La vesícula es un pequeño órgano que se encuentra debajo del hígado.
Se encarga de almacenar la bilis que secreta el hígado, para liberarla cuando se consumen alimentos, y así lograr un correcto proceso digestivo.
Puntos clave
- La vesícula es un pequeño órgano que se encarga de almacenar la bilis que secreta el hígado, para liberarla cuando consumimos alimentos y así lograr una correcta digestión.
- Cuando los niveles de bilirrubina o colesterol son elevados, la bilis es insuficiente para disolverlos y tiende a endurecerse, formando cristales y a la larga dolorosos cálculos.
- Para no correr riesgos bajo esta afección, se debe modificar la alimentación e incorporar más alimentos ricos en fibra y antioxidantes, a la vez que se eliminan los alimentos grasos.
Cuando este fluido digestivo se endurece, puede formar depósitos llamados cálculos biliares, que pueden ser pequeños (del tamaño de un grano de arena) o grandes (casi una pelota de golf).
Aquí te contamos todo sobre esta afección y qué precauciones debes tomar desde la dieta para no correr ningún riesgo.
¿Por qué aparecen los cálculos biliares?
En muchos casos los cálculos o piedras biliares no causan síntomas y pasan desapercibidos. Sin embargo, pueden llegar a alojarse en el conducto pancreático o colédoco, y provocar:
- Dolor de espalda.
- Dolor en el hombro.
- Dolor repentino y que se intensifica rápidamente en la parte derecha superior o central del abdomen
- Náuseas o vómitos.
Este malestar puede durar entre algunos minutos hasta varias horas. Deberás consultar a un médico si el dolor es tan intenso que no te permite lograr una posición cómoda, presentas fiebre con escalofríos o padeces ictericia, es decir, color amarillento en la piel o en la esclerótica (membrana blanca del ojo).
Actualmente, no está claro cuál es el origen de los cálculos biliares, aunque las causas más comunes son:
- Demasiada bilirrubina: esta es una sustancia que se produce cuando se destruyen glóbulos rojos. Puede ocurrir por diferentes motivos, generalmente enfermedades asociados al hígado, como cirrosis hepática, aunque también puede deberse a infecciones de las vías biliares.
- Demasiado colesterol: la bilis es capaz de disolver el colesterol que libera el hígado (gracias a su composición química). Sin embargo, cuando este se presenta en grandes cantidades, la bilis no puede descomponerlo, por lo que el colesterol se acumula en la vesícula, forma cristales y a la larga cálculos.
- Problemas en el vaciado de la vesícula: cuando el vaciado de la vesícula no se produce por completo o es insuficiente, se puede acumular bilis y contribuir a la formación de cálculos.
Aunque todos podemos sufrir cálculos biliares, quienes tienen más riesgo son:
- Adultos mayores de 40 años.
- Latinos.
- Mujeres.
- Mujeres embarazadas.
- Personas con antecedentes familiares de cálculos biliares.
- Personas con diabetes.
- Personas con enfermedad hepática.
- Personas con sobrepeso u obesidad
- Personas con trastornos sanguíneos.
- Personas que consumen medicamentos con estrógeno, como anticonceptivos orales o fármacos para terapia hormonal.
- Personas sedentarias.
Otro aspecto clave es la alimentación. Los profesionales vincularon una mayor incidencia de cálculos biliares entre las personas que tienen dietas ricas en grasas, colesterol a la vez que son bajas en fibra.
Veamos qué alimentos debes incluir en la dieta si tienes cálculos biliares y cuáles debes limitar o evitar:
Alimentos permitidos
Se aconseja optar por alimentos que sean ricos en fibra y antioxidantes, ya que favorecen la digestión de las proteínas y grasas, promueven la eliminación de toxinas, equilibran la flora intestinal y estimulan una buena digestión. Puedes recurrir a:
- Carnes con poco o nada de grasa, como chuleta, lomo, o solomillo de cerdo o ternera, y pechugas de pollo.
- Cereales, como avena o quinua.
- Frutas (con moderación), preferentemente madura, en compota o puré.
- Huevos.
- Lácteos y sus derivados, pero desnatados.
- Pescado blanco, como bacalao, lubina o merluza.
- Semillas, como ajonjolí, chía, girasol o linaza.
- Vegetales y hortalizas en general, siempre y cuando los prepares cocidos, puesto que son más fáciles de digerir.
Además de incluir este tipo de alimentos, es importante respetar las tres comidas y dos tentempiés entre ellas, controlar el tamaño de las porciones y no pasar mucho tiempo sin comer.
También debes hidratarte correctamente, bebiendo entre 2 y 2 ½ litros de agua al día.
Alimentos dañinos
Debes evitar aquellos alimentos o bebidas que dificultan el proceso digestivo, a la vez que favorecen la producción de colesterol y bilirrubina que la bilis no puedes disolver. Entre ellos hallamos:
- Bebidas alcohólicas.
- Café.
- Carne grasosa.
- Comida picante o muy condimentada.
- Dulces y chocolates.
- Embutidos.
- Escabeches o conservas.
- Frituras.
- Frutas ácidas, como los cítricos, la desecada y confitada.
- Grasas en general.
- Infusiones fuertes o ácidas.
- Lácteos y sus derivados.
- Panificados.
- Pastas.
- Pescado azul, como anchoa, atún, salmón o sardina.
- Refrescos y gaseosas.
- Vegetales crudos.
Cómo disminuir las grasas en la dieta
Además de restringir o evitar ciertos alimentos, puedes seguir estos consejos para disminuir la presencia de grasa en tu alimentación:
- Intenta reemplazar la fritura como método de cocción, en su lugar puedes optar por asar, hervir, hornear o preparar al vapor.
- Lee las etiquetas de los productos que consumes, para conocer su contenido graso y saber si poseen saborizantes o conservantes que pueden ser perjudiciales.
- Reemplaza parte de las porciones de carnes por opciones fáciles de digerir, como vegetales cocidos.
- Retira el exceso de aceite de tus platillos o reemplázalo por aerosol para cocinar. También puedes incorporar el hábito de medir el aceite que vas a usar (se aconseja una cucharada por persona) en lugar de verterlo directamente sobre la preparación.
- Si no tienes carne magra, intenta retirar la mayor cantidad de grasa posible.
Para recordar:
Hasta contar con evidencia científica significativa proveniente de ensayos en humanos, las personas interesadas en utilizar terapias a base de hierbas y suplementos deben tener mucho cuidado.
No abandones ni modifiques tus medicamentos o tratamientos, antes habla con el doctor sobre los potenciales efectos de las terapias alternativas o complementarias.
Recuerda, las propiedades medicinales de las hierbas y suplementos también pueden interactuar con los fármacos recetados, con otras hierbas y suplementos, e incluso alterar tu dieta.
Fuentes consultadas: Base Exhaustiva de Datos de Medicamentos Naturales, Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU., Clínica Mayo, Departamento de Agricultura de EE. UU., Instituto Nacional de la Diabetes y las Enfermedades Digestivas y Renales, Instituto Nacional de Medicina Complementaria y Alternativa.