En medios, revistas y redes constantemente nos hablan de que es importante llevar una dieta baja en sodio para cuidar la salud y prevenir enfermedades, y es una recomendación médica común. Pero, ¿qué es lo que hace la sal en nuestro cuerpo exactamente? Para conocer sus efectos, revisamos apuntes de especialistas de la Escuela de Salud Pública de Harvard.
Explican que, en la mayoría de las personas, los riñones tienen problemas para funcionar bien cuando hay exceso de sodio en el torrente sanguíneo: a medida que este se acumula, el cuerpo se aferra al agua para diluirlo. Esto aumenta la cantidad de líquido que rodea las células y el volumen de sangre en el torrente sanguíneo, lo que se traduce en más trabajo para el corazón y más presión sobre los vasos sanguíneos.
Si se mantiene un alto consumo de sodio, con el paso del tiempo, se pueden endurecer los vasos sanguíneos, provocando presión arterial alta, ataque cardíaco y accidente cerebrovascular y, posiblemente, insuficiencia cardíaca. Dicen los especialistas que también hay evidencia de que demasiada sal puede dañar el corazón, la aorta y los riñones sin aumentar la presión sanguínea, puede ser perjudicial para los huesos y se relaciona a la aparición del cáncer de estómago.
Las personas mayores de 50 años, con diabetes, con presión arterial alta y de origen afroamericano son más propensos a desarrollar estos problemas de salud. Pero nadie está exento.
¿Se puede escapar de la sal?
El sodio está de manera natural en la mayoría de los alimentos. El tocino, los embutidos, el jamón, las sopas y verduras enlatadas y las comidas rápidas, evidentemente, lo contienen, pero también puede estar en donde menos lo imaginas: la leche, las remolachas, el apio y hasta el agua contienen sodio.
Parece inevitable evitar su ingesta, pero la Universidad de Maryland ha publicado algunos lineamientos sencillos para lograr un consumo saludable. Explican que el sodio en la dieta se mide en miligramos (mg), que la sal de mesa contiene 40% de sodio y que una cucharadita de esta sal equivale a 2,300 mg. En función de estas proporciones, se puede calcular la cantidad que agregamos a nuestras comidas.
Para bebés, niños y adolescentes no se han definido cantidades específicas, pero debe tomarse en cuenta que los hábitos alimenticios y la actitudes hacia los alimentos que se forman a temprana edad. Por eso recomiendan a los padres que la dieta de los pequeños sea baja en sodio.
Los adultos sanos deben limitar la ingesta de sodio a 2,300 mg por día, mientras que quienes sufran de presión arterial alta no deberían consumir más de 1,500 mg. Y las personas que padecen insuficiencia cardíaca, cirrosis hepática, enfermedad renal y otras afecciones pueden necesitar cantidades mucho más bajas.
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