Examinar cadáveres y buscar la causa de una muerte rara vez se considera un trabajo heroico o glamoroso. Más bien, a medida que ha avanzado la pandemia de COVID-19, todos los ojos han estado puestos en los médicos, enfermeras y los “detectives” de salud pública que luchan en el frente, y que a veces dan la vida, para controlar el nuevo coronavirus.
Pero a medida que continúa la cruzada por hacer más pruebas y rastrear más casos, los forenses y médicos forenses desempeñan un papel vital, aunque a menudo no reconocido.
A estos profesionales que suelen ser los últimos en la cadena de respuesta generalmente se les pide que investiguen y determinen la causa de las muertes inesperadas o “no naturales”, incluidas las muertes que ocurren en el hogar.
En los primeros días del brote, la escasez de pruebas a menudo obstaculizaba sus esfuerzos. Ahora, a medida que están más disponibles, estos profesionales pueden llenar vacíos sobre cómo murieron las personas y si esas muertes estuvieran relacionadas con el coronavirus.
Determinar a cuántas personas ha matado el virus es un punto de discusión constante. Algunos defensores de la respuesta de la administración Trump dicen que las estimaciones sobre las muertes están infladas, a menudo porque incluyen a personas que presuntamente murieron por COVID, pero nunca se hicieron la prueba.
Los críticos de la administración responden que la entrega caótica de pruebas condujo a miles de muertes innecesarias que no están representadas en las cifras oficiales.
Incluso ahora, meses después de la aparición de COVID-19 en los Estados Unidos, la disponibilidad de kits y materiales para pruebas, como hisopos nasales, sigue siendo inadecuada en muchos lugares.
Los expertos en salud pública coinciden en que las pruebas masivas son críticas para que las personas salgan de sus casas, y para que las empresas y otras instituciones, vuelvan a abrir de manera segura.
"Algunas localidades están dando prioridad a las pruebas de personas enfermas sobre las personas fallecidas, y esa es probablemente una buena decisión si tienen un número de kits limitado", dijo la doctora Sally Aiken, médica forense del condado de Spokane, Washington, quien también es presidenta de la Asociación Nacional de Médicos Forenses.
Sin embargo, a medida que aumenta la disponibilidad, intensificar las pruebas para COVID-19 postmortem podría ayudar a descubrir pistas importantes sobre la propagación del virus, aseguran expertos.
Durante la pandemia, muchas personas enfermas se quedaron en casa y murieron en sus hogares en lugar de ir hospitales abrumados por pacientes con coronavirus.
Por ejemplo, en abril, en la ciudad de Nueva York, unas 200 personas murieron en sus hogares por día, en comparación con 20 de esas muertes antes de la pandemia, dijo un vocero de la oficina del forense de la ciudad a WNYC, la estación de radio pública local.
En su momento no se hicieron pruebas postmortem. Pero ahora, con más disponibilidad de tests, estos casos ahora están recibiendo atención.
"La mayoría de los que evaluamos son las personas que mueren en casa", dijo Gary Watts, forense del condado de Richland, Carolina del Sur, quien es presidente de la Asociación Internacional de Médicos Forenses y Médicos Forenses.
Si la familia o los amigos dicen que la persona tuvo síntomas consistentes con COVID-19, la oficina del forense generalmente realizará un hisopado nasal para detectar el virus, explicó. Si la prueba es positiva y la oficina del forense puede determinar la causa de la muerte sin una autopsia, generalmente no se realizará una.
Los forenses y los médicos forenses tienen responsabilidades similares, pero su formación es distinta. Los forenses suelen ser funcionarios elegidos por votación que pueden o no tener un título médico. Los médicos forenses son obviamente médicos y pueden tener una especialidad en patología forense.
Al igual que Watts, el doctor Kent Harshbarger, forense del condado de Montgomery, Ohio, que incluye la ciudad de Dayton, dijo que su oficina ahora tiene suficientes pruebas para poder determinar si COVID-19 estuvo involucrado en muertes sospechosas, a diferencia de en los primeros días de la pandemia.
Con más pruebas postmortem, "se puede hacer un mejor seguimiento de contactos", dijo.
Algunos médicos forenses y forenses ahora están intensificando las pruebas significativamente, realizándolas en todos los cuerpos que ingresan, dijo Aiken.
"Se sorprenden de algunos de los fallecidos que dan positivo", incluidos los suicidios y los accidentes automovilísticos, dijo.
Una razón para aumentar las pruebas es proteger al personal que maneja los cuerpos, dijo la doctora Judy Melinek, patóloga forense en el área de San Francisco y CEO de PathologyExpert.
Si un cuerpo en la morgue es positivo para COVID-19, "tratarás de evitar hacer la autopsia, a menos que sea absolutamente necesario", dijo Melinek, debido al riesgo de exponerse al virus a través de partículas aéreas o de la sangre. Además, señaló, la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional recomienda no realizar autopsias en muertes por COVID-19.
Incluso si los médicos forenses y los forenses no realizan pruebas de frotis nasales extensas a los fallecidos recientemente, pueden proporcionar información vital más adelante.
Es una práctica estándar tomar muestras de sangre de pacientes que se envían a la morgue, y los forenses suelen tener a mano estas muestras de sangre durante un año.
Analizar esas muestras en busca de anticuerpos contra el coronavirus, lo que indicaría una infección previa, podría dar a los expertos en salud pública una idea más clara de cuándo llegó el virus a los Estados Unidos y el alcance de su propagación.
Esta información fue producida por Kaiser Health News, un programa editorialmente independiente de Ia Kaiser Family Foundation no relacionado con Kaiser Permanente.