Recibir nalgadas durante la infancia puede conducir a una serie de problemas de salud mental en la edad adulta, señaló una investigación de la Universidad de Michigan (UM).
El estudio liderado por Andrew Grogan-Kaylor y Shawna Lee, profesores asociados de trabajo social de la UM, indica que la violencia causada por las nalgadas puede llevar a los adultos a sentirse deprimidos, intentar suicidarse, beber en exceso o usar drogas ilegales.
"Ubicar a las nalgadas en una categoría similar a las experiencias de abuso físico o emocional aumentaría nuestra comprensión de estos problemas de salud mental en los adultos", dijo Grogan-Kaylor en un comunicado de la Universidad.
Las nalgadas se definen como el uso de la fuerza física con la intención de causar que un niño experimente dolor, pero no lesiones, para corregir o controlar su comportamiento.
Aunque reportes anteriores han demostrado que en los Estados Unidos los azotes o nalgadas han declinado desde la década de los 70, muchos padres todavía consideran que se trata de una forma aceptable de castigo. Un estudio del año 2010 de la Universidad de Carolina del Norte reveló que casi el 80 por ciento de los niños de preescolar de EE. UU. recibió nalgadas.
Hombres y minorías
La investigación utilizó datos del estudio previo "Experiencias Adversas de Infancia (ACE)" de los CDC-Kaiser, donde más de 8,300 personas, de 19 a 97 años, completaron auto informes mientras realizaban controles de salud de rutina.
Se les preguntó a los encuestados sobre la frecuencia con la que fueron azotados en sus primeros 18 años de vida, antecedentes familiares y si un adulto infligió algún tipo de abuso físico (empujar, agarrar, abofetear o empujar) o abuso emocional (insultar o maldecir).
Casi el 55 por ciento de los participantes informó que recibió nalgadas. Los hombres fueron más propensos a sufrir nalgadas infantiles en relación con las mujeres.
En comparación con los encuestados blancos, los encuestados pertenecientes a minorías, fueron más propensos a denunciar que los azotaban. Pero, los azotes fueron menos frecuentes entre los encuestados asiáticos.
En tanto, las nalgadas prevalecieron en todos los niveles educativos. El grupo que reportó haber estado expuestos a nalgadas durante la infancia registró más probabilidades de depresión y otros problemas de salud mental, según el estudio.
“Por esta razón, es importante ayudar a los padres a evitar el castigo físico y, en su lugar, usar formas seguras y efectivas para disciplinar y guiar a sus hijos”, señalaron los autores.
Prevención
El trabajo de la UM destaca la importancia de la prevención del maltrato infantil. Esto incluye la necesidad de promover la crianza positiva a través de la educación y la legislación para reducir el uso del castigo físico.
“Asegurar relaciones y ambientes seguros, estables y enriquecedores para todos los niños es esencial para un crecimiento y desarrollo saludables, además de comunidades más seguras y economías más fuertes “, enfatizaron los investigadores.