Se sabe que muchos productos de uso cotidiano como detergentes, suavizantes, acondicionadores o lejía, contienen sustancias potencialmente peligrosas para nuestro cuerpo.
Estos riesgos suelen detallarse en sus etiquetas pero, ¿Qué sucede si estos químicos se encuentran en objetos que no poseen advertencias?
Recientemente una investigación encontró que estos compuestos están más extendidos de lo que pensábamos, ya que los muebles en nuestros hogares contienen químicos que podrían dañar la salud de los niños.
Bisfenoles, retardantes de llama bromados o ftalatos, todos han sido investigados por sus posibles efectos en nuestra salud.
Pero probablemente no estés familiarizado con estos nombres y sí con los productos que los poseen: envases de alimentos y bebidas, alfombras, ropa, juguetes, cosméticos y muebles.
Una exposición constante, sobre todo durante la infancia y las etapas de desarrollo fisiológico, puede causar serias consecuencias, como defectos en el desarrollo neurológico, enfermedades pulmonares e incluso cáncer.
El nuevo estudio encontró que los niños que viven en hogares con pisos de vinilo o sofás que tienen ciertos compuestos químicos, tienen rastros de estos en su orina o sangre.
Heather Stapleton, química ambiental de la Universidad de Duke, en Durham, Inglaterra dirigió la nueva investigación.
Ella y su equipo presentaron sus hallazgos en la reunión anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS), hace una semana en Washington D.C.
Químicos peligrosos
Stapleton y sus colegas examinaron la exposición de 203 niños a compuestos orgánicos semivolátiles (COSV), durante 3 años.
Los COSV son sustancias químicas potencialmente dañinas que aún están presentes en muchos ambientes interiores, muebles, materiales de construcción y artículos electrónicos.
Durante el transcurso del trabajo los especialistas analizaron muestras de aire, polvo y espuma contenidas principalmente pisos de vinilos y sofás. También analizaron muestras de toallas, orina y sangre de cada niño.
"Nuestro objetivo principal era investigar los vínculos entre productos específicos, las exposiciones de los niños y determinar cómo estas se produjeron", explicó Stapleton.
Para ello desarrollaron una serie de indicadores para evaluar como una gran variedad de químicos, presentes en ciertos muebles, podían afectar al organismo.
Todos estos compuestos han sido asociados por diferentes estudios a una reducción en el coeficiente intelectual, aumento de las tasas de infertilidad, obesidad y bajo peso al nacer.
Los autores señalaron que los niños que vivían en hogares donde el sofá estaba en la sala de estar, tenían concentraciones 6 veces más altas en sangre de éteres de difenilo polibromados retardantes (PBDE), en comparación con los niños que viven en hogares sin esta sustancia en el mueble.
Estudios previos encontraron que la exposición o ingestión de PBDE puede causar diabetes, problemas hepáticos, nerviosos, inmunológicos, reproductivos y enfermedades de la tiroides.
Un segundo hallazgo fue que los niños que viven en hogares con pisos de vinilo tenían 15 veces más ftalato de butilbencilo en la orina, que aquellos vivían en hogares sin este tipo de piso. Esta sustancia estaría relacionada con el asma y problemas genéticos.
Aunque las maneras de exposición pueden variar, ya sea a través de la respiración, el contacto con la piel o la inhalación involuntaria de polvo, los autores alertaron que el ambiente del hogar es un importante impulsor del contacto de los niños a toda clase de COSV.
Un sencilla manera para disminuir este problema, es mantener una buena ventilación a diario para renovar el aire fresco de la casa.
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