Un GPS dentro del cuerpo podría ser la alternativa a los procedimientos que implican “tragar” tubos con cámaras para mirar órganos internos e incluso hacer una incisión quirúrgica. El sistema inalámbrico sería menos costoso, menos invasivo y, además, tendría mayor alcance: permitiría a los médicos implantar sensores para rastrear tumores.
En el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por su sigla en inglés) trabajan en perfeccionar esta tecnología que han llamado ReMix. Esta suerte de "GPS en el cuerpo" puede identificar la ubicación de los implantes ingeribles utilizando señales inalámbricas de baja potencia. Hasta ahora, solo lo han probado en animales.
En el Laboratorio de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial (CSAIL) del MIT, bajo la dirección de Dina Katabi, continúan los experimentos para perfeccionarlo y usarlo en humanos. Uno de los principales puntos por resolver es que usar señales inalámbricas en el cuerpo provoca una gran cantidad de reflejos que rebotan: las señales que se reflejan en la piel son 100 millones de veces más poderosas que las señales del marcador de metal en sí.
"La capacidad de sentir dentro del cuerpo humano ha sido, en gran medida, un sueño lejano", dice Romit Roy Choudhury, profesor de ingeniería eléctrica y ciencias de la computación en la Universidad de Illinois, que no participó en la investigación. "Uno de los obstáculos ha sido la comunicación inalámbrica a un dispositivo y su localización continua. ReMix da un salto en esta dirección al mostrar que el componente inalámbrico de los dispositivos implantables ya no puede ser el cuello de botella", agrega.
ReMix al servicio de la salud
Una posible aplicación de ReMix sería en la terapia de protones, un tipo de tratamiento contra el cáncer que consiste en “bombardear” tumores con haces de protones controlados por imanes. El enfoque permite a los médicos recetar dosis más altas de radiación, pero requiere un alto grado de precisión, lo que significa que generalmente se limita a ciertos tipos de cáncer. Además, se trata de una terapia de alto costo.
Con un pequeño marcador como el de ReMix, los médicos podrían determinar mejor la ubicación de un tumor en tiempo real, y ser capaces de detener el tratamiento o de dirigir el haz hacia la posición correcta. Sin embargo, el GPS aún no es lo suficientemente preciso como para usarlo en entornos clínicos. Para perfeccionarlo, el equipo del MIT trabaja en colaboración con investigadores del Hospital General de Massachusetts.
El sistema inalámbrico también podría ayudar a que el tratamiento de protones se generalice: en el mundo solo hay unos 100 centros que lo aplican. Una de las razones por la que esta terapia es tan cara es el costo de instalación del hardware, si se fomenta su su aplicación, "habrá más demanda, lo que significará más centros de terapia y precios más bajos para los pacientes", dice Vasisht.
El equipo espera combinar los datos inalámbricos con información como datos de resonancias magnéticas para mejorar más su y siguen haciendo ajustes en el algoritmo y las diversas compensaciones necesarias para dar cuenta de la complejidad de los cuerpos de las diferentes personas.
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