La neumonía es la inflamación o hinchazón del tejido pulmonar debido a una infección, que puede ser provocada por una bacteria, hongo o virus. La neumonía viral suele ser causada por el virus sincitial respiratorio, el Haemophilus influenzae de tipo B (influenza), o por los de la familia paramyxoviridae (sarampión). En los últimos meses un nuevo antígeno se alzó entre los principales responsables de la neumonía: el nuevo coronavirus (COVID-19).
La neumonía viral suele afectar a personas con un sistema inmune debilitado, según explica la Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU.:
- Adultos mayores.
- Bebés prematuros.
- Niños con problemas cardíacos o pulmonares.
- Personas infectadas con VIH/sida.
- Personas que recibieron quimioterapia para el cáncer u otros medicamentos que debilitan el sistema inmunitario.
- Personas que recibieron un trasplante de órganos.
Entre sus principales síntomas se encuentran: dificultades o molestias respiratorias, escalofríos, fiebre, y tos. También se puede apreciar confusión, dolor de cabeza, pérdida del apetito, poca energía o fatiga, y sudoración excesiva.
Aunque la neumonía viral es causada por un virus, esta puede vulnerabilizar los pulmones, permitiendo que ocurran infecciones secundarias, como por ejemplos, las neumonías bacterianas.
La neumonía no siempre es igual. Nikita Desai, médico pulmonar y de cuidados intensivos en la Clínica Cleveland, dijo en Consumer Reports que a veces puede ser más leve, permitiendo incluso realizar las actividades diarias, por lo que se la denomina neumonía ambulante. Aunque en muchos casos puede ser grave, enviando a las personas al hospital, donde puede resultar fundamental el uso de ventiladores para el abastecimiento de oxígeno.
Es muy pronto para conocer con certeza el porcentaje de personas con COVID-19 que desarrollarán neumonía, aunque muchos profesionales de la salud anticipan que la cifra será impactante.
En una reciente publicación de The New York Times, el doctor Richard Levitan señaló: "Normalmente, una sala de emergencia tiene una mezcla de pacientes con afecciones que van desde graves, como ataques cardíacos, derrames cerebrales y lesiones traumáticas, hasta no mortales, como laceraciones menores, intoxicación, lesiones ortopédicas y dolores de cabeza por migraña". Según reconoció, en el Hospital Bellevue se encontró con que la mayoría de los pacientes en la sala de emergencias tenían neumonía causada por COVID-19.
"En la primera hora de mi primer turno, inserté tubos de respiración en dos pacientes".
Cómo identificar la neumonía viral
Para diagnosticar la neumonía, los médicos pueden evaluar los síntomas, escuchar la respiración, realizar un conteo sanguíneo, practicar hemocultivos o exudado nasal y de garganta para detectar el virus, medir los niveles de oxígeno y dióxido de carbono en sangre, o tomar radiografías del tórax. Esto permite diferenciar la neumonía de otras infecciones respiratorias.
Sin embargo, el COVID-19 suma nuevos desafíos a los profesionales para diagnosticar una neumonía. En primer lugar, Michael Niederman, director clínico y jefe asociado de atención pulmonar y crítica de Weill Cornell Medicine, explicó en Consumer Reports que el equipo de imágenes utilizado para verificar si alguien con coronavirus tiene neumonía requiere una desinfección exhaustiva después de la prueba. Sumado a que varios miembros del personal pueden estas expuestos durante y después de la prueba al virus.
Levitan agregó que otro rasgo lo sorprendió, y es que muchos de los pacientes con COVID-19 no informaron ninguna sensación de problemas respiratorios, a pesar de que sus radiografías de tórax mostraron neumonía difusa y su oxígeno estaba por debajo de lo normal.
"Los pacientes que requieren intubación a menudo están inconscientes o utilizan todos los músculos que pueden para respirar. La gran mayoría de los pacientes con neumonía por COVID-19 que conocí tenían saturaciones de oxígeno notablemente bajas en el triaje, aparentemente incompatibles con la vida. Pero, estaban usando sus teléfonos celulares cuando los pusimos en los monitores".
El experto aseguró que recién comienzan a comprender por qué sucede esto. El coronavirus sería capaz de atacar las células pulmonares que producen surfactante, una sustancia que ayuda a que los alvéolos permanezcan abiertos entre respiraciones y es fundamental para la función pulmonar normal.
Cuando comienza la inflamación de la neumonía por COVID-19, los sacos de aire colapsan y los niveles de oxígeno disminuyen. Sin embargo, en un principio los pulmones permanecen "conformes", aún no rígidos o pesados con líquido.
Esto significa que los pacientes todavía pueden expulsar dióxido de carbono, y sin una acumulación de este, no sienten falta de aliento. Sin darse cuenta, los pacientes compensan el bajo oxígeno en sangre al respirar más rápido y profundo.
A esta privación inicial de oxígeno causada por la neumonía de COVID-19, que luego avanza a insuficiencia respiratoria, se la denomina hipoxia silenciosa, y explicaría los casos de pacientes con coronavirus que mueren repentinamente tras no presentar dificultades para respirar.
Cómo enfrentar la neumonía
Si te preocupan tus síntomas puede consultar a un proveedor de atención médica, pero no es necesario que visites un departamento de emergencias, ya que esto puede elevar el riesgo de contagio.
En caso de que la hospitalización no sea necesaria, mantén el distanciamiento social, descansa mucho, hidrátate, cubre tu boca al toser o estornudar y desinfecta las superficies de uso común. También puedes consultar a tu médico por la posibilidad de vacunarte contra la neumonía.
Una neumonía viral no se puede tratar con antibióticos, ya que son fármacos destinados a las infecciones bacterianas. Mientras que los antivirales sirven para neumonías provocadas por la familia de virus del herpes o por influenza.
En el caso de la neumonía por COVID-19, Levitan afirmó que "es hora de adelantarse al virus en lugar de perseguirlo", y para ello, se deben dirigir los recursos para identificar y tratar la fase inicial de la neumonía.
Señaló que una forma de hacerlo es mediante el uso de oxímetros de pulso. Estos son pequeños dispositivos que se encienden con un botón y se colocan al alcance de la mano. En unos segundos, se muestran dos números: saturación de oxígeno y pulso. "Son extremadamente confiables para detectar problemas de oxigenación y frecuencias cardíacas elevadas", aseguró.