La palabra veneno suena misteriosa y temeraria, y es que a lo largo de la historia se ha utilizado muchas veces para hacer el mal. Si pensamos en los personajes famosos que fueron envenenados, la larga lista incluye desde Napoleón Bonaparte hasta Mozart, e incluye a Séneca y a Sócrates, quienes fueron obligados a beber cicuta, una planta muy venenosa, como una forma de pagar por sus pecados. Unas pocas gotas pueden quitar la vida en cuestión de segundos.
La naturaleza ha dotado a numerosas especies vegetales y animales con potentes venenos con los cuales defenderse o disuadir a sus enemigos, y son estas últimas criaturas las que están acaparando desde hace décadas, la atención de los científicos, no sólo son muy poderosos, sino también muy numerosos: hay más de 200,000 especies animales que producen veneno. Paradójicamente, el mismo poder que sirve para matar, al aislarlo, también sirve para curar.
Los organismos venenosos constituyen una gran colonia, el 15% de toda la biodiversidad animal posee veneno. Ellos habitan virtualmente todos los espacios marinos y terrestres, y van desde serpientes del desierto y escorpiones hasta anémonas de mar y medusas antárticas.
La evolución tecnológica ha permitido el estudio de los venenos de animales pequeños, raros o difíciles de mantener en el laboratorio, y la ciencia está poniendo énfasis en el estudio de su potencial terapéutico.
Los principales componentes de la mayoría de los venenos son péptidos y proteínas muy resistentes. Actualmente hay 6 medicamentos aprobados por la Administración de Drogas y Alimentos de EE.UU. (FDA) derivados de péptidos o proteínas de veneno, que se utilizan para tratar la hipertensión arterial, controlar la circulación sanguínea, tratar la diabetes y aliviar el dolor crónico. Y hay cientos de venenos aislados en laboratorios, a la espera de ser analizados y probados como medicamentos, según un artículo publicado en Science.
Criaturas venenosas y curativas
Un veneno muy poderoso es el de la serpiente, que se ha utilizado en medicina desde el siglo VII aC para prolongar la vida y tratar la artritis y las dolencias gastrointestinales, mientras que el de las tarántulas se usan en la medicina tradicional de poblaciones indígenas de México y América Central y del Sur.
La temible serpiente sudamericana jaraca posee un fuerte veneno del cual se aisló una toxina para producir captopril, un fármaco que usa para tratar la presión arterial alta y otros problemas cardíacos. Fue aprobado por la FDA en 1981, y desde entonces, ha salvado muchas más vidas humanas de las que las serpientes han quitado.
Posteriormente, dos medicamentos más, eptifibatide y tirofiban, basados en los venenos de la serpiente de cascabel pigmea oscura y la víbora de escamas de sierra, respectivamente, se aprobaron en 1990 por la FDA para tratar otras afecciones cardíacas, como la angina de pecho.
Es tan poderoso el veneno como recurso que para los principales tipos de ataque al corazón, en EE.UU. hay 3 drogas y 2 provienen del veneno de serpiente.
Una criatura venenosa que puede aportar su gran poder a la ciencia es el caracol cono. Ya hay un analgésico en uso derivado de su veneno: la ziconotida, cuyo ingrediente activo es la ω-conotoxina. Ziconotide se usa para tratar el dolor crónico severo y fue aprobado en Estados Unidos en 2004; hoy en día es considerado como un agente analgésico altamente efectivo para el alivio del dolor crónico severo.
Otro ejemplo del valor de los venenos en la medicina incluye a la exenatida, un péptido del lagarto venenoso de Gila (Heloderma suspectum), que se usa en medicamentos para tratar la diabetes. Hasta un invertebrado pequeño que suele pasar desapercibido como el ciempiés, se ha descubierto que tiene un veneno de gran potencial. Éstos, en su evolución por defenderse, transformaron su primer par de patas en glándulas venenosas.
¿Venenos como aliados frente al cáncer?
Un equipo del Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson en Seattle, EE. UU., ha comenzado a investigar la "pintura tumoral" en ensayos clínicos. Esta pintura contiene clorotoxina, un péptido de 36 aminoácidos que se encuentran en el veneno del escorpión Deathstalker, que se adhiere a las células cerebrales cancerosas iluminándolas a través de una etiqueta fluorescente, lo que muestra a los cirujanos exactamente dónde cortar durante una intervención quirúrgica.
Glenn King, un bioquímico de la Universidad de Queensland, en Australia, declaró en Chemistry Word que ellos tienen aislados más de 600 venenos en laboratorio, a la espera de ser estudiados.
Uno de los recientes descubrimientos de ese grupo de científicos es un péptido de araña (Pn3a) proveniente del veneno de una tarántula azul gigante sudamericana, que inhibe potentemente un canal que codifica el dolor (a Na 1.7) con una efectividad superior a todo lo conocido.
En otra investigación en curso, Eric Lingueglia, fisiólogo molecular de la Universidad de Costa Azul, en Francia, ha demostrado que los mambalginos presentes en el veneno de la serpiente mamba negra, pueden suprimir el dolor por su gran poder analgésico.
Poder y evolución
La carrera evolutiva entre animales venenosos y sus presas, ha resultado en venenos que son extremadamente complejos, con toxinas que tienen una potencia y selectividad exquisitas, de ahí el valor que pueden tener estas sustancias.
“La especificidad, potencia, estabilidad y velocidad con la que los péptidos del veneno manipulan a sus presas, los convierten en candidatos ideales para la terapéutica, y los componentes serán muy útiles para aplicaciones biomédicas y biotecnológicas”, escriben los científicos en Science.
Los científicos han aprendido muchos procesos observando el mecanismo y la potencia de los venenos, y están rescatando el valor de los estas sustancias naturales como fuente de herramientas farmacológicas. Por todo esto, no cabe duda que los venenos ya son aliados de la salud y pueden transformarse en un recurso inmejorable para la medicina del futuro.
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