial y se caracteriza por el comportamiento recurrente e irrefrenable focalizado en arrancar compulsivamente el cabello, las cejas y pestañas, y el pelo de otras zonas corporales. Esta conducta puede producir pequeñas pérdidas de cabello hasta una calvicie severa.
La psicóloga española, Rosario Linares, asegura que la tricotilomanía suele aparecer en la infancia. Se estima que entre el 1% y el 2% de los niños sufren esta patología, pero la prevalencia es mayor, ya que el 60% de los casos podrían no estar diagnosticados.
Un gran porcentaje de personas con tricotilomanía sufre otros trastornos como déficit de atención e hiperactividad, onicofagia (comerse las uñas), dermatilomanía (pellizcado y rascado compulsivo de la piel), tricofagia (ingesta de pelo), depresión o ansiedad.
Las personas que sufren el trastorno experimentan al principio mucha ansiedad lo que propicia la necesidad de arrancarse el pelo. Una vez que lo hace, se siente tranquilidad y una sensación liberadora, pero de inmediato comienza a sentirse culpable, lo cual aumenta los niveles de ansiedad y así se crea un círculo vicioso
Por lo general, la persona que sufre de tricotilomanía trata, al principio, de ocultar el trastorno por vergüenza y para evitar el rechazo social, pero tarde o temprano se pueden producir daños en sus relaciones interpersonales y afectar el desempeño laboral y estudiantil. La falta de control sobre sus impulsos provoca una profunda vergüenza por lo que otros pueden pensar sobre su aspecto físico, lo que afecta gravemente a su autoestima.
Arrancarse el pelo puede derivar en otros problemas. Tu autoestima baja aún más porque no te ves bien delante de un espejo. Tus relaciones sociales se ven afectadas cuando tienes un trastorno de estas características. Tienes miedo a que lo noten o a qué pensarán de ti. Ya no estás cómodo con los demás. Problemas en la sexualidad. Te sientes poco atractivo/a y por eso, suele disminuir tu apetito sexual.
La psicóloga española, Rosario Linares, señala que por ahora no hay consenso en la comunidad científica sobre las causas del trastorno, sin embargo, se conoce que en muchos casos está asociada a sucesos estresantes y personalidades obsesivas. Si embargo, admite que hay otras teorías que indican que se trata simplemente de un hábito reforzado por el bienestar que la persona siente después de arrancarse el cabello.
Aunque no hay consenso con respecto a las causas, algunas investigaciones han formulado algunas hipótesis. Un estudio desarrollado en la Universidad de Cambridge reveló que las personas con tricotilomanía tienen un exceso de materia gris en la zona del cerebro vinculadas con el aprendizaje de los hábitos y la regulación cognitiva y emocional, lo cual indicaría que existe una base fisiológica.
Hay otros estudios que apuntan hacia mutaciones en el gen SLITRK1, algo que la tricotilomanía comparte con las personas que sufren el síndrome de Tourette, en el cual se presentan numerosos tics incontrolados.
Tratamiento especializado
La gravedad de los síntomas y el tiempo que se ha padecido la patología determinan la selección del tratamiento, y su eficacia dependerá de la constancia que tenga la persona al momento de poner en práctica las técnicas recomendadas por el psicoterapeuta.
Expertos coinciden en que lo más efectivo para tratar la tricotilomanía es una combinación de hipnosis y estrategias conductuales que permitan a la persona controlar el impulso y utilizar otras alternativas para reducir la ansiedad y regularse emocionalmente. Sin embargo, hay muchos pacientes que son tratados con ansiolíticos y antidepresivos.
El tratamiento más utilizado consiste en invertir el hábito. Para ello es muy importante que la persona tome conciencia de aquellas situaciones donde es más probable que se produzca la compulsión de arrancarse el pelo. Una vez que el paciente es consciente del acto, aprenderá otro tipo de respuesta que sustituya la conducta negativa por una menos dañina.