El aceite de coco no resulta indiferente para nadie. Tiene férreos detractores y grandes aliados que defienden sus propiedades públicamente,
Por ejemplo, Gwyneth Paltrow afirma que utiliza el aceite de coco para casi todo, incluyendo una limpieza dental semanal.
La supermodelo Gisele Bündchen utiliza aceite de coco virgen en la cocina, incluso para preparar pasteles y dulces naturales para su hijo. Miranda Kerr dijo que no dejaba pasar un solo día sin ingerir aceite de coco.
Angelina Jolie comienza el día con una cucharada de aceite de coco virgen según publicó el Grazia Daily, mientras que Jennifer Aniston admitió que estaba absolutamente enamorada de los nachos caseros, que ella misma prepara fritos en aceite de coco.
El aceite de coco —así como su pulpa y su agua— es considerado un superalimento, un concepto que dietistas británicos han puesto en entredicho porque lo consideran una grasa no saludable.
De hecho, tiene un contenido en grasas saturadas muy elevado (86%), más que la mantequilla (51%) o la manteca (39%).
Las razones por las que los alimentos ricos en grasas saturadas se consideran no saludables es porque ingerirlos causa un aumento de los niveles de lipoproteína de baja densidad (LDL, por su sigla en inglés), en la sangre, lo que popularmente se conoce como el "colesterol malo", asociado al bloqueo de las arterias y a un mayor riesgo de enfermedades del corazón.
Las grasas saturadas también tienden a aumentar el "colesterol bueno", causado por la presencia de la lipoproteína de alta densidad (HDL, por su sigla en inglés), que tiene un efecto contrario: evitan el bloqueo de las arterias porque ayudan a eliminar el colesterol malo, transportándolo al hígado para su excreción.
Como producto cosmético el aceite de coco es un aliado gracias a que la grasa que contiene humecta la piel a profundidad.
Por eso se ve en cremas corporales, de cara, para pies, como bálsamo para labios o incluso como suplente de jabones, espumas depiladoras y removedores de maquillaje.
En la cocina, las bondades de este producto natural son ambivalente.
El aceite de coco, compuesto en un 90% por grasas saturadas, contiene triglicéridos de cadena media, grasas que también se encuentran en la leche materna y que pueden incrementar el gasto energético del organismo.
Cuando se ingiere el aceite, estos triglicéridos van al aparato digestivo, luego al hígado y de ahí al torrente sanguíneo, es decir, pueden ser usados como energía ya que no se almacenan tan fácilmente.
Esta característica ha hecho que mucha gente afirme que ayudan a perder peso. Un estudio reciente descubrió que ingerir entre 15 y 30 gramos diarios de triglicéridos de cadena media puede acelerar el metabolismo hasta en un 5%, lo cual equivale a unas 120 kilocalorías para la mayor parte de las personas.
Sin embargo, las comunidades médicas opinan que los triglicéridos de cadena media deberían evitarse, pues en alimentos procesados pueden convertirse en grasas saturadas (las famosas grasas trans).
La nutrióloga Abril Quintero, recomienda el aceite de coco por ser un producto cuyos componentes no cambian con el calor, como sucede con algunos otros aceites que se usan para evitar que los alimentos se peguen a la sartén.
Mientras que el profesor de la Universidad de Nottingham e integrante de la Asociación Británica de Dietistas, Duane Mellor, advierte que el aceite de coco contiene grasas saturadas, “que elevan los niveles de colesterol”.
Hay expertos que recomiendan utilizar varios tipos de aceites con diversos fines: el de oliva para ensaladas, por ejemplo. El aceite de coco, al ser saturado, aguanta mucho más el calor. Puede ser útil para cocinar siempre y cuando se tome en cuenta que finalmente es grasa y aporta muchas calorías. Una cucharada tiene 117 calorías y 14 gramos de grasa.
También se ha dicho que el aceite de coco ayuda a la prevención del Alzheimer y regular los niveles de glucosa en la sangre, aunque no hay conclusiones científicas que respalden estas afirmaciones.
Si bien existe consenso sobre los usos que se le puede dar al aceite de coco como producto de belleza, no los hay en temas de alimentación.
Belleza y alimentación
Lo sugerido por la mayoría de los profesionales de la nutrición es utilizarlo de manera controlada en la cocina, siempre observando qué reacciones genera en el cuerpo.
Hasta ahora casi no se han hecho estudios en humanos que hayan puesto científicamente a prueba las presuntas bondades del aceite de coco.
Sin embargo, dos eminentes académicos de la Universidad de Cambridge, Kay-Tee Khaw y y Nita Forouhi, reunieron a 94 voluntarios de entre 50 y 75 años, libres de diabetes y cardiopatías, y diseñaron un estudio para valorar qué efectos tiene sobre los niveles de colesterol consumir diferentes tipos de grasa.
Los participantes fueron aleatoriamente asignados a tres grupos. Cada día durante cuatro semanas el primero debía consumir 50 gramos de aceite de coco extra virgen, el equivalente a tres cucharas soperas llenas.
El segundo grupo haría lo mismo con la misma cantidad de aceite de oliva extra virgen, un elemento clave en la dieta mediterránea, considerada muy saludable.
Y el tercero debía consumir diariamente 50 gramos de mantequilla sin sal.
Los voluntarios podían consumir estas grasas de cualquier manera, siempre y cuando lo hicieran a diario durante cuatro semanas.
Les advirtieron a los participantes que iban a ingerir unas 450 calorías extra al día, lo cual podría causarles un aumento de peso.
Antes del inicio de esta dieta rica en grasas tomaron muestras de sangre para establecer sus indicadores de salud base, centrándonos en los niveles del colesterol bueno y el malo.
La razón por la que ambos valores son importantes es que para calcular mejor el riesgo de un ataque al corazón no solo se considera el nivel total de colesterol, sino que se divide este por el HDL, el colesterol bueno.
El servicio británico de Salud Pública (NHS, por su sigla en inglés) sugiere que el número resultante debería estar por debajo de 4.
Como era de esperar, quienes consumieron mantequilla tuvieron un aumento medio de su colesterol malo de un 10%, parecido al incremento medio del 5% del bueno.
Quienes consumieron aceite de oliva vieron una pequeña reducción, aunque no muy significativa, en el nivel de colesterol malo y un aumento del 5% del bueno.
¿Controla la hipertensión?
Pero la gran sorpresa llegó con los resultados del aceite de coco. No solo no había un aumento del colesterol malo, que era lo que se esperaba encontrar, sino que además había un gran incremento en los niveles de HDL, el colesterol bueno, de hasta un 15%.
Estos resultados sugieren que los participantes que habían consumido el aceite de coco habría en efecto reducido su riesgo de desarrollar cardiopatías o derrames cerebrales.
Kay-Tee Khaw confesó que no tenía una idea clara de lo que pasó. "Quizás se deba a que la principal grasa saturada en el aceite de coco es el ácido láurico y este ácido puede tener un impacto biológico en los lípidos de la sangre diferente al de otros ácidos grasos”, comentó.
La especialista aclaró que las decisiones sobre si consumir o no un aceite particular no dependen solo de cuál es su efecto sobre la salud", apuntó. "Este es solo un estudio y sería irresponsable sugerir un cambio en las recomendaciones sobre la dieta en base a un único experimento, aunque se condujera adecuadamente".
Efectivamente este estudio fue muy corto y en comparación con el aceite de oliva, las investigaciones sobre el aceite de coco están aún en su fase más temprana.