La pandemia de enfermedad por coronavirus provocó que muchos incorporen o profundicen ciertos hábitos sanitarios, como el lavado de manos regular, uso de desinfectantes o un mayor cuidado con el contacto de las superficies fuera de casa. Incluso un nuevo accesorio se sumó a la rutina de las personas: las máscaras o cubiertas faciales.
Con el tiempo, estas comenzaron a complementarse con otros accesorios que cumplen la misma función, como las polainas de cuello, bufandas o pañuelos. Pero ¿son seguras realmente? ¿cuáles son más efectivos? Un reciente estudio comparó las diferentes opciones y arrojó respuestas a estos interrogantes.
Desde que comenzó el brote del nuevo coronavirus, el mensaje de los expertos ha sido claro: "Mantén el distanciamiento social y utiliza máscaras para evitar los contagios". Desde autoridades como los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades se advirtió que no estamos indefensos contra la COVID-19, y que las cubiertas fáciles son una de las herramientas más poderosas de las que disponemos para controlar su propagación.
Pero a medida que el hábito de utilizar estos accesorios se volvió más común entre las comunidades, también lo hicieron otras opciones. Un grupo de investigadores de la Universidad de Duke publicó en Science Advances un informe con el objetivo dar respuesta a los principales interrogantes sobre la eficacia de estas alternativas.
Mediante un simple método, evaluaron la efectividad de más de una docena de diferentes tipos de cubiertas faciales, que van desde respiradores N95 de grado hospitalario hasta pañuelos. Los investigadores se encontraron con muchas sorpresas, como, por ejemplo, que algunas máscaras de tela de algodón de fácil acceso son tan efectivas como las máscaras quirúrgicas estándar, mientras que las alternativas populares, como los pañuelos o polainas para el cuello hechas de material delgado y elástico, pueden llegar a ser incluso peores que no usar una cubierta facial en absoluto.
"Confirmamos que cuando las personas hablan, expulsan pequeñas gotitas, de forma que la enfermedad se puede propagar sin necesidad de toser ni estornudar. También pudimos ver que algunas cubiertas faciales tenían un desempeño mucho mejor que otras al bloquear las partículas expulsadas", informó Martin Fischer, químico y físico del campus de Durham, en Carolina del Norte, y uno de los autores principales del trabajo.
"Realmente se puede ver que la máscara está haciendo algo. Hay mucha controversia y las personas suele decir 'Las máscaras no hacen nada'. Bien, la respuesta a eso es que la mayoría sí lo hace", agregó otro de los coautores, Warren S. Warren, profesor de física, química, radiología e ingeniería biomédica en la Universidad de Duke.
Persiguiendo las partículas
Utilizando un artilugio que aprovecha la potencia de un láser y una cámara de teléfono celular, Fischer creó un dispositivo que le permitió a su equipo rastrear partículas individuales liberadas de la boca de una persona cuando habla. También usó una caja que se puede hacer con cartón y una lente.
"Es muy sencillo, no requiere muchos recursos. Cualquier laboratorio de investigación tiene estas cosas por ahí", dijo Fischer. Probar las cubiertas faciales fue igual de sencillo. Se pidió a los participantes que dijeran la misma frase en la caja sin una máscara y luego repitieron el proceso mientras usaban las cubiertas. Esto se repitió unas 10 veces con cada opción.
Dentro del dispositivo, las partículas en el aire pasaron a través de una hoja de luz creada por el láser que golpeaba la lente y produjeron destellos visibles que fueron registrados por la cámara del teléfono.
Según Warren, una mascarilla N95 ajustada, que es la más utilizada por los trabajadores del hospital, fue la más efectiva. Mientras tanto, una polaina de cuello transpirable, muy apreciada por los corredores por su tejido liviano, se clasificó peor que el grupo de control sin máscara.
"Estas polainas para el cuello son extremadamente comunes en muchos lugares porque son muy cómodas de usar. Pero la razón exacta por la que son tan convenientes es porque no restringen el aire, no están ayudando a la gente", añadió el autor.
Los investigadores detallaron que el alto recuento de gotas observado en el estudio podría estar relacionado con la tela porosa de la polaina que se probó para romper partículas más grandes en muchas más pequeñas, que tienen más probabilidades de permanecer en el aire por más tiempo. Este efecto hace que el uso de polainas sea posiblemente "contraproducente".
Más opciones
Otros tipos de cubiertas faciales que se encontraron en las categoría más bajas fueron los pañuelos y las máscaras de punto. Incluso una máscara N95 con válvula de exhalación tampoco estuvo a la altura. "Esas válvulas de alivio son fantásticas si lo que quieres hacer es protegerte del mundo exterior porque el aire no entra a través de ellas. Pero, si lo que estás tratando de hacer en esta pandemia es proteger al mundo exterior de ti mismo, frustra completamente el propósito", dijo Warren.
Aun así, enfatizó que las personas sin acceso a mascarillas de grado médico no deberían preocuparse, ya que las máscaras de tela de algodón comunes funcionaron tan bien como las quirúrgicas, que ocupan el segundo lugar después de la N95. Se recomienda que estas alternativas de tela tengan tres capas para que sean eficaces.
Los especialistas advirtieron que esto fue solo una demostración y se necesita continuar investigando las variaciones en las máscaras, los hablantes, y la forma en que las personas las usan.
Sin embargo, el doctor el Eric Westman, profesor asociado de medicina de la Universidad de Duke, aseguró que "Si todo el mundo usara una máscara, podríamos parar un 99% de esas gotitas antes de que alcancen a otra persona". Y agregó: "Sin vacunas ni antivirales, es una forma comprobada de proteger a los demás y además protegerse a uno mismo".