La piel no es discreta. El órgano más extenso del cuerpo humano, con una superficie aproximada de 2 metros cuadrados y un peso promedio de 5 kilos, es la primera línea de defensa contra los estímulos externos y la responsable de contar todo lo que ocurre en el cuerpo.
En efecto, la piel es la pantalla que exhibe tus emociones. Si tienes frío se te pone la piel de gallina, si sientes demasiado color, sudas; si estás avergonzado te enrojeces. También es el órgano en el que se pueden manifestar señales de complicaciones internas y el lugar donde el organismo puede plasmar una urgencia.
Una investigación realizada por el Instituto Avanzado de Ciencia y Tecnología de Corea, que apareció en la publicación Applied Physics Letters, explicó las razones por la cuales algunas personas experimentan piel de gallina ante determinados estímulos.
Además de las emociones hay otros agentes que influyen en las reacciones eventuales que presenta la piel. Por ejemplo, hay sustancias y materiales, como jabones, químicos y productos del hogar, que al entrar en contacto generan reacciones como inflamaciones, alergias, brotes, manchas y resequedades.
Pero, definitivamente, las emociones son determinantes y cualquier sensación negativa intensa puede hacerse visible a través de ella. Por ejemplo, alergias, picores, aspereza, palidez, enrojecimiento, ronchas, sequedad, agrietamiento, heridas, cambios de pigmentación, sudor, deshidratación… son algunos de los cambios que pueden aparecer en la piel por alteraciones psicosomáticas cuyo origen es psicológico y de raíz emocional.
Por ejemplo, si sientes vergüenza, las mejillas se te ponen rojas. Si tienes miedo, palideces. Si estas enamorado, se te ilumina la cara. Si algo te estremece, se te eriza la piel. Son muchos los casos en los que pequeños cambios en la piel te delatan.
Los herpes en los labios y los orzuelos suelen ser signo de intranquilidad y nerviosismo. En estos casos, piel y emociones se unen para tratar de exteriorizar el pánico, ira, temor, desesperanza o blindaje emocional.
De salir en los genitales significa que enfrentas un sentimiento de culpa o castidad. Se suele decir que el herpes en esta zona del cuerpo es señal de ambivalencia entre deseo sexual y vergüenza.
Las alteraciones de la piel en los pies posiblemente reflejan insatisfacción con el sitio en el que habitualmente te encuentras y la necesidad de experimentar cambio.
Si las alteraciones se encuentran en los brazos pueden denotar ausencia de contacto emocional.
También pueden ser indicativos de la existencia de conflictos en el trabajo o los estudios, especialmente si la alteración se produce en los codos.
Enfermedades emotivas
Cuando no te funciona correctamente el hígado, la piel se vuelve de color amarillento. Un signo clarificador de la relación de este órgano con otros tejidos.
Aunque la evidencia científica aún es poco reveladora, se cree que albergar odio, rencor, envidia o rabia durante mucho tiempo repercute seriamente en la salud física.
Igualmente, la dermatitis atópica se relaciona con la presencia de ansiedad y fobias. Las personas con estos problemas suelen tener un control muy estricto de sus impulsos agresivos, los cuales dirigen hacia su piel. Por otro lado, la urticaria se asocia con la fantasía de ser agredido.
Por eso, las personas que la sufren suelen ser miedosas, pasivas y sensibles, sobre todo en sus relaciones sociales.
Como ves, piel y emociones mantienen un vínculo integral. Es por eso que cualquier alteración exterior en este órgano ha de ser atendida.
Y no solamente mediante cremas hidratantes o fármacos, sino mirar hacia el interior
Como un espejo, así se relacionan piel y cerebro. Por eso, problemas en la piel como el acné, o la psoriasis, que comprometen la autoimagen, pueden acabar produciendo tristeza o depresión, ¡y viceversa!