Una de las principales preocupaciones del ámbito de la salud mental podría tener solución. Recientemente, un grupo de investigadores identificó una sustancia del cerebro que podrían dar indicios sobre el riesgo de suicidio en personas que sufren estrés postraumático (TEPT). Según los autores, este hallazgo ayudaría a desarrollar mejores diagnósticos y elegir mejores tratamientos para los pacientes.
El TEPT es un trastorno que se puede sufrir después de vivir o presenciar un evento impactante, peligroso o terrorífico. El temor que se siente en este tipo de situaciones es un reflejo del cuerpo para protegerse contra algún tipo de peligro desconocido. Sin embargo, pasado este, las personas se recuperan y pueden continuar con su vida normalmente. Cuando esto no es así, es probable que se trate de TEPT.
Cualquiera a cualquier edad puede sufrir esta condición, el Centro Nacional para el Trastorno por Estrés Postraumático, estima que 8 de cada 100 personas lo padecen y que las mujeres son más propensas. Los síntomas más comunes son:
- Reviviscencia: volver a vivir mentalmente el acontecimiento traumático, tener pesadillas o pensamientos aterradores.
- Evasión: mantenerse alejado o evitar lugares, objetos e incluso pensamientos que traen recuerdos de la experiencia traumática.
- Hipervigilancia y reactividad: dificultades para dormir y tensión o sobresaltos constantes.
- Cognitivos y del estado de ánimo: culpa o remordimiento, pensamientos negativos sobre uno mismo y problemas para recordar la situación estresante.
Estas condiciones pueden, entre otras cosas, aumentar el riesgo de pensamiento suicidas. La profesora en psiquiatría de la Universidad de Yale y autora del nuevo trabajo, Irina Esterlis, reconoció "Los individuos con trastornos de la salud mental tienen un riesgo más alto de ideación y acciones suicidas, y actualmente no hay un tratamiento para aliviar la ideación suicida en el TEPT".
Por este motivo, es que decidió junto a su equipo analizar un tipo característico de actividad cerebral que podría identificar estos síntomas. Sus hallazgos se publicaron en Proceedings of the National Academy of Sciences.
Una nueva forma de prevención
Para su trabajo, los profesionales analizaron las alteraciones de una sustancia cerebral llamada mGlurR5. Según los especialistas, esta se encuentra en todas las regiones del cerebro y cumple un rol en la regulación de la memoria, el aprendizaje y el sueño.
Sin embargo, estudios en animales también vincularon desequilibrios en mGlurR5 ante la presencia de factores de riesgo de la ansiedad y depresión.
Los investigadores decidieron examinar si esa actividad cerebral podría desencadenar los síntomas clásicos del TEPT, como el deseo de evitar a las personas o a los lugares asociados con un evento traumático.
Para ello, usaron escáner de TEP (tomografía por emisión de positrones) en 87 participantes que dividieron en tres grupos:
- 29 con TEPT.
- 29 con trastornos depresivo mayor (TDM).
- 29 sanos, como grupo control.
El escáner mostró que la mGlurR5 tendían a acumularse en la parte externa de las células cerebrales, en vez de dentro, cuando los voluntarios tenían pensamientos suicidas.
Este fenómeno fue significativamente más alto en las 5 regiones cerebrales escaneadas de los pacientes con TEPT, en 3 de los que sufrían TDM y en ninguna de los voluntarios sanos.
"Encontramos que había alrededor de un 30% más de esos receptores en la parte externa de la célula en los individuos con TEPT que tenían pensamientos suicidas, en comparación con los individuos mentalmente sanos", explicó Esterlis.
A pesar de estos resultados, los especialistas señalaron que aún son necesarias más investigaciones para poder probar si estos patrones pueden servir como herramientas de evaluación del riesgo o como objetivos terapéuticos.
Sin embargo, los expertos consideran que este es un gran paso en la comprensión sobre el funcionamiento del cerebro y en lo que sucede cuando las personas experimentan ciertas enfermedades o trastornos. Esto los entusiasma para mejorar los diagnósticos de los pacientes con TEPT y así, ofrecer mejores tratamientos.
"Solo hay dos tratamientos aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) para el TEPT", resaltó Esterlis. Ambos son antidepresivos, pero, "no funcionan rápido, y quizá no funcionen bien en más o menos la mitad de los individuos", concluyó.
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