Hepatitis es un término médico que se usa para describir una inflamación del hígado que puede causar otros problemas de salud, y en algunos casos llegar a ser mortal.
Debido a que existen muchos tipos, es común que se confundan sus causas, síntomas y tratamientos. Aquí repasamos los mitos más comunes en torno a esta afección para despejar todas tus dudas.
Puntos clave
- La hepatitis es una inflamación del hígado que puede afectar el buen funcionamiento de este órgano, en algunos casos con resultados mortales.
- Aunque se la trata como una única afección, existen diferentes tipos de hepatitis: viral, alcohólica, tóxica y autoinmune.
- El tratamiento dependerá del tipo y gravedad de la infección, generalmente incluye reposo e hidratarse correctamente, pero en casos graves puede ser necesario un trasplante de hígado.
Mito 1: Solo existe un tipo de hepatitis
Es común que se hable de la hepatitis como si se trata de una única afección, pero lo cierto es que existen diferentes tipos:
- Hepatitis viral: es el tipo más común, y, como su nombre lo indica, ocurre por uno o varios tipos de virus, como el de la hepatitis A, B, C, D y E.
- Hepatitis alcohólica: ocurre por el consumo excesivo de alcohol.
- Hepatitis tóxica: ocurre por la exposición a ciertos venenos, productos químicos, medicamentos o suplementos.
- Hepatitis autoinmunitaria: es un tipo crónico en el que el sistema inmunitario ataca al hígado. Se desconoce la causa, pero la genética y el entorno pueden influir.
Mito 2: Las hepatitis son fácilmente identificables por sus síntomas
Este es un mito muy común ya que al hablar de hepatitis inmediatamente se piensa en ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos). Sin embargo, los síntomas dependerán del tipo de hepatitis que ocurra. Además de la ya mencionada ictericia, generalmente incluyen:
- Dolor abdominal o articular.
- Fiebre.
- Fatiga.
- Orina o heces oscura.
- Pérdida de apetito.
Sin embargo, es erróneo creer que una hepatitis es fácilmente identificable porque siempre provoca signos. Existen casos crónicos en los que no se presenten síntomas en absoluto hasta muchos años después de la infección.
Mito 3: La hepatitis es una afección genética
En raras circunstancias la hepatitis puede transmitirse de la madre al niño durante el parto (alrededor del 2% de los casos). Sin embargo, esta es una afección que mayoritariamente ocurre por exposición a virus, toxinas o consumo excesivo de alcohol, no por la genética.
Mito 4: Se puede trasmitir hepatitis por contacto
Este es un mito muy extendido, pero no por ello deja de ser un mito. Es importante entender que los distintos tipos de hepatitis tienen diferentes formas de transmisión.
La A y E se trasmiten a través del contacto con agua o alimentos contaminados con las heces de una persona infectada. La hepatitis E también puede deberse al consumo de carne de cerdo, ciervo o mariscos poco cocidos.
En cambio, la hepatitis B, C y D se transmiten a través del contacto con la sangre de una persona con la enfermedad.
Mito 5: Las relaciones sexuales trasmiten hepatitis
Al igual que explicamos en el mito anterior, esta afirmación no puede extenderse a todas las hepatitis. Sin embargo, los expertos advierten que, aunque la hepatitis B y D se trasmiten a través del contacto con la sangre de un persona con la enfermedad, también se pueden propagar a través del contacto con otros fluidos corporales, por ejemplo, al tener relaciones sexuales sin protección.
Mito 6: Existen vacunas para los distintos tipos de hepatitis
Este es un error muy común debido a que se suele confundir o mezclar los distintos tipos de hepatitis. Actualmente, solo existen vacunas para la hepatitis A y B (esta última también puede ayudar a prevenir la hepatitis D), y ambas requieren dos y tres dosis respectivamente para completar la serie.
Mito 7: No se puede tratar la hepatitis
El reposo e hidratarse correctamente ayudan a recuperarse de la hepatitis, sin embargo, también existen diferentes tratamientos médicos para esta afección, que dependen del tipo y de si es aguda o crónica.
Por ejemplo, para el virus de la hepatitis C el tratamiento generalmente involucra de 8 a 12 semanas de terapia oral con pastillas. Las tasas de curación superan el 90%, los fármacos tienen muy pocos efectos secundarios y son muy bien tolerados.
En casos más serios se puede recurrir a otros procedimientos médicos, como cirugía o incluso trasplante de hígado.
Mito 8: No se puede contraer la hepatitis C más de una vez
Es común creer que una vez que se recibe tratamiento contra la hepatitis C esta no volverá a afectarnos, pero las personas pueden volver a contraerla después de eliminar el virus de forma natural o tras ser tratados con medicamentos.
Los anticuerpos de la infección original no brindan protección de la misma forma que lo haría una vacuna. Por ello, sigue siendo importante tomar precauciones contra la reinfección una vez que la infección inicial haya desaparecido.
Además, que una persona haya padecido un tipo de hepatitis no la libra de la posibilidad de presentar en el futuro alguna de las otras variantes.
Mito 9: Es imposible prevenir la hepatitis
Esto es falso. Dependiendo el tipo de hepatitis, existen diferentes formas de prevenir su aparición. Por ejemplo, no beber demasiado alcohol ayuda a prevenir la hepatitis alcohólica, mientras que aplicar las vacunas para la hepatitis A y B reduce el riesgo de contraer estos tipos respectivamente. Sin embargo, hay casos en los que no se puede prevenir, como es el de la hepatitis autoinmune.
Fuentes consultadas: Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU., Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), Clínica Mayo, Instituto Nacional de la Diabetes y las Enfermedades Digestivas y Renales, Organización Mundial de la Salud (OMS).