Si crees que una nalgada a tiempo es la mejor forma de disciplinar a tu hijo o que los azotes son un buen recurso para corregir sus conductas inapropiadas, esta información te interesa. Varios estudios indican que el castigo corporal, a la larga, genera miedo y agresividad en los niños, tanto así que la Academia Americana de Pediatría (AAP) ha hecho un llamado para prohibir los golpes e insultos como métodos de disciplina infantil.
El castigo corporal, como los azotes o nalgadas, no solo es ineficaz para enseñar a un niño la responsabilidad y el autocontrol, también aumenta la agresividad en los niños pequeños a la larga. De acuerdo a la AAP, hay nuevas evidencias que incluso sugieren que puede causar daño al niño al afectar el desarrollo normal del cerebro.
Se llevó a cabo un estudio que analizó la conducta de niños pequeños que fueron azotados más de dos veces al mes. Resultó que a los 5 años de edad eran más agresivos que a los tres. Y a los nueve años, esos mismos niños mostraron comportamientos negativos y puntajes de vocabulario receptivo más bajos.
El estudio concluyó que tanto la disciplina corporal como el abuso verbal severo pueden generar miedo en un niño, a corto plato. Pero, con el tiempo, pueden causar comportamientos más agresivos, sin mejorar aquellas conductas que se desean corregir.
Investigaciones anteriores habían demostrado que golpear a un niño, gritarle o avergonzarlo puede elevar las hormonas del estrés y provocar cambios en la arquitectura del cerebro. Este tipo de abuso también está relacionado con problemas de salud mental en preadolescentes y adolescentes.
Motivar y no pegar
Tras revisar estos hallazgos, la AAP actualizó su declaración de políticas para hacer un llamado a prohibir los castigos corporales, tanto en casa como en los colegios y crear conciencia sobre el daño asociado con el castigo verbal, como la vergüenza o la humillación. La intención es tratar de educar a las familias sobre estrategias de disciplina que enseñen el comportamiento apropiado y protejan al niño de cualquier daño y ofrecerles recursos para diseñar planes más efectivos y adecuados a su edad.
"La buena noticia es que hay menos padres que apoyan el uso de azotes que en el pasado", dijo Robert D. Sege, autor de la declaración de políticas y antiguo miembro del Comité de la AAP sobre el abuso y la negligencia infantil. "Sin embargo, el castigo corporal sigue siendo legal en muchos estados, a pesar de la evidencia de que perjudica a los niños, no solo física y mentalmente, sino también en cómo se desempeñan en la escuela y cómo interactúan con otros niños".
Existen otros métodos que pueden diciplinar y enseñar a los niños a distinguir el bien del mal, son más seguros y más efectivos. En el documento, que se llama Disciplina efectiva para criar niños sanos y se publicará en la edición de diciembre de la revista Pediatrics, los especialistas sugieren comenzar con la premisa de recompensar el comportamiento positivo. Los padres pueden establecer reglas y expectativas por adelantado y, muy importante, deben ser coherentes en el cumplimiento de estas normas.
"No hay ningún beneficio para los azotes", dijo Sege. "Sabemos que los niños crecen y se desarrollan mejor con modelos de roles positivos y estableciendo límites saludables. Podemos hacerlo mejor".
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