Es probable que la mayoría de las personas afectadas por los huracanes de las últimas semanas en Estados Unidos y el Caribe (Harvey, Irma, María, José) o por terremotos devastadores como los que golpearon a México el 7 de septiembre (magnitud 8,2 que sacudió los estados de Oaxaca y Chiapas), y el del 19 de septiembre (7,1 en la escala de Richter que azotó el centro de México) sigan funcionando con una aparente normalidad. Pero debajo de esa supuesta tranquilidad pueden aparecer algunas señales como ansiedad, dificultad para dormir, tristeza.
El peligro radica cuando esos síntomas empiezan a afectar tu vida diaria y ya no se hace tan fácil funcionar en la oficina, en la escuela o en la casa. Se habla, entonces de Estrés Post Traumático (TEPT) una enfermedad real que afecta tu vida y la de la gente que te rodea.
Jeff Temple, profesor de la Universidad de Texas, señala que si los síntomas persisten más de un mes, se diagnostica el trastorno por estrés postraumático.
Octavio Martínez Jr, director ejecutivo de la Fundación Hogg para la Salud Mental de la Universidad de Texas, en Austin, advierte que cuando eso ocurre es crucial que busques ayuda porque corres el riesgo de que comiencen a aparecer otras señales más severas como sentimientos de marginalización, aumento de ganas de fumar y de beber alcohol e irritabilidad crónica.
La Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) advierte, por su parte, que es común que las personas que han experimentado situaciones traumáticas tengan expresiones emocionales fuertes y que comprender esas reacciones adversas puede ayudarte, de forma efectiva, a confrontar los sentimientos, pensamientos y conductas y comenzar el camino de la recuperación.
El paso a paso
Sentirte aturdido, perturbado, afectado es normal luego de un evento traumático como un terremoto o un huracán. También es natural que no reconozcas en toda su dimensión el impacto de lo que ocurrió y que más bien te sientas temporalmente paralizado o desconectado de la realidad.
La conmoción y la negación son emociones normales de protección, advierte la Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés).
Luego de esta primera reacción es probable que te sientas más irritable de lo usual, y que tu estado de ánimo sea lo más parecido a una montaña rusa, pasarás de la tristeza al enojo o a la ansiedad con facilidad.
Los expertos también señalan que el trauma afecta los patrones de pensamiento y comportamiento y que es muy probable que tengas recuerdos repetidos y vívidos del acontecimiento. Esas visiones pueden aparecer repentinamente sin razón aparente, y provocar reacciones físicas como taquicardia, sudoración, dolores de cabeza, náuseas y dolores en el pecho que pudieran necesitar atención médica.
También debes estar preparado para tener dificultades a la hora de concentrarte o tomar decisiones. Seguramente no podrás dormir bien ni tampoco comer.
Con frecuencia se verán afectadas tus relaciones interpersonales que se expresarán con pequeñas discusiones o conflictos con familiares y compañeros de trabajo. Por otro lado, puedes experimentar distanciamiento o aislamiento, y rechazo de las actividades usuales.
Aun con todas estas posibilidades de respuesta emocional, expertos de APA alertan que no existe un patrón “estándar” del estrés provocado por experiencias traumáticas.
Algunas personas responden de inmediato, mientras que otras experimentan reacciones retardadas que aparecen meses o incluso años después. Algunas sufren efectos adversos durante mucho tiempo, mientras que otras se recuperan con bastante rapidez.
La variación depende de varios factores: el grado e intensidad de la pérdida. Tu capacidad para enfrentar situaciones que te afecten emocionalmente. Hay personas que han pasado por otras circunstancias difíciles y estresantes y eso pudiera ayudarlos a enfrentar el trauma con mayor facilidad.
Debes tenerte paciencia
Pese a lo devastador que puede resultar el trauma estás en capacidad de recuperarte y hay medidas concretas que pueden ayudarte a ti y a tu familia.
- Dedica tiempo para curarte y para lamentar las pérdidas que has sufrido.
- Trata de tener paciencia con los cambios en tu estado emocional.
- Pide ayuda a las personas más cercanas que puedan escucharte y solidarizarse con tu situación.
- Investiga sobre la existencia de grupos de apoyo a los que puedas asistir. Allí encontrarás personas en tu misma situación y eso te ayudará a sentirte identificado y respaldado.
- Procura que esos grupos estén dirigidos por profesionales adecuadamente capacitados y experimentados.
- Trata, en la medida de lo posible de comer comidas balanceadas y saludables, de retomar la rutina. Descansa lo suficiente.
- Haz ejercicio.
- Si tienes dificultades para dormir, prueba con algunas técnicas de relajación.
- Evita el consumo de alcohol y drogas.
- Si es posible, toma un receso de las demandas de la vida cotidiana y dedícate a pasatiempos u otras actividades agradables.
- No tomes decisiones importantes. Espera un tiempo para hacerlo.
El Instituto Nacional de la Salud Mental (INH) recomienda terapia de conversación, medicinas o una combinación de ambas. El tratamiento puede tomar de seis a 12 semanas. Para algunas personas, puede ser más largo.
La terapia cognitiva-conductual (TCC) es el tratamiento más eficaz para el TEPT. Existen diferentes tipos de TCC, como la terapia cognitiva y la terapia de exposición.
Uno de ellos es la Terapia de procesamiento cognitivo (TPC) en la cual se aprenden habilidades para comprender la forma en la cual el trauma cambia tus pensamientos y sentimientos.
Otro tipo es la terapia de Exposición prolongada (EP), en la que hablas de tu trauma en forma repetida hasta que los recuerdos ya no te angustian.
Un tipo similar de tratamiento se llama desensibilización y reprocesamiento por movimiento ocular (EMDR, por su sigla en inglés). Esta terapia consiste en focalizarse en los sonidos o movimientos de las manos mientras hablas sobre el trauma.
La resiliencia
En un estudio sobre resiliencia, expertos entrevistaron a sobrevivientes del huracán Katrina tres años y 12 años después y la conclusión fue que la mayoría de las personas “son muy resilientes a los desastres”.
Jeff Temple, profesor de la Universidad de Texas, es optimista y asegura que la mayor parte de los síntomas que se experimentan después del trauma disminuyen a medida que pasa el tiempo.
Por lo general, las personas que acuden a un servicio de salud mental tienen la oportunidad de tratarse otros problemas que antes del evento no habían considerado. También ayuda el hecho de tener desafíos personales como empezar de cero. Esa necesidad de salir adelante es determinante y en muchos casos se asume como nuevas oportunidades educativas, laborales o afectivas.
Por lo general el trauma deriva en crecimiento personal, hay mayor conexión y valoración del grupo familiar y una mayor espiritualidad.