Los adolescentes (edades entre los 10 y los 19 años) representan aproximadamente una sexta parte de la población mundial (1200 millones de personas).
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la mayoría de los jóvenes goza de buena salud, sin embargo, muchos mueren de forma prematura debido a accidentes, suicidios, violencia, complicaciones relacionadas con el embarazo y enfermedades prevenibles o tratables.
En efecto, en 2015 murieron 1,2 millones de adolescentes, es decir, más de 3000 al día. Las lesiones por accidentes de tránsito fueron la principal causa de mortalidad en 2015. Otras causas son las infecciones de las vías respiratorias inferiores, el suicidio, las enfermedades diarreicas y los ahogamientos.
La incidencia de suicidios preocupa sobre todo porque la mitad de todos los trastornos de salud mental en la edad adulta empiezan a manifestarse a los 14 años, pero la mayoría de los casos no se detectan ni son tratados.
El médico psiquiatra Andrés Pérez Barrero, fundador de la sección de Suicidiología de la Asociación Mundial de Psiquiatría. Miembro del Grupo de la OMS para la Prevención del Suicidio y asesor de la OPS/OMS para la Prevención del Suicidio en Las Américas, señala que los adolescentes que intentan el suicidio o que se suicidarán se caracterizan por presentar diversos factores de riesgo, entre los que se encuentran:
Provenir de medios familiares con desventaja social y pobreza educacional
Estar más expuestos a situaciones familiares adversas que condicionan una niñez infeliz.
Presentar mayor psicopatología, incluyendo depresión, abuso de sustancias y conducta disocial así como baja autoestima, impulsividad, desesperanza y rigidez cognitiva.
Mayor exposición a situaciones de riesgo suicida o eventos vitales suicidógenos como las relaciones humanas tumultuosas, los amores contrariados o problemas con las autoridades policiales.
Los factores asociados a la cultura adquieren una importancia capital en la conducta suicida entre las minorías étnicas, quienes deben hacer esfuerzos constantes por lograr adaptarse a la nueva cultura.
Presentan temor de ser rechazado. Confusión en el rol, las expectativas, los valores y la identidad. Sorpresa, angustia, disgusto e indignación ante las diferencias culturales.
La violencia, la pobreza, la humillación y el sentimiento de desvalorización también pueden aumentar el riesgo de padecer problemas de salud mental.
Según la OMS, la depresión es la tercera causa principal de morbilidad y discapacidad entre los adolescentes y el suicidio es la tercera causa de defunción entre adolescentes mayores de entre 15 y 19 años.
Se propaga como una enfermedad
Décadas de investigación demuestran que una alarmante gama de emociones y comportamientos pueden ser contagiosos, desde el mal humor hasta el bostezo. Los jóvenes son especialmente susceptibles; se obsesionan con las novedades y tendencias de moda y copian comportamientos ilícitos de sus semejantes, como fumar, beber o manejar a gran velocidad. O suicidarse.
Investigadores de la Universidad de Columbia y otras instituciones confirmaron que el suicidio es contagioso y puede transmitirse entre la gente.
Los expertos llegaron a esa conclusión con una fórmula estadística que se aplica típicamente para rastrear brotes de enfermedades.
El contagio se propaga ya sea directamente, al conocer a una víctima de suicidio, o indirectamente, enterándose de un suicidio por el boca a boca o los medios de comunicación.
Esos mismos investigadores descubrieron que las personas con edades entre 15 y 19 años son de dos a cuatro veces más proclives al contagio del suicidio que la gente en otros grupos de edad.
La manera en que se propaga puede ser tan similar a la de las enfermedades que los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) han ido a regiones para investigar los aumentos en suicidios.
Internet como factor desencadenante
Precisamente, esos reportes de los CDC sirvieron de base para que otros expertos estudiaran la relación entre los aumentos de los casos de suicidio y el incremento en el uso de las redes sociales.
Los autores del estudio investigaron los informes sobre suicidios de los CDC correspondientes a los años 2009-15 y los resultados de dos encuestas entre estudiantes secundarios sobre actitudes, conductas e intereses.
Participaron medio millón de adolescentes de 13 a 18 años. Se les preguntó sobre el uso de artefactos electrónicos, medios impresos, televisión y tiempo con los amigos. Las preguntas sobre los estados de ánimo incluyeron la frecuencia de sensaciones de impotencia y considerar o intentar el suicidio.
Entre los resultados figuraron reflexiones de este tipo: “Después de horas de recorrer mensajes en Instagram me siento peor porque me siento excluida”, dijo Caitlin Hearty, una estudiante de secundaria de 17 años residente en Littleton, Colorado, quien ayudó a organizar una campaña offline después de varios suicidios de adolescentes en su zona.
“Nadie coloca mensajes sobre los malos momentos que pasan”, añadió Chloe Schilling, de 17 años, quien también participó en la campaña en la que cientos de adolescentes aceptaron no usar el internet ni las redes sociales durante un mes.
El estudio, que apareció en el periódico Clinical Psychological Science, plantea que los suicidios de adolescentes aumentaron justo cuando también se produjo un alza en el uso de las redes sociales y ambos fenómenos podrían estar relacionados.
Sin embargo, el estudio no llega a dar una respuesta definitiva. Solo insinúa que el uso creciente de las redes sociales podría ser uno de los factores del incremento de los suicidios. También se señala que el acoso a través del internet, y los perfiles que describen vidas “perfectas” podrían afectar la salud mental de los jóvenes, de acuerdo con los investigadores.
También revela que el uso por los adolescentes de teléfonos celulares y otros artefactos electrónicos durante al menos cinco horas diarias aumentó de 8% en 2009 a 19% en 2015.
Estos mostraban un 70% más de probabilidades de tener pensamientos o tomar medidas suicidas que los que reportaban una hora diaria de uso.
En 2015, el 36% de todos los adolescentes reportaron sensaciones de profunda tristeza o desesperanza, o de pensar en, planear o intentar el suicidio, comparado con el 32% en 2009. En las niñas las tasas eran mayores: 45% en 2015, comparado con 40% en 2009.
En 2009, 58% de las niñas de último año de secundaria usaban las redes sociales diariamente o casi; en 2015, esa cifra había aumentado a 87%.
La probabilidad de experimentar depresión era 14% mayor que en las que usaban las redes sociales con menos frecuencia.
La doctora Christine Moutier, jefa médica de la Fundación Estadounidense para la Prevención del Suicidio, dijo, sin embargo, que el estudio presenta pruebas endebles a favor de una teoría muy difundida y que son muchos los factores que tienen influencia sobre el suicidio adolescente.