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Se enciende la polémica por el “punto G”

El ginecólogo Ernst Grafenberg definió el “punto G” (se lo llama G justamente por su apellido) en 1940, como un área ubicada a 2-3 pulgadas del comienzo de la vagina. Este punto, al ser estimulado, generaría un enorme placer y hasta la eyaculación femenina.

Sin embargo, Grafenberg nunca pudo demostrar anatómicamente la existencia del controversial punto, y es desde entonces que la polémica sobre si es real o mítico se pone y se saca de la mesa, al ritmo de congresos médicos, declaraciones furtivas de mujeres que dicen sentirlo, y estudios científicos.

Se enciende la polémica por el “punto G”

Puntos clave

  • Un científico italiano dice que no existe y que fue un invento publicitario.
  • Se trataría de un área ubicada dentro de la vagina, que estimula el placer femenino.
  • Pero nunca se ha encontrado una prueba anatómica de su existencia.

Ahora, Vincenzo Puppo, ginecólogo italiano con base en Florencia y miembro del Centro Italiano de Sexología, encendió de nuevo la mecha en el congreso de la Asociación Mundial por la Salud Sexual que acaba de finalizar en Glasgow, en el Reino Unido.

La misma mecha que prendió en 2008, cuando publicó un estudio en el Journal of Sexual Medicine, que aseguraba que  el “punto G” le había hecho daño a la sexualidad femenina, porque las mujeres se sentían frustradas al no encontrarlo.

Ésta vez, Puppo fue más allá, y dijo que al “punto G” lo había inventado Beverly Whipple, una  enfermera y profesora de enfermería en la Rutgers University. Whipple, quien luego se convirtió en experta en sexología, se hizo famosa en los 80 por afirmar que el “punto G” era una realidad de la sexualidad femenina, y que había que descubrirlo.

El debate parece eterno, y siempre bien argumentado. Puppo dice que se trata de una mentira anatómica; la experta Anna Koedt que es un invento masculino para colocar a la mujer como un objeto de placer. Emmanuele Janini, de la Universidad de L’Aquila, asegura que algunas mujeres lo tienen y otras no…. ¿cómo saberlo?

El secreto estaría en la piel que recubre la vagina, y que en algunas es más gruesa y hermética, y en otras más delgada y, por ende, más sensible al placer.

Mientras tanto, muchos expertos ya lo llaman "punto G", pero no por Grafenberg, sino por "ghost": el punto fantasma.

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