A medida que envejecemos el cuerpo se ve afectado por la acción del tiempo, que produce modificaciones fisio y morfológicas, y disminuciones en las funciones de los órganos y sistemas de defensas.
Sin embargo, desde hace tiempo otro factor comenzó a alzarse como una amenaza para los adultos mayores: la soledad. Conoce aquí cómo este estado puede afectar al organismo.
La soledad es un estado de aislamiento, donde la persona se encuentra sin el acompañamiento de otros individuos.
Esta situación puede deberse a una elección propia, aislamiento impuesto, enfermedades contagiosas, problemas de salud mental o trastornos emocionales, por ejemplo, la pérdida de empleo o de un ser querido.
Todos en algún momento podemos experimentar episodios de soledad a corto plazo. El problema ocurre cuando estos comienzan a volverse crónicos, promoviendo la aparición de síntomas que afectan a la salud y dificultan salir de esa situación.
Los especialistas señalan que esto puede ocurrir debido a:
- Incapacidad para concretar con los demás.
- Ausencia de amigos o conocidos con quienes mantener contacto.
- Dudas sobre la autoestima.
- Sentimientos negativos sobre la interacción, miedos y agotamientos.
Esto suele apreciarse en mayor medida entre los adultos mayores, por este motivo fue que, a comienzo del 2018, el gobierno de Reino Unido creó un Ministerio de la Soledad.
Según expresaron las autoridades inglesas, muchos de sus habitantes mayores pueden llegar a pasar días e incluso semanas sin ningún tipo de interacción social.
Esto va en contra del envejecimiento activo, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) define como el proceso por el cual se optimizan las oportunidades de bienestar físico, social y mental durante toda la vida, con el objetivo de extender la esperanza, productividad y calidad de vida saludable durante la vejez.
Cuando no se aprovecha este proceso, o las personas se ven afectadas por un empobrecimiento de los vínculos e interacciones familiares, sociales y culturales, muchas de las funciones corporales, tanto físicas como mentales, pueden verse vulnerabilizadas, conllevando a una serie de enfermedades y lesiones.
Cómo afecta a la salud
Como señalamos, la soledad crónica puede afectar la salud de muchas maneras. La Clínica Cleveland, por ejemplo, explica que esta situación puede aumentar los niveles de cortisol en el cuerpo.
Esta es una hormona que se produce cuando el organismo está bajo estrés, y, con el tiempo, su presencia puede favorecer problemas de atención, un mayor riesgo de sobrepeso u obesidad, inflamación o resistencia a la insulina. Otros problemas vinculados con la soledad son:
- Abuso de sustancias.
- Diabetes tipo 2.
- Depresión.
- Enfermedades cardiovasculares.
- Hipertensión.
- Mayor riesgo de suicidio.
- Trastornos del sueño.
Muchas investigaciones hallaron que la soledad crónica también puede tener un fuerte impacto en el funcionamiento del cerebro, limitando las capacidades cognitivas: concentración, memoria, toma de decisiones o resolución de problemas. También se la vinculó con un mayor riesgo de desarrollar demencia, específicamente Alzheimer.
La doctora Amy Sullivan, de la Clínica Cleveland, compartió algunos consejos para hacer frente a esta situación:
- Trabaja por una mayor conexión social: los voluntariados, clubes de pasatiempos o grupos de entrenamiento son una buena forma de hacerlo, a la par que se mejora la salud física y cognitiva.
- Haz pequeños favores a las personas o actos de bondad al azar.
- Aprende algo nuevo.
- Proponte nuevas metas.
- Tómate un descanso de las redes sociales: siempre es bueno alejarnos de las pantallas y dedicarle más tiempo a la interacción directa. También puedes aprovecharlo para hacer ejercicio.
- Se más consciente sobre tus sentimientos: esto ayudará a comprender el impacto que la soledad puede generar sobre tu salud.
Si el aislamiento y la sensación de desazón es muy grande, no dudes en buscar el consejo de un profesional. Recuerda, la soledad no se trata solo de sentirse solo, si no se la controla, puede causar graves problemas físicos y emocionales.
Fuentes consultadas: Asociación Estadounidense de Psicología, Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU., Clínica Cleveland, Instituto Nacional de la Salud Mental, Organización Mundial de la Salud.