Todavía hoy muchas mujeres sienten vergüenza de hablar del dolor que sienten al tener relaciones sexuales y no piden ayuda. Es tanta la aprehensión que experimentan que el deseo sexual disminuye considerablemente, y tardan más en excitarse.
Una encuesta reciente hecha en Reino Unido, en la que participaron casi 7.000 mujeres sexualmente activas de entre 16 y 74 años, encontró que casi una de cada 10 tenía dolor al mantener relaciones sexuales.
El estudio, que fue publicado en la Revista Internacional de Obstetricia y Ginecología, indicó que la dispareunia o coitalgia, son comunes y afectan a mujeres de todas las edades.
Quienes sufren esas dolencias señalan que las molestias pueden darse tanto durante como después de la unión sexual.
Sin embargo, mujeres entre 55 y 65 años son las que tienen más probabilidades de tener dispareunia, seguidas del grupo de las más jóvenes, entre los 16 y los 24 años.
De hecho, otro estudio con 200 estudiantes universitarias de Canadá concluyó que hasta el 50% de las jóvenes encuentra dolorosa su primera experiencia de penetración sexual.
En el primer estudio se determinó que el dolor durante el coito está estrechamente ligado a otros problemas sexuales, como la sequedad vaginal, la ansiedad durante el sexo y la ausencia de placer sexual, pero también hay muchos factores físicos, psicológicos y emocionales, que pueden causar dolor durante la penetración, lo cual puede hacer más complejo el tratamiento.
Según la investigadora líder del estudio, la doctora Kirstin Mitchell, hay una multitud de razones por las que alguien puede tener dispareunia y una educación sexual más eficaz podría preparar mejor a la gente joven para lidiar con este problema.
En el sondeo se reveló que un tercio de quienes padecen dolor dijeron estar insatisfechas con su vida sexual, un porcentaje significativamente mayor en comparación con el 10% de quienes no sienten dolor.
Según Mitchell no son solo las mujeres maduras las que sienten vergüenza al hablar del coito doloroso y una educación sexual más eficaz podría preparar mejor a la gente joven para lidiar con este problema.
"Con frecuencia la educación sexual se centra en las enfermedades de transmisión sexual y los embarazos, pero también debería preparar a la gente para reflexionar sobre qué es lo que hace el sexo placentero y comunicar lo que les gusta y lo que no les gusta en una relación respetuosa y de confianza".
Difícil de diagnosticar
En las mujeres que están en edad menopáusica la penetración puede resultar dolorosa debido a la sequedad vaginal.
El dolor durante el coito también puede estar causado por algunas enfermedades de transmisión sexual, la endometriosis o los fibromas.
Todas estas enfermedades deberían ser diagnosticadas y tratadas por un médico. Si es una razón emocional o una ansiedad la que está causando los problemas la terapia sexual puede ayudar.
De hecho, las emociones están íntimamente conectadas con la actividad sexual y pueden ser un factor en cualquier tipo de dolor sexual.
Los factores emocionales comprenden:
Problemas psicológicos. Ansiedad, depresión, preocupaciones sobre la apariencia física, miedo a la intimidad o problemas en la relación pueden contribuir a un bajo nivel de excitación y, en consecuencia, a la incomodidad o el dolor.
Los músculos del suelo pélvico tienden a tensarse como respuesta al estrés que sientes en tu vida. Esto puede contribuir al dolor durante las relaciones sexuales.
La mayoría de las mujeres con dispareunia no tienen antecedentes de abuso sexual, pero si has sufrido abuso, esto puede influir.
En ocasiones, puede ser difícil determinar si hay factores psicológicos asociados a la dispareunia.
El dolor inicial puede causar miedo de tener dolor recurrente, lo que hace difícil que te relajes, y esto puede causar más dolor.
Como ocurre con cualquier dolor corporal, es posible que empieces a evitar las actividades que asocias con el dolor.
Pero es allí donde radica el problema, en la dificultad para precisar cuál es el problema.
El tratamiento del dolor no resulta tan fácil de evaluar, más allá de lo que señala el propio paciente, o al menos, de detectar en una prueba diagnóstica.
Si ese dolor tiene que ver con la sexualidad, el camino hacia el tratamiento suele ser aún más complicado.
En efecto, hay médicos que desconocen el dolor vulvar o vulvodinia y la Fundación Internacional del Dolor reconoce que no se ha podido encontrar la etiología [las causas de una enfermedad] concreta.
En consecuencia, eso puede propiciar que la paciente haga múltiples visitas a diferentes especialistas, durante meses o años, antes de que se determine un correcto diagnóstico, algo que desde luego no ayuda en el camino desesperante que han de recorrer un importante número de mujeres, con molestias que pueden llegar a afectar a las relaciones sexuales, sino durante cualquier tarea rutinaria.
Otras molestias
No en todos los casos se trata de un dolor intenso, de modo que a la consulta llegan muchas mujeres que se quejan de irritación, casi como una quemadura que puede llegar a producir cortes a causa del rascado; descargas eléctricas; sensación de sequedad, picor e hinchazón y molestias en la zona incluso al sentarse o estando acostadas.
Los expertos recomiendan un examen físico completo, a través de una prueba con un hisopo de algodón, con el cual se ejerce presión delicadamente en varios lugares de la vulva para detectar los puntos dolorosos y conocer la intensidad, el otro factor fundamental es escuchar con atención la historia de la paciente.
Es muy importante conocer la historia clínica y las características del dolor.
A veces, las mujeres, al ver implicada su vida en pareja, acuden a una consulta de sexología. En esos casos es necesario establecer un buen diagnóstico ya que existen cuadros que pueden resultar confusos.
Recomendaciones básicas
Los consejos generales están centrados en la higiene diaria. En la mayoría de casos se busca reeducar y fortalecer los músculos del suelo pélvico, así como, pautas básicas como: no retener la orina, beber abundante agua, llevar ropa interior de algodón, limpiar la zona genital con jabones específicos, usar lubricantes adecuados durante las relaciones sexuales.
Los sexólogos recomiendan ampliar la vivencia sexual, más allá del coito. Es decir, extender el juego erótico a zonas no genitales, mientras se pueden volver a disfrutar de unas relaciones sexuales de calidad, con penetración incluida y sin dolor asociado.
En la mayor parte de los casos hay que enseñar a las pacientes a relajar el canal vaginal y tomar conciencia sobre su musculatura pélvica.
Además, emocionalmente se enseñan técnicas de relajación y respiración y a visualizar la experiencia que produce ansiedad, y se realiza terapia para trabajar sobre los pensamientos negativos que la patología ha provocado sobre la experiencia sexual.
Además de la psicoterapia, se suele aconsejar a las pacientes que sufren espasmos musculares a causa del dolor en el coito que realicen fisioterapia, mediante ejercicios de relajación de la musculatura del suelo pélvico, lo que ayuda a reducir la hipertonía muscular y disminuye el dolor.