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Alimentos saludables con efectos inesperados
Por ggarcia@holadoctor.net
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¿Lo como o no lo como?
Cuando se incorpora a la dieta un alimento que no se consume habitualmente, puede producir efectos secundarios inesperados. Conócelos para saber con qué te puedes llegar a encontrar.
1. Las coloridas remolachas
El consumo de remolachas puede provocar más de un susto al momento de pasar por el toilette, por un efecto llamado “beeturia” o “betacianinuria”. No es más que un cambio de coloración en la orina o las heces por acción de la betacianina, un pigmento que contiene este vegetal.
Solo unos pocos
Solo el 14% de la población tiene la capacidad genética de metabolizar este colorante. El otro 86% debe controlar que el cambio de tono solo aparezca por comer remolachas. De otro modo, puede ocurrir que se trate de sangre, y hay que consultar al médico para descartar anemia o problemas intestinales.
2. Espárragos nauseabundos
Despues de comer espárragos, muchos se sorprenden al comprobar que la orina se vuelve concentrada y con un fuerte olor. Mark Leyner y el doctor Billy Goldberg, autores de libros sobre curiosidades médicas, explican que se debe a que contienen un compuesto sulfuroso llamado mercaptano.
Hay otros alimentos que también contienen azufre como la cebolla, el ajo y los huevos podridos. Este olor se distingue cuando esta sustancia se procesa en el sistema digestivo, sin embargo, no todas las personas son capaces de identificar el olor del azufre.
Científicos del Instituto Monell hicieron pruebas con orina de voluntarios que habían comido espárragos o pan. Se pudo determinar que genes receptores olfativos son capaces de reconocer compuestos sulfurosos y mercaptano, compuesto químico que le da olor al gas.
3. Nueces de pino ¿o de bronce?
Los piñones, pignoli o nueces de pino se utilizan para elaborar pesto, espolvorear galletas y enriquecer ensaladas. También se consumen salados como snack y en postres y comidas orientales. Pero a veces suelen dejar en la boca un sabor amargo o metálico que puede durar hasta dos semanas.
El fenómeno del sabor metálico fue descripto como el “síndrome de la nuez de pino” o “boca de pino”, pero la FDA advierte que no tiene efectos clínicos adversos. El Centro de Investigaciones Nestlé notó que esta reacción se da en particular en las nueces importadas de China.
El doctor John Collard, director de un centro de alergias en Gran Bretaña, informa que el sabor puede variar cuando los aceites de las nueces se ponen rancios. Esto puede ocurrir por no guardarlos correctamente, ya que son muy sensibles a la humedad. Por eso lo mejor es conservarlas congeladas o en frascos bien cerrados.
4. Cilantro: amor y odio
Esta hierba despierta amores y odios: hay quien considera que no puede faltar en ciertas comidas como por ejemplo, en el guacamole, y otros con verlo ya hacen un gesto de disgusto preguntándose: ¿A quién le puede gustar algo con sabor a jabón?
La doctora Danielle Reed, científica del Monell Chemical Senses Center, en Filadelfia, explica que estas distintas reacciones se dan porque hay personas con el sentido del olfato más sensible que otras. Así, quien adora el cilantro puede percibir un compuesto que otros no identifican.
Perciben solo unos compuestos que son los que le dan ese aroma a jabón. Cada individuo tiene su propia batería de receptores del gusto, por eso tiene una percepción única sobre el sabor de los alimentos y las medicinas.
5. Ostras: termómetro del amor
Estos moluscos tienen una alta concentración de zinc (22 mg cada 100g), mineral que contribuye a la producción de testosterona. Esta es la “hormona del sexo”, clave en el comportamiento de la líbido, y cuando aumenta su concentración hay un mayor deseo sexual.
El zinc es esencial para el funcionamiento del organismo, en especial de los órganos reproductores. Su falta produce impotencia e infertilidad y su consumo excesivo puede afectar el sistema inmune. Otros alimentos que lo contienen son el germen de trigo, nueces, granos enteros, legumbres y levadura.
Las Bibliotecas Nacionales de Salud informan que algunas personas consumen zinc por vía oral para tratar problemas sexuales como infertilidad o disfunción eréctil, pero aún falta hacer más investigaciones para comprobar su eficacia. En el mercado está disponible como suplementos vitamínicos o dietéticos
7. Brócoli, col y repollo: todo baja
Investigadores de la Universidad del Centro Médico Maryland descubrieron que las crucíferas como el brócoli, coliflor y repollo contienen goitrógenos, sustancias que interfieren haciendo más lento el funcionamiento de la glándula tiroides.
Los goitrógenos son sustancias químicas que usan las plantas para defenderse de los insectos y animales herbívoros, y pueden llegar a inhibir la absorción de yodo que realiza la tiroides. Están presentes en la soja y el mijo, crucíferas, fresas, peras, duraznos y espinaca.
Glándula haragana
El hipotiroidismo se da cuando la glándula tiroides no produce suficientes hormonas. Con el tiempo puede afectar la salud y puede causar dolores articulares, enfermedades cardíacas y obesidad. El metabolismo se vuele más lento, y puede surgir depresión, osteoporosis y otras alteraciones.
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8. Pez globo, un pasaporte a la muerte
El fugu o pez globo es un plato tradicional de la cocina japonesa, pero puede llegar a ser letal si se lo prepara en forma incorrecta. Contiene una alta concentración de una toxina que paraliza los músculos, y aún no se ha descubierto un antídoto.
Actualmente hay piscicultores que producen fugu no venenoso. Sin embargo, los cocineros necesitan una licencia especial para prepararlo, que adquieren tras dar un examen, preparar fugu y comerlo. Solo el 35% de los aspirantes logra pasar el examen
9. Legumbres: proteínas explosivas
Muchos eligen las legumbres por ser una buena fuente de proteína no animal. Pero al digerirlas pueden producir gases, y algunas personas son más propensas que otras a acumularlos en el tracto intestinal. ¿El resultado? Hinchazón, dolor, eructos y flatulencias.
Conociendo al enemigo
Las legumbres incluyen a las lentejas, porotos, guisantes, judías, frijoles, garbanzos, habas, soja y cacahuates. Contienen un carbohidrato que produce gases intestinales, al igual que las crucíferas. La doctora Lucinda Harris, experta en gastroenterología de la Clínica Mayo recomienda incluirlos en la dieta en pequeñas porciones y solo 3 veces por semana para evitar los gases.
Muchas mujeres se ven tentadas de consumir fibra para evitar la constipación. Pero evitar un mal puede traer otro igual de incómodo: gases. Los expertos en nutrición de la Clínica Mayo recomiendan agregarla de a poco para dejar que el sistema digestivo se adapte.
Los alimentos con alto contenido de fibra son las legumbres, la avena y la cebada, las manzanas, ciruelas y cítricos. Entre los vegetales, las zanahorias y el brócoli. El proceso digestivo de estos alimentos produce gases en el intestino grueso.
10. Ajos y cebollas: repelentes sin querer
Los platos con estos vegetales pueden resultar muy gustosos, pero dejan un sabor fuerte, no sólo en la boca, también puede emanar de la piel. El olor se deposita en el torrente sanguineo y alcanza la zona de los pulmones, donde se respira con olor a ajo. Se puede moderar consumiendo perejil.
Expertos de la Clínica Mayo explican que algunos alimentos como la cebolla, el ajo y algunos otros vegetales y especias pueden provocar mal aliento o aliento fuerte. Una vez que estos alimentos son digeridos, entran en la corriente sanguínea y llegan a los pulmones, donde el aliento y la respiración dejan salir este olor y afecta la respiracion.