Joy siempre supo que tenía un sentido del olfato muy desarrollado, pero hace un tiempo, descubrió que esa virtud puede ser muy útil a la ciencia.
Ella puede oler el mal de Parkinson en las personas. Su marido falleció en junio a los 65 años y padecía la enfermedad.
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La mujer australiana notó que algo había cambiado en su marido mucho tiempo antes de que le diagnosticaran el mal de Parkinson. Hace unos 6 años, ella notó que él olía diferente.
"Su olor cambió y era difícil de describir. No fue algo repentino, fue muy sutil, como un olor a almizcle" declaró a BBC Mundo.
A raíz de la enfermedad de su esposo, Joy empezó a colaborar en una organización sin fines de lucro de apoyo a esta enfermedad y empezó a conocer a gente que olía de la misma manera que su marido.
En una oportunidad, Joy les contó a unos científicos en una conferencia, que ella tenía esa facultad y ellos la tomaron muy en serio. A tal punto que un grupo de investigadores de la Universidad de Edimburgo, en Reino Unido, decidió ponerla a prueba. Así comprobaron que ella podía detectar con mucha precisión quién padecía el mal de Parkinson.
A probar el súperpoder
La exactitud con que Joy logró detectar la enfermedad, dejó a los científicos muy asombrados. El Doctor Tilo Kunath, de la universidad mencionada, dijo a la BBC: "La primera vez que pusimos a prueba su talento, utilizamos a 6 personas que tenían Parkinson y 6 que no" declaró.
"Les hicimos vestir unas remeras durante un día y después las recogimos, las pusimos en bolsas y les asignamos un código. Joy tenía que decirnos quién tenía Parkinson y quién no" declaró.
Joy no sólo pudo detectar la enfermedad con un 100% de precisión, sino que una de las personas señaladas por ella, aún no tenía el diagnóstico médico. Y luego se confirmó que sí tenía Parkinson.
Cambiando el enfoque del diagnóstico
El aporte de Joy es muy valioso para la ciencia. Ahora, la organización Parkinson's UK, de Reino Unido, está financiando una investigación en Manchester, Edimburgo y Londres en la que participan unas 200 personas con y sin la enfermedad, donde se busca determinar los cambios en la piel que llevan a que los enfermos de Parkinson huelan diferente. Además, los participantes deberán llenar un formulario.
La historia de Joy puede marcar un antes y un después en el diagnóstico del mal de Parkinson, una enfermedad neurodegenerativa que actualmente se diagnostica mediante la observación de los síntomas del paciente. Los investigadores analizarán las muestras con hisopos para determinar los cambios químicos en el sebo que libera la piel.
Eso les servirá para identificar la "firma molecular" del olor y estudiar si se puede desarrollar una forma más simple de diagnosticar el Parkinson a través de una muestra de piel.
"La financiación de estudios pioneros como éste tiene el potencial de arrojar al Parkinson una luz completamente nueva” dijo Arthur Roach, director de Parkinson's UK.
"La investigación recién empieza, pero sí se ha demostrado -señaló Roach- que hay un olor único asociado con el mal de Parkinson, sobre todo al principio de la enfermedad, que podría tener un gran impacto". Esto podría ser útil en el diagnóstico precoz y en las pruebas científicas de nuevas drogas que puedan potencialmente detener la enfermedad, agregó.
El mal de los temblores
La Fundación de la Enfermedad de Parkinson del país estima que alrededor de 1 millón de estadounidenses padecen la enfermedad y no hay una cura para el mal, aunque el tratamiento a tiempo puede retrasar los peores síntomas.
El mal de Parkinson es un trastorno lentamente progresivo que afecta el movimiento, el control muscular y el equilibrio. Parte del proceso se desarrolla a medida que las células se destruyen en ciertas partes del tallo cerebral, particularmente la masa de células conocida como la sustancia negra.
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