¿Te imaginas un seguro de salud que cubriera a todas las generaciones de tu familia? ¿Con el cual no tendrías que sufrir cada vez que recibes una cuenta médica? Ésta es la filosofía central detrás de una idea que parece haber cobrado fuerza política, y que promete ser un eslogan fuerte de las campañas por la presidencia en 2020: Medicare para Todos.
Según explica Physicians for a National Health Program (PNHP), la entidad que nuclea a médicos que abogan por este tipo de cobertura médica, el seguro nacional de salud de pagador único, también conocido como Medicare para Todos, es un sistema en el que una sola agencia pública organiza el financiamiento de la atención médica. La prestación de la atención seguiría en gran parte en manos privadas.
Bajo un sistema de pagador único, todas las personas que viven en el país (no se sabe qué ocurriría con los indocumentados) tendrían cobertura gratuita para toda la atención médica: desde servicios preventivos, citas médicas, y vacunas, hasta los costos de hospitalizaciones, salud mental, salud reproductiva, dental, de la vista, medicamentos recetados y suministros médicos.
El programa se financiaría mediante la combinación de fuentes públicas que en la actualidad realizan enormes aportes (como Medicare y Medicaid) y con nuevos impuestos, modestos, basados en la capacidad de pago.
Según esta entidad, se ahorrarían más de $500 mil millones en dinero que hoy se gasta en papeleo y procesamientos, al reemplazar la administración orientada en las ganancias de las aseguradoras por un único pagador público simplificado, sin fines de lucro.
Las primas desaparecerían y el 95% de todos los hogares ahorraría dinero. Los pacientes ya no enfrentarían barreras financieras para la atención, como los copagos y los deducibles, y recuperarían la libre elección del médico y el hospital. Los médicos recobrarían la autonomía sobre la atención al paciente.
Los detractores del Medicare para Todos dicen que un sistema monopolizado por el gobierno no puede ser eficiente. Y que un sistema de pagador único limitaría las opciones de atención que hoy en día tienen los estadounidenses.
Otro impacto negativo sería el que tendría en la enorme fuerza laboral que tiene hoy en día el mercado de seguros privado: unos 540,000 puestos, según el Departamento de Trabajo.
En 2016, se gastó en salud $10,348 por persona, el doble que cualquier otro país industrializado. Sin embargo, el desempeño de los Estados Unidos en términos de atención médica fue pobre.
En los países que tienen un sistema de pagador único, como Canadá, España, Francia o Italia, no hay ciudadano sin cobertura. En los Estados Unidos, todavía hay 28 millones de personas sin seguro de salud.
Qué lo diferencia del Obamacare
La Ley de Cuidado de Salud a Bajo Precio (ACA) se estableció en 2010, con la idea de ampliar la cobertura de salud para millones de estadounidenses.
¿De qué manera?
A través de un mercado de seguros en los que las aseguradoras ofrecieran planes de salud accesibles. También en los que el gobierno ofreciera créditos para ayudar a pagar las primas, y se garantizara que el paciente no sufriera discriminación por tener una condición médica.
Otra de las estrategias de ACA fue recomendar a los estados que expandieran el programa de Medicaid para que personas que antes no calificaban por tener salarios un poco más altos, ahora pudieran ser beneficiarios.
La cobertura de salud se expandió dramáticamente: unas 20 millones de personas obtuvieron cobertura desde 2010, gran parte gracias a la expansión de Medicaid, según indica la Kaiser Family Foundation.
Sin embargo, el Obamacare sigue siendo un programa en donde hay múltiples pagadores, lo que lo diferencia del concepto de Medicare para Todos. Si bien el gobierno tiene una presencia fuerte a muchos niveles —especialmente ayudando a los consumidores con créditos para pagar sus cuotas mensuales— sigue siendo un sistema que se basa en la atención y administración privada.
Y, con todos sus aspectos positivos, no ha logrado cerrar la brecha de cobertura para que todos accedan a la atención médica, ya que todavía hay 28 millones de personas que no tienen seguro de salud.
Un programa con historia
El Medicare se estableció por ley en 1965, como un plan de cobertura universal para los adultos mayores de 65 años. El programa que firmó el entonces presidente Lyndon B. Johnson ayudó a mejorar la atención de los seniors, y a su longevidad.
Originalmente constaba de dos parte, el Medicare A, que era el seguro hospitalario, y el Medicare B, que cubría la atención médica.
Para tener derecho a ser beneficiario de Medicare, se debe haber trabajado en el país y aportado al Seguro Social por al menos 10 años.
Algunos expertos, como Linda Fried, decana de la Escuela Mailman de Salud Pública de la Universidad de Columbia, consideran que una buena opción sería bajar la edad de elegibilidad para el Medicare a las personas de 50 años y más, con lo cual se resolvería gran parte del tema de la atención médica para una franja de edad en la que justamente se comienza a gastar más en salud.
En 2017, el senador por Vermont Bernie Sanders introdujo un proyecto de ley de Medicare para Todos. El proyecto no alcanzó el rango de ley, pero Sanders sembró la semilla de un debate que seguro llegará a 2020.
Y, de hecho, hay estados que lo plantean como una realidad en un futuro cercano. Como ejemplo, el flamante gobernador de California, Gavin Newsom, lo estableció como un desafío de campaña. Newsom ya experimentó con un seguro universal "en miniatura" cuando fue alcalde de San francisco.
Es que muchas cosas han cambiado desde 1965. La medicina para todos ya no se asocia al socialismo y las uniones —como el poderoso Sindicato de Enfermeras de California—apoyan el modelo de pagador único. Y la mentalidad también se ha modificado para los que usan guardapolvo blanco: hay una nueva generación de médicos que, a diferencia de sus profesores, apoyan el sistema universal, y que tienen a la promoción de la atención primaria y preventiva como prioridades en sus carreras.