No fue solo una sensación, 2018 fue uno de los años más cálido registrado. Lejos de ser solo una molestia para llevar a cabo las actividades cotidianas, el calor extremo puede ser peligroso para nuestra salud, incluso letal.
Los expertos afirman que esta condición debe ser reconocida por lo que es: un desastre natural. Te contamos en que consiste esta problemática y como puedes cuidarte.
2016, 2017, 2015 y 2018 fueron los años más cálidos registrados desde 1850, según informó la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Por la tendencia se espera un 2019 más cálido y con una mayor frecuencia de olas de calor.
El calentamiento global aumenta la temperatura y con ello, la probabilidad de insolación y enfermedades relacionadas. Sin embargo, estos fenómenos a menudo obtienen una cobertura muy diferente en los medios, en comparación con otras catástrofes.
A mediados de 2018 el Dr. David Eisenman, director de El Centro de Salud Pública y Desastres de la Universidad de California, Los Ángeles, EE.UU., declaró “Con los desastres pensamos en cosas como tornados, huracanes, inundaciones e incendios forestales. Todos son muy importantes, pero no son los únicos que existen. Realmente no nos estamos enfocando en los que están relacionados con la temperatura".
Cambios bruscos
El calor extremo se da cuando las temperaturas de verano son mucho más calientes y/o húmedas que el promedio para cada región, según indican los Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).
El agotamiento o golpe de calor ocurre cuando la sudoración no es suficiente y nuestro cuerpo no es capaz de enfriarse adecuadamente. En estos casos, la temperatura corporal aumenta más rápido de lo que puede enfriarse. Esto puede causar daño al cerebro, trastornos cardiovasculares y problemas respiratorios.
Las muertes relacionadas con esta condición son difíciles de registrar porque pueden no ser relacionadas con el calor en los certificados de defunción.
Sin embargo existen casos, como las 700 muertes en Chicago en 1995 o las 70,000 en Europa durante el 2003, que demuestran los peligros del calor extremo.
Todos podemos sufrir enfermedades relacionadas con el calor, aunque los niños, los ancianos y los trabajadores al aire libre tienen un mayor riesgo.
Cómo nos afecta
Nuestro cerebro tiene un sistema de termorregulación, una especie de termostato que permite al cuerpo adaptarse frente a los cambios de temperatura. Durante el calor extremo este se sobrecarga, de modo que ya no se adapta correctamente y los órganos podrían verse afectados negativamente. Algunas de sus consecuencias son:
- Problemas en los riñones debido a una mala hidratación: aumenta el riesgo de insuficiencia renal.
- Presión sobre el sistema cardiovascular: eleva la posibilidad de sufrir un ataque cardíaco.
- Problemas respiratorios: las altas temperaturas contribuyen a la acumulación de contaminantes dañinos del aire. El asma, el enfisema u otras afecciones pulmonares pueden intensificarse por el calor y la contaminación.
- Efectos sobre la capacidad cognitiva y el estado de ánimo: como consecuencia de la deshidratación e insolación.
Cómo cuidarte
La CDC recomienda algunas medidas para mantenerse a salvo durante los meses más calurosos del verano:
- Mantente hidratado, no esperes hasta tener sed para beber.
- Usa ropa adecuada, en lo posible holgada y clara.
- Permanece en ambientes frescos.
- Toma duchas con agua fría.
- Usa tu aire acondicionado, si tienes uno.
- No uses la estufa para cocinar.
- Evita salir al exterior durante las horas más calurosas del día y solo haz ejercicio por la mañana o por la noche.
- Usa filtro solar.
- No subestimes los síntomas.
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