La epilepsia es un trastorno neurológico que afecta a más de 50 millones de personas en el mundo.
A pesar de su gran incidencia, los especialistas señalan que hasta 70% de las personas que la padecen pueden vivir sin convulsiones si recibieran un diagnóstico a tiempo y un tratamiento adecuado. Conoce aquí cuáles son sus causas, síntomas, riesgos para la salud y tratamientos.
Puntos clave
- La epilepsia es una de las enfermedades neurológicas más comunes a nivel mundial.
- Se caracteriza por provocar convulsiones o períodos de comportamiento y sensaciones inusuales, muchas veces llevando a que se pierda la consciencia.
- Si los episodios de epilepsia no se tratan adecuadamente, aumenta el riesgo de sufrir ahogos, caídas, accidentes automovilísticos, complicaciones en el embarazo e incluso muerte súbita.
¿Qué es la epilepsia?
La epilepsia es un trastorno del sistema nervioso central en el que la actividad cerebral normal se altera. Esto provoca convulsiones o períodos de comportamiento y sensaciones inusuales, muchas veces llevando a que se pierda la consciencia.
Cualquier personas puede tener epilepsia, sin importar su sexo o edad, aunque la evidencia señala que los hombres tienen un mayor riesgo de desarrollarla que las mujeres. Además, es más común que este trastorno aparezca en niños pequeños o adultos mayores.
Ciertos factores pueden desencadenar un episodio epiléptico:
- Estrés.
- Falta de sueño.
- Fiebre.
- Ingesta de cafeína, alcohol, medicamentos o drogas ilegales.
- Saltarse comidas, comer en exceso o consumir alimentos específicos.
- Tener niveles bajos de azúcar en sangre.
Identificar el o los desencadenantes no siempre es fácil, aunque una buena forma de conocerlos es llevando un diario de convulsiones que incluya información útil sobre los episodios, como día, hora, actividades involucradas, contexto, sonidos u olores y estado de ánimo.
Qué causa a la epilepsia
Se estima que casi la mitad de los casos de epilepsia no tienen una causa identificable. Sin embargo, la otra mitad puede deberse a distintos factores:
- Genética: ciertos genes se han asociado a que las personas sean más sensibles a los factores ambientales que desencadenan las convulsiones.
- Anomalías cerebrales: esto incluye tumores, malformaciones, o accidentes cerebrovasculares.
- Traumatismos de cráneo: como los que ocurren por accidentes automovilísticos o caídas.
- Infecciones: como meningitis, virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), o encefalitis viral.
- Trastornos del desarrollo: como autismo.
- Lesiones prenatales: como infección en la madre, mala nutrición o deficiencia de oxígeno.
Además, ciertos factores pueden aumentar el riesgo de padecer episodios epilépticos, como:
- Ser niño o mayor de edad.
- Tener antecedentes familiares de epilepsia.
- Sufrir golpes o lesiones graves en la cabeza.
- Padecer demencia.
Cuáles son los síntomas de la epilepsia
Las convulsiones causadas por la epilepsia pueden afectar cualquier proceso coordinado por el cerebro, por lo que sus síntomas pueden ser:
- Confusión temporal.
- Episodios de ausencias.
- Rigidez en los músculos.
- Movimientos espasmódicos incontrolables de las extremidades.
- Pérdida del conocimiento o consciencia.
- Miedo, ansiedad o déjà vu.
Sin embargo, los signos asociados a la epilepsia dependerán del tipo de convulsión. Generalmente, una persona con epilepsia tiende a tener el mismo tipo de convulsión en cada episodio, de modo que los síntomas serán similares entre uno y otro.
Los expertos clasifican las convulsiones en dos grandes grupos, en función de cómo y dónde comienza la actividad cerebral anormal: focales o generalizadas.
Convulsiones focales
Las convulsiones focales o parciales se producen a causa de actividad anormal en una sola parte del cerebro. A su vez, se subdividen en:
- Convulsiones sin pérdida del conocimiento: pueden alterar las emociones y sentidos, y provocar movimientos involuntarios.
- Convulsiones con alteración de la consciencia: es posible que durante estos episodios la persona mire fijamente al espacio y no responda con normalidad a su entorno, o realice movimientos repetitivos, como frotar las manos, mascar, tragar o caminar en círculos.
Se deben hacer análisis y pruebas diagnósticas para distinguir este tipo de convulsiones, ya que se suelen confundir con otros trastornos, como migraña o enfermedad mental.
Convulsiones generalizadas
Las convulsiones generalizadas se producen a causa de actividad anormal en todas las áreas del cerebro. Hay seis tipos:
- Crisis de ausencia: suelen ocurrir en niños y se caracterizan por episodios de mirada fija en el espacio con o sin movimientos corporales sutiles, como parpadeo de los ojos o chasquido de labios. Duran entre 5 y 10 segundos y pueden tener una frecuencia de hasta 100 veces al día, causando una pérdida breve de la consciencia.
- Crisis tónicas generalizadas: se caracterizan por afectar los músculos de la espalda, brazos y piernas, pueden causar caídas y afectar el conocimiento.
- Crisis generalizadas atónicas: se caracterizan por causar la pérdida del control muscular, especialmente en las piernas, por lo que pueden terminar en caídas o colapsos repentinos.
- Crisis generalizadas clónicas: se caracterizan por causar movimientos musculares repetitivos o rítmicos y espasmódicos, generalmente en el cuello, cara y brazos.
- Crisis mioclónicas: se caracterizan por movimientos espasmódicos breves repentinos, o sacudidas que suelen terminar por afectar la parte superior del cuerpo, así como los brazos y piernas.
- Crisis tónico-clónicas generalizadas: son el tipo más intenso de crisis epiléptica, pueden causar pérdida abrupta del conocimiento, rigidez, espasmos, sacudidas del cuerpo y en algunos casos pérdida del control de la vejiga o mordedura de la lengua.
Cómo se diagnóstica la epilepsia
Es importante consultar a un profesional de la salud si se presentan alguno de los síntomas antes desarrollados. Para descartar otras afecciones que provoquen convulsiones el médico puede ordenar distintos análisis y exámenes:
- Análisis de sangre.
- Electroencefalograma.
- Pruebas neurológicas.
- Resonancia magnética.
- Tomografía computarizada.
Qué tratamientos existen para la epilepsia
Actualmente, no existe una cura para la epilepsia, aunque el tratamiento temprano y adecuado puede mejorar significativamente la calidad de vida.
Existen distintos opciones para tratar la epilepsia, cuya elección dependerá de la gravedad de los síntomas, estado de salud del paciente y respuesta a la terapia que presente. Las más comunes son:
- Fármacos antiepilépticos o anticonvulsivos: ácido valproico (Depakote), carbamazepina (Tegretol), lamotrigina (Lamictal) o levetiracetam (Keppra), entre otros.
- Estimulador del nervio vago: se coloca quirúrgicamente este dispositivo debajo de la piel del pecho y estimula eléctricamente el nervio que pasa por el cuello para prevenir las convulsiones.
- Cirugía cerebral: se extirpa el área del cerebro que causa la actividad convulsiva.
Riesgos para la salud
Si los episodios de epilepsia no son tratados adecuadamente pueden elevar el riesgo de diferentes complicaciones para la salud:
- Accidentes automovilísticos.
- Ahogos.
- Caídas.
- Complicaciones durante el embarazo.
- Problemas de salud emocional, como depresión, ansiedad o pensamientos y conductas suicidas.
- Muerte súbita.
Casos de epilepsia
De las aproximadamente 50 millones de personas en todo el mundo que tienen epilepsia, 5 millones viven en América Latina y el Caribe, según informa la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Se estima que más de la mitad de los casos de epilepsia en América Latina y el Caribe no reciben atención de ningún tipo por parte de los servicios de salud, dos tercios de los países de la región no tienen un programa para la atención de la epilepsia y el 80% no tiene una legislación adecuada sobre la epilepsia.
La mortalidad por epilepsia es de 1.04 por 100.000 habitantes, superior a la de Estados Unidos y Canadá, donde es de 0.5 por 100.000 habitantes. A su vez, la región tiene una tasa de 0.7 neurólogos por cada 100.000 habitantes.
Fuentes consultadas: Asociación Estadounidense de Psiquiatría, Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU., Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), Clínica Mayo, Organización Mundial de la Salud (OMS), Organización Panamericana de la Salud (OPS).