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La COVID-19 podría aumentar las probabilidades de insuficiencia cardiaca, incluso en los que no tenían riesgo

MARTES, 27 de abril de 2021 (HealthDay News) -- En unos casos raros, las personas hospitalizadas por la COVID-19 pueden desarrollar una insuficiencia cardiaca, incluso si sus corazones eran sanos antes, muestra una investigación reciente.

Los investigadores encontraron que, de más de 6,400 pacientes con COVID-19 en el hospital, un 0.6 por ciento desarrollaron una nueva insuficiencia cardiaca. Esto incluyó a ocho pacientes (la mayoría hombres relativamente jóvenes) sin antecedentes ni factores de riesgo de enfermedad cardiaca.

La COVID-19 podría aumentar las probabilidades de insuficiencia cardiaca, incluso en los que no tenían riesgo

La insuficiencia cardiaca surge cuando el corazón no puede bombear sangre de forma suficientemente efectiva para satisfacer las necesidades de una persona, lo que resulta en síntomas como falta de aliento, una frecuencia cardiaca rápida, una acumulación de fluidos, e hinchazón en las piernas y los pies.

Los médicos sabían que los pacientes con COVID-19 pueden desarrollar insuficiencia cardiaca, pero no ha estado claro con qué frecuencia sucede.

"Esa es la pregunta que provocó este estudio", señaló la investigadora sénior, la Dra. Anuradha Lala, directora de investigación en insuficiencia cardiaca de la Escuela de Medicina Icahn de Mount Sinai, en la ciudad de Nueva York.

Basándose en los hallazgos, apuntó, una nueva insuficiencia cardiaca parece ser poco común, y en general ataca a los pacientes con antecedentes de enfermedad cardiaca y accidente cerebrovascular (ACV), o con factores de riesgo de problemas cardiacos, como la hipertensión o la diabetes. Pero algunos pacientes desarrollaron insuficiencia cardiaca a pesar de no tener factores de riesgo. El motivo exacto no está claro.

"Por ahora, los mecanismos siguen siendo evasivos", apuntó Lala.

Según Lala, podría haber varias situaciones hipotéticas. Cuando los pacientes tienen antecedentes de problemas cardiacos o afecciones como la hipertensión, planteó, es posible que la COVID-19 "les dé el empujón final" hacia la insuficiencia cardiaca.

En algunos, quizá se trate del estrés de estar gravemente enfermos en el hospital. Pero la respuesta inflamatoria al SARS-CoV-2, el virus que provoca la COVID-19, podría también tener un rol.

La Dra. Biykem Bozkurt es profesora de medicina del Colegio de Medicina Baylor, en Houston, y miembro del Comité de Ciencia y Calidad del Colegio Americano de Cardiología (American College of Cardiology).

Dijo que, en los pacientes con una enfermedad cardiaca establecida, el estrés fisiológico de un caso grave de COVID-19 (que incluye que menos sangre llega al corazón) podría ser un factor que precipite la insuficiencia cardiaca.

Pero, con una mayor frecuencia, Bozkurt dijo que la complicación podría ser fomentada por una respuesta inmunitaria demasiado agresiva al SARS-CoV-2 y la inflamación generalizada en el cuerpo.

Comentó que, desde principios de la pandemia, ha quedado claro que la COVID-19 puede tener varias complicaciones cardiacas. Algunos pacientes desarrollan síntomas de ataque cardiaco, coágulos sanguíneos o una inflamación del músculo cardiaco, llamada miocarditis.

En la insuficiencia cardiaca, algunos síntomas (como la falta de aliento) sí se solapan con la COVID-19. Pero los médicos tienen formas adicionales de determinar la insuficiencia cardiaca, apuntó Lala. Incluyen pruebas de sangre para buscar elevaciones en una proteína llamada BNP, y pruebas de imágenes que detectan ciertas anomalías estructurales o funcionales en el corazón.

¿Cómo les va a estos pacientes en el hospital al final?

"Creo que es un espectro", dijo Bozkurt. Si los pacientes muestran una mejora en los síntomas y en las medidas objetivas de la estructura y la función del corazón, es un buen presagio.

Lala observó que no está claro si, en algunos pacientes con una nueva insuficiencia cardiaca, cualquier anomalía estructural en el corazón podría persistir, o si las señales y síntomas podrían resurgir.

La COVID-19 sigue siendo una enfermedad nueva, apuntaron tanto Lala como Bozkurt, de forma que todavía están por verse sus efectos a largo plazo en el corazón.

Bozkurt observó que cualquiera que está hospitalizado con la COVID-19 al que le digan que hay una "implicación cardiaca" debe recibir atención de seguimiento con un cardiólogo.

Los hallazgos más recientes, publicados en la edición en línea del 26 de abril de la revista Journal of the American College of Cardiology, se basan en más de 6,439 pacientes hospitalizados por la COVID-19 entre febrero y junio de 2020.

En general, 37 pacientes desarrollaron una nueva insuficiencia cardiaca, entre ellos ocho sin vulnerabilidades conocidas. Estos últimos pacientes con frecuencia estaban muy enfermos, y cinco acabaron en la unidad de cuidados intensivos.

Pero fue menos probable que murieran que los pacientes con insuficiencia cardiaca con una enfermedad cardiovascular preexistente: uno de ocho falleció, frente a seis de 14.

Lala se mostró de acuerdo en que los pacientes como estos deben acudir a un cardiólogo para recibir atención de seguimiento.

De forma más amplia, dijo, los investigadores deben seguir estudiando los efectos a largo plazo de la COVID-19 en el sistema cardiovascular.

Más información

La Asociación Americana del Corazón (American Heart Association) ofrece más información sobre la COVID-19 y el corazón.

Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com

FUENTES: Anuradha Lala, MD, director, heart failure research, Icahn School of Medicine at Mount Sinai, New York City; Biykem Bozkurt, MD, PhD, professor, medicine, Baylor College of Medicine, Houston, and member, Science & Quality Committee, American College of Cardiology, Washington, D.C.; Journal of the American College of Cardiology, April 26, 2021, online

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