La tristeza es una de las emociones básicas del ser humano, sin embargo, muchas veces se la confunde o utiliza como sinónimo de depresión, un trastorno mental que nunca es una parte "normal" de la vida. Aquí te contamos cuáles son sus diferencias y los efectos que pueden tener sobre tu cuerpo.
Las emociones son reacciones psicofisiológicas que funcionan como modos de adaptación frente a diferentes estímulos que las personas perciben. Pueden alterar la atención, organizar las respuestas del individuo, y guiarlo para que logre el comportamiento más efectivo ante determinada situación.
Uno de los pioneros en el estudio de las emociones, el psicólogo Paul Ekman, estableció seis emociones básicas no natales del ser humano: el miedo, la ira, el asco, la alegría, la sorpresa y la tristeza. Aunque se plantean como universales, no todas tienen la misma incidencia o duración, debido a que surgen como resultado de situaciones más o menos relevantes. Por eso, la tristeza suele perdurar ya que su aparición se vincula a eventos de gran impacto.
Esta es una reacción, dolor, o estado que surge ante una pérdida o situación adversa por la que nos vemos superados. Se cree que los principales factores reguladores de la tristeza son: los esquemas cognitivo, los patrones de personalida y el entorno social, cultural y económico. Debido a que no todos la padecen de la misma manera, los investigadores no pueden garantizar los efectos que tiene sobre nuestro cuerpo.
Sin embargo, existe evidencia que la vincula con alteraciones en el ritmo respiratorio y cardíaco, en los niveles de presión arterial y colesterol, en la percepción de temperaturas, en el apetito e incluso en la salud de la piel.
A nivel cognitivo, las personas tristes suelen quedar "atrapadas" en pensamiento y decisiones rígidas, que limitan su capacidad de adaptación y buen juicio al momento de tomar decisiones. Cuando este estado mental se extiende durante mucho tiempo e interviene en todos los aspectos de nuestra vida, puede tratarse de depresión.
Algo más que tristeza
La depresión es la principal causa de discapacidad en todo el mundo, según señala la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se trata de un trastorno mental frecuente que afecta por año a más de 300 millones de personas en el mundo y a 16 millones en EE. UU. El Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH) identifica los siguientes síntomas como las señales de alerta más notorias:
- Estado de irritabilidad permanente.
- Cambios en el apetito y el peso.
- Trastornos del sueño (puede ser insomnio o dormir mucho).
- Sentir cansancio o una sensación de lentitud durante el día.
- Tener la energía muy baja.
- Tener sentimientos de culpabilidad, o sentir que nada tiene sentido.
- Problemas con enfocar en una actividad, o perder fácilmente la concentración.
- Perder la habilidad de tomar decisiones.
- Tener pensamientos de muerte o suicidio.
Esta condición sí se vinculó con diferentes efectos sobre nuestro cuerpo, como, por ejemplo, problemas de memoria. Según un estudio publicado en British Journal of Psychiatry, cuantos más episodios de depresión experimentan las personas en su edad adulta, mayor es el riesgo de deterioro cognitivo que tienen más adelante en la vida.
También es común que los sentimientos de desgano que provoca la depresión hagan que las personas se aíslen, lo que aumenta la aparición de muchos problemas, como sedentarismo, falta de deseo sexual, cansancio, malos hábito alimenticios, dolores musculares y estomacales, daño cardiovascular y defensas más débiles.
Esto la convierte en una de las principales causas de discapacidad en el mundo. Por eso, muchos expertos alientan a las personas que sufren este trastorno a buscar ayuda. La Asociación Estadounidense de Psiquiatría sugiere que la combinación de antidepresivos con tratamiento o terapias psicológicas funciona para la mayoría de los pacientes.
Esta combinación es necesaria ya que la gente suele abandonar más fácilmente a las píldoras que a los psicólogos. Si esto ocurre, el médico será el balance para volver a encarrilar el tratamiento. Sin embargo, existe un desafío por delante, ya que, Mental Health America (MHA), informa que, aunque las personas con depresión "tienen una remisión completa del trastorno con un tratamiento efectivo, solo un 35% busca ayuda con profesionales de salud mental".
Un buen comienzo para evitar esta situación es controlando la tristeza. La mejor manera de hacerlo es manteniendo fuertes lazos con amigos y familiares, realizando ejercicio regularmente, practicando técnicas de meditación o relajación, realizando actividades que nos agraden, siendo consciente de nuestros pensamientos y actitudes negativas, y consultando a los profesionales.