Si no lavas bien tus dientes, puedes sufrir infecciones, caries y enfermedades de las encías.
Esto, además, puede tener repercusiones en todo tu cuerpo. Conoce cómo debes cepillar tus dientes y cuándo hacerlo para cuidar tu salud de la mejor manera.
Puntos clave
- Los problemas bucales pueden ser responsable de distintas afecciones que no se limitan a la boca, como cáncer, dificultades para respira o problemas cardiovasculares.
- Para prevenir esto, es importante cepillar los dientes correctamente, empezando por las caras exteriores, realizando movimientos circulares y sin olvidar la lengua.
- Los expertos aconsejan usar pasta dental con flúor y cepillos de cerdas suaves que se adapten a la boca.
- Después de lavar los dientes, siempre se debe enjuagar el cepillo de dientes con agua, guardarlo en posición vertical y dejarlo secar al aire hasta que se lo vuelva a usar.
Tanto los dientes como las encías pueden ofrecer pistas sobre el estado de salud general del cuerpo. Existe evidencia que muestra que los problemas bucales pueden ser responsable de distintas afecciones que no se limitan a la boca:
- Cáncer: una bacteria asociada a la enfermedad de las encías, Treponema denticola, puede afectar los tejidos bucales sanos y es capaz de activar la producción de sustancias que promueven las células cancerosas.
- Dificultades para respirar: si los tubos en los pulmones que transportan aire están inflamados (a causa de bacterias bucales), se vuelven más estrechos y eso restringe el flujo.
- Disfunción eréctil: los vasos sanguíneos responsables de mantener la erección pueden verse afectados por la inflamación que causan las bacterias bucales.
- Problemas cardiovasculares: Es posible que bacterias bucales, como la Porphyromonas gingivalis, ingresen al flujo sanguíneo y sean propulsadas a destinas zonas, incluido el corazón, causando inflamación.
Para prevenir la aparición de estos problemas, cepillar los dientes correctamente es una medida fundamental.
Cómo cepillar los dientes
Empieza cepillando las caras exteriores de los dientes superiores. Para ello, abre ligeramente la boca y coloca el cepillo de forma tal que forme un ángulo de 45° con las encías.
Realiza varios movimientos circulares para abarcar con las cerdas del cepillo los dientes y encías. ¡Pero cuidado! Estos movimientos deben ser suaves, ya que al ejercer demasiada presión se pueden lastimar o irritar las encías.
Para las caras interiores, coloca el cepillo en forma vertical y haz varios movimiento de arriba hacia abajo, abarcando la zona de molar a molar. Para los premolares y molares de cada lado, se recurre a un barrido con el cepillo en forma horizontal.
Una vez que termines con los dientes superiores, puedes repetir el proceso con los dientes inferiores.
Finalmente, toca ocuparse de la lengua (un paso que muchas personas suelen saltarse). Lo ideal es usar un raspador lingual, pero si usas el cepillo el procedimiento será el mismo: sacar la lengua y comenzar a barrer desde atrás hacia delante.
Precaución: aunque lo ideal para limpiar la lengua es comenzar desde lo más atrás posible, en algunos casos esto puede provocar náuseas, por lo que se aconseja no forzar el acceso.
Respecto al equipo para lavar los dientes, los expertos aconsejan usar pasta dental con flúor y cepillos de cerdas suaves que se adapten a la boca.
Después de lavar los dientes, siempre se debe enjuagar el cepillo de dientes con agua, guardarlo en posición vertical y dejarlo secar al aire hasta que se lo vuelva a usar.
También se aconseja mantenerlo separado de otros cepillos de dientes, para evitar la contaminación cruzada, y no cubrirlo ni guardarlo en recipientes cerrados, ya que eso puede estimular el desarrollo de hogos o bacterias.
Los especialistas recomiendan cepillar los dientes dos veces al día y que cada cepillado dure entre dos y tres minutos. El momento adecuado para hacerlo es después de comer, antes de que las bacterias bucales ataquen el esmalte de los dientes.
También es importante tener en cuenta que en ciertos casos conviene esperar después de comer para cepillarse los dientes. Un ejemplo de esto ocurre con los cítricos. Debido a su acidez, cepillar puede debilitar el esmalte y la defensa de los dientes.
Otro hábito que puede parecer saludable o que funciona como una forma de reforzar la higiene bucal, es cepillar los dientes muchas veces al día. Sin embargo, los expertos advierten que esto puede aumentar el riesgo de dañar las encías y desgastar el esmalte dental, dejando ciertas partes de los dientes desprotegidas.
Otros hábitos saludables
Cepillar correctamente los dientes es un hábito fundamental para cuidar la salud bucal y prevenir distintas afecciones, pero no el único. Ten en cuenta estas medidas:
- Reemplazar el cepillo de dientes cada tres o cuatro meses, o cuando las cerdas se muestren irregulares o abiertas.
- Usar enjuague bucal e hilo dental regularmente, ya que las bacterias que causan caries pueden alojarse entre los dientes y bajo la línea de las encías.
- Beber mucha agua, para evitar la acumulación de restos de comida o bacterias.
- Seguir una dieta saludable, rica en frutas, vegetales y legumbres, a la vez que se limitan los productos grasosos, azucarados, fritos o muy salados.
- Evitar los bocadillos frecuentes entre comidas. Esto permite un mejor control de las bacterias bucales con dos cepillados de diente al día.
Otro hábito que no debe descuidarse son las visitas al dentista. Lo aconsejable son dos veces al año, sin embargo, deberás consultarlo cuanto antes frente a la aparición de:
- Dientes permanentes débiles o flojos.
- Dolores al masticar.
- Encías enrojecidas, sensibles, inflamadas o sangrantes.
- Encías que comienzan a separarse de los dientes.
- Mal aliento persistente o un sabor inusual en la boca, incluso tras lavarte.
- Sensibilidad inusual al frío y al calor.
Recuerda, las visitas frecuentes al dentista aumentan la posibilidad de detectar cualquier problema a tiempo y facilitan su tratamiento.
Fuentes consultadas: Asociación Dental Estadounidense, Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU., Clínica Mayo.