La insulina es una hormona que permite a nuestro cuerpo distribuir la glucosa (azúcar) entre las células, para entregarles energía.
Cuando no es suficiente o no funciona adecuadamente (lo que ocurre en las diabetes tipo 1 y 2), la glucosa permanece en la sangre y puede causarnos graves problemas, como daños en la visión, los nervios, los riñones, enfermedades cardíacas, derrames cerebrales e incluso amputaciones.
Para combatir la diabetes un grupo de científicos argentinos del Hospital Eva Perón utilizó estructuras celulares que producen insulina, llamados islotes pancreáticos, de cerdos. En su trabajo trasplantaron las células a 22 pacientes, siendo el mayor ensayo clínico de este tipo a nivel global, y se encontraron con grandes resultados.
Para comprender este procedimiento, uno de sus autores, el Dr. Adrián Abalovich, investigador y docente de la Escuela de Ciencia y Tecnología (EcyT) de la Universidad de San Martín, en Buenos Aires, Argentina, nos contó más al respecto.
"Es importante saber que la diabetes actualmente, por el número de pacientes que existen y la progresión que tiene, actua como una enfermedad epidémica. Cómo si fuese una enfermedad trasmitida por algún gérmen", explicó Abalovich.
Esto responde a que las últimas estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) registran más de 400 millones de casos a nivel mundial.
La diabetes se desarrolla cuando los niveles de azúcar de la sangre son elevados. El páncreas, que ayuda a en la digestión, produce diferentes hormonas, como la insulina, que contribuyen a la regulación de los niveles de azúcar en la sangre.
Las personas con diabetes tipo 1, y algunas que padecen tipo 2, necesitan recibir tratamientos de insulina para poder vivir. Los médicos pueden recetar la combinación más adecuada para cada caso: de rápida acción, de acción prolongada u opciones intermedias.
La hormona no puede administrarse por vía oral porque ciertos compuestos digestivos afectarían su función. Por ello suele aplicarse con jeringas o bombas (dispositivos conectados al abdomen).
Si bien estas prácticas pueden incorporarse a la rutina de quienes padecen diabetes, no es tan sencillo para todos los casos. En muchas personas puede resultar desgastante llevar adelante un tratamiento de este tipo.
Se buscaron diferentes alternativas para tratar esta situación, un ejemplo de ello es el trabajo del ingeniero biomédico Jonathan Lakey quien, para reactivar la producción de la hormona, recurrió al trasplante de células pancreáticas en pacientes con diabetes tipo 1.
Sin embargo esto también presenta un inconveniente: actualmente "existen muchos más personas con diabetes que donantes de páncreas, se necesitan de 2 a 4 órganos para trasplantar a un paciente diabético" dijo Abalovich.
Frente a esta situación, otros grupos de investigadores desarrollaron un método alternativo basado en trasplantar células pancreáticas de cerdos a pacientes humanos. Esta técnica fue reproducida por los científicos argentinos con una importante efectividad.
El trabajo fue financiado por la empresa neozelandesa-japonesa Diatranz-Otsuka Limited ( DOL). Los resultados se presentaron en numerosos congresos y reuniones de la Sociedad Internacional de Xenotrasplante.
Alternativa animal
Aunque suene extraño, el uso de los cerdos para este tipo de trabajos no es inusual. Hasta hace 35 años este animal era el principal proveedor de la insulina que los enfermos se inyectaban.
Según Abalovich esto se debe a que "producen una insulina muy parecida a la nuestra, solamente difiere en un aminoácido. Además tienen muchas crías, son fáciles de cuidar y de modificar genéticamente. Esto aportaría una solución ante el problema de los donantes".
Islotes pancreáticos utilizados en los trasplantes | Foto: Adrián Abalovich
Estos cerdos tienen una crianza especial libre de germenes patógenos, para evitar la posibilidad de que contagien y enfermen a los receptores.
Pero, nuevamente nos encontramos con otro problema, ya que las defensas de nuestro organismo no tardarían más de 3 minutos en rechazar una célula de cerdo, debido a que la considerarían una amenaza.
Por ello, los investigadores trabajaron con islotes microencapsulados. Estas son estructuras milimétricas, similares a una gota, que tiene poros diminutos que permiten la salida de la insulina pero no dejan entrar a los anticuerpos, como linfocitos y macrófagos, que defienden a nuestro organismo de agentes extraños.
Aunque existe la posibilidad de que otras sustancias ingresen, Abalovich afirmó que se encuentran trabajando para mejorar esas variables.
Resultados positivos
Esta investigación, que inició en 2010, se realizó en 22 pacientes y el ensayo se llevó a cabo en colaboración con grupos de Nueva Zelanda, del Hospital Eva Perón y de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). El grupo de Nueva Zelanda envió los islotes microencapsulados y los expertos en Argentina los cultivaban, controlaban y, si eran aptos, trasplantaban.
Los voluntarios recibieron 2 trasplantes, con 3 meses de por medio, por vía laparoscópica (una técnica quirúrgica poco invasiva que se realiza en el abdomen) en 4 puntos diferentes para que los islotes entraran en contacto con la sangre.
Abalovich explicó que en toda prueba experimental es necesario ir de menor a mayor por ello inyectaron 20,000 islotes por kilo, aunque considera que la cantidad óptima sería 40,000.
Los resultados de este trabajo fueron diferentes entre los pacientes, aunque prometedores. Según reconoció el autor, "2 de ellos quedaron prácticamente libres de insulina durante un año y medio. Algunos no modificaron el consumo de la hormona y los restantes lo redujeron entre 30% y 40%".
Si bien es necesaria más investigación, Abalovich reconoció la importancia de sus hallazgos "Hay gente que con la bomba de insulina se encuentra muy bien, mientras que a otros no les molesta inyectarse. Pero, hay mucha personas a las que inyectarse y tener un mal control metabólico les genera un problema, esta nueva opción podría beneficiarlos mucho al devolverles las células que perdieron en algún momento".
Son muy pocos los países que realizaron este tipo de procedimiento: Nueva Zelanda, China, Rusia y se esperan confirmaciones por parte de la FDA para aplicarlo en EE.UU.
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