Para lograr su objetivo, este joven de 25 años y aficionado al fisicoculturismo, recurrió al Synthol, un aceite que se inyecta localmente con el objeto de estirar la fascia muscular (membrana que recubre los músculos) y con ello, aumentar el volumen de los músculos.
"Mis músculos empezaron a solidificarse. Eran como auténticas rocas, no podía inyectarme con agujas normales y llegué a utilizar agujas para toros", narró Dos Santos al diario británico Mirror.
Recordó que fue después de ver a otros musculosos en el gimnasio que quiso imitarlos y terminó perdiendo el control. “Vi a algunos compañeros en el gimnasio con unos brazos enormes y empecé a entablar amistad con ellos. Al poco tiempo, me hablaron del Synthol”, expresó Romario. Sus bíceps llegaron a medir 64 centímetros.
Su impaciencia por seguir aumentando el volumen de sus músculos afecto su salud física y mental. Los terribles dolores que sufría en sus brazos no le daban tregua y los médicos le dijeron que la única solución era amputarlos. “Recuerdo al médico diciéndome que tendrían que amputarme ambos brazos”, añadió.
Sin embargo, a pesar del mal pronóstico médico, los especialistas encontraron una solución alternativa y, en lugar de amputar, pudieron extirparle los cristales de Synthol que le habían crecido en los brazos.
A través de su cuenta en Facebook, Romario comparte fotografías de su actual apariencia. Asegura que ya no se inyecta desde hace dos años, y que ahora busca conseguir su sueño de manera saludable. “Quiero que otras personas vean los riesgos. Pude haber muerto, todo porque quise músculos más grandes”, señaló.
Los esteroides anabólicos, de acuerdo con la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, son sustancias sintéticas relacionadas con las hormonas sexuales masculinas. Los físicoculturistas y los atletas suelen consumir esteroides anabólicos para crear masa muscular y mejorar el desempeño atlético. Pero su consumo es ilícito y nocivo.
El abuso de esteroides anabólicos se ha relacionado con muchos problemas de salud. Entre ellos, los más peligrosos son daño a los riñones o insuficiencia renal, daño al hígado, y problemas cardiovasculares, incluyendo agrandamiento del corazón, presión arterial alta y cambios en el colesterol que conducen a un mayor riesgo de un ataque cerebrovascular o al corazón (incluso en personas jóvenes).
Mira el video de la historia de Romario (En inglés):