Los investigadores del Imperial College en Londres, de la Universidad de Harvard en Boston y de la Organización Mundial de la Salud analizaron los números del índice de masa corporal (IMC), el colesterol y la hipertensión a lo largo de casi 30 años. El trabajo se publica en la última edición de la revista “The Lancet”.
Los expertos analizaron datos de 9 millones de adultos de 20 años y más en 199 países en tres décadas. Y comprobaron que la cifra de personas hipertensas o con colesterol alto bajó en varios países desarrollados, mientras que la obesidad siguió creciendo a nivel mundial.
Puntos clave
En 2008, el 9,8% de los hombres y el 13,8% de las mujeres a nivel mundial eran obesas, es decir que tenían un IMC superior a 30. En 1980, el porcentaje de hombres gordos era de 4,8% y el de mujeres, 7,9%.
El índice de masa corporal o IMC es una medida que surge de ecuación matemática: peso por altura al cuadrado. Se mide en kilos y metros. Un IMC entre 18,5 y 25 se considera saludable. Más de 25 revela sobrepeso y si es superior a 30 significa que la persona es obesa.
A nivel mundial, las Islas del Pacífico tienen el mayor IMC: entre 34 y 35. Un número que es 70% superior a algunos países del sudeste asiático y del África subsahariana.
En Estados Unidos la obesidad creció muchísimo: el 26,4% de los hombres y el 24,8% de las mujeres son obesas, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Al país le siguen en cantidad de obesos por Nueva Zelandia, Australia y el Reino Unido.
Sin embargo, curiosamente, ha bajado el número de personas con colesterol alto e hipertensión debido en parte, dien los científicos, a que hay más diagnóstico y tratamiento.
En Europa, la mayoría de los países tienen más obesos. Pero algunos se han mantenido en línea: casi no hubo aumento de obesidad femenina y apenas un leve crecimiento de la masculina en Bélgica, Finlandia, Francia, Italia y Suiza.
La obesidad es una enfermedad metabólica crónica que se registra cuando la grasa acumulada en el cuerpo se vuelve una amenaza para la salud: atenta contra la expectativa de vida y es factor de riesgo múltiple de colesterol, la hipertensión y los ataque cardíacos, entre otros.
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