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9/11: ¿Recordar lastima o cura?

En grandes ciudades y en pequeños pueblos, con grandes monumentos o con pequeñas placas, los memoriales nos recuerdan la muerte. O mejor dicho, que alguien o muchos, murieron por una causa, un acto heroico, una desgracia.

“Rememorar forma parte de la naturaleza humana”, asegura la profesora Karen Remmler, codirectora del Weisman Center for Leadership y experta en la Alemania de la postguerra.

Puntos clave

  • Más de 3,300 personas murieron en los ataques terroristas del 9/11 en Nueva York, Virginia y Pensilvania.
  • Para los sobrevivientes, los memoriales son una forma de honrar a sus muertos.
  • Pero también ayudan en el proceso de curar heridas.
 

Remmler ha indagado profundo en la pregunta sobre si recordar cura o sigue lastimando, estudiando a individuos y a la sociedad alemana en su conjunto 50 años después del Holocausto. “En el caso de los ataques terroristas del 9/11, recordar es un acto de responsabilidad colectiva”, asegura en un ensayo publicado en el College Street Journal.

La experta considera que la sociedad se cura del dolor por las pérdidas que causaron los ataques construyendo memoriales que cuentan a las generaciones futuras lo que ocurrió.

“Es como en Alemania; los alemanes actuales no fueron culpables del genocidio nazi, la mayoría de ellos ni siquiera había nacido cuando ocurrió. Pero sí son responsables de recordar y contar esa historia. Eso tiene un efecto curativo en la sociedad”, enfatiza Remmler.

A nivel individual, los efectos de recordar una tragedia como la del 9/11 son distintos y dependen de cada persona. Para Alexa Smagala, de 9 años, es recordar al papá que no llegó a conocer, y que fue uno de los heroicos bomberos que murió sacando personas de los escombros de las Torres Gemelas, según cuenta en la serie “The Children of 9/11”, de la revista People.

En la mirada de Alan Manevitz, psiquiatra en el Hospital Lenox Hill de Nueva York, y rescatista en los días posteriores a los ataques, hay dos razones posibles para repetir el doloroso acto de rememorar: querer estancarse en el dolor, o utilizar el recuerdo como una curación.

Para Manevitz, la mayoría de las personas que perdieron a seres queridos el 9/11, o sobrevivieron a la tragedia, encajan en la segunda categoría. “Recordar un hecho doloroso es más efectivo que olvidarlo”, dice el psiquiatra. “Las personas en general tienen una enorme capacidad de recuperación, y utilizan el recuerdo para seguir sanando las heridas”.

Si se trata de estancarse en el dolor, es probable que la persona necesite ayuda profesional, dicen, ya que corre el riesgo de desarrollar síntomas de estrés post traumático cada vez que rememora, aún años después.

Estos síntomas incluyen, según información de Mental Health America: no poder dejar de pensar en la desgracia, en este caso los ataques del 9/11; estar siempre en estado de alerta; negar o no querer hablar del evento que causa esas reacciones y sufrir de ataques de pánico.

Para Mirta Roses, directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la construcción de un memorial tiene una razón de ser crítica: es la posibilidad de recordar para los que no tuvieron un cuerpo que enterrar.

Según la OPS, una de las peores consecuencias para la salud mental de los que pierden a seres queridos en tragedias, es no poder cumplir con la tradición cultural de velar y enterrar el cuerpo.

Para Karen Remmler, los memoriales como los del 9/11, en Nueva York, y en el Pentágono en Arlington, Virginia, cumplen también una función de curación, haciendo sentir a los sobrevivientes que no están solos en su dolor. Agrega la experta que, además, es una forma colectiva de decir “honramos a nuestros muertos. Pero la violencia terminó aquí”.

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