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Mujeres activas y deportistas tienen mejor vida sexual

Este nuevo descubrimiento propone un nuevo incentivo para dejar la vida sedentaria.

El deporte ya no sólo es bueno para la salud física y emocional en general, para el corazón, prevenir enfermedades de todo tipo y mantener un peso saludable, sino que también abre el camino para disfrutar del sexo con mayor plenitud.

Mujeres activas y deportistas tienen mejor vida sexual
| Foto: THINKSTOCK

Puntos clave

Omer Faruk Karatas, de la Universidad Faith, en Ankara (Turquía), es el autor de un estudio publicado en “Journal of Sexual Medicine” que concluye que practicar ejercicio en forma regular puede contribuir a mejorar el flujo sanguíneo en el clítoris y potenciar la función sexual femenina.

Es sabido que muchos de los problemas sexuales de las mujeres, en cuanto a excitación y respuesta sexual, se deben a un flujo insuficiente en el área genital.

La Clínica Clevenland describe dónde está ubicado el clítoris y sus semejanzas con el pene. “Los dos labios menores que conforman la vagina se unen en el clítoris, una saliente pequeña y sensible que es comparable al pene de los varones. Está cubierto por un doblez de piel que es similar al prepucio en el extremo del pene y tal como éste, el clítoris es muy sensible al estímulo y puede llegar a ponerse erecto”.

Evidencias científicas del estudio

Los científicos llevaron a cabo la prueba en 25 jugadoras de baloncesto y voleibol de entre 20 y 45 años, sexualmente activas, que practicaban ejercicio regular (un mínimo de cuatro horas al día). A todas ellas se las compararon con otras tantas mujeres sanas, con la misma edad, que realizaban dos horas de deporte a la semana.

"Ninguna de las atletas usaba testosterona u otras hormonas anabolizantes. Tampoco padecían enfermedad genitourinaria, vascular, endocrina, ni habían tenido un hijo en los seis meses previos al ensayo", comenta el doctor Faruk al diario El mundo.es.

Además de realizar la prueba doppler a todas las participantes, los científicos llevaron a cabo un cuestionario que evaluó la función sexual y tuvo en cuenta aspectos como el deseo, la lubricación, el orgasmo, la satisfacción sexual.

"Nuestro estudio demuestra que, efectivamente, el ejercicio regular incrementa el flujo sanguíneo en el clítoris", afirma el autor de la investigación. Las atletas confesaron tener una mejor función sexual que las demás mujeres. "Creemos que podemos obtener resultados similares en mujeres que practican ejercicio regular", agrega.

La conclusión del estudio citado es que el ejercicio funcionaría en dos niveles: elevando las endorfinas, que actúan como un neuromodulador y aumentando el flujo sanguíneo.

"Se sabe que ambas vías mejoran la función sexual de hombres y mujeres. Ha quedado demostrado entonces, que las mujeres que realizan ejercicio regular tienen una mejor función sexual que las sedentarias", dijo el investigador.

Los primeros en afirmar que las mujeres podían obtener placer sexual y alcanzar el orgasmo a través de la estimulación del clítoris, fueron los doctores Alfred Kinsey, William Masters y Virginia Johnson, ya que encontraron que este pequeño órgano tenía muchas más terminaciones nerviosas que la vagina.

Muchas creencias falsas rodean a la sexualidad femenina. Uno de ellos es que sólo sienten placer con la penetración, pero es falso. Las mujeres suelen tener muchas vías para lograr un orgasmo. En su libro "The Clitoral Truth: the secret world at your fingertips", la psicóloga Rebecca Chalker explica que el clítoris es una de las zonas erógenas por excelencia de la mujer.

Otro mito es el que postula que "el máximo placer se encuentra en el punto G", también es falso.

El punto de Grafenberg, más conocido como punto G, es una diminuta zona del área genital femenina que está localizada alrededor de la uretra. Es altamente sensible, pero no está comprobado científicamente que sea un especial área de placer para la mujer.

Con respecto a los problemas que pueden impedir que una mujer disfrute de las relaciones sexuales, generalmente son causas físicas o psicológicas.

Las causas físicas pueden incluir enfermedades como diabetes, insuficiencia cardíaca, trastornos nerviosos o problemas hormonales. Algunas drogas también pueden afectar el deseo y la función, según el Instituto Nacional de Salud.

Las causas psicológicas pueden incluir estrés relacionado con el trabajo y ansiedad. También la depresión y las preocupaciones sobre problemas maritales o de relaciones, agrega la citada fuente.

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