Los datos del estudio presentado por el Dr. Manolis Calístrato en el Congreso Europeo de Cardiología, celebrado en Londres, Reino Unido, refieren que la siesta se asocia con niveles de presión arterial más bajos y una menor prescripción de fármacos antihipertensivos.
Dicha conclusión se desprende de la evaluación que se realizó a 386 pacientes (200 hombres y 186 mujeres, edad media 61.4 años) con hipertensión arterial. Los investigadores encontraron que quienes tomaron una siesta (de entre 45 minutos y una hora) registraban una presión arterial 5% menor (6 mmHg) en comparación con pacientes que no realizaban esta práctica.
Además, su presión sistólica promedio cuando estaban despiertos era 4% menor (5 mmHg) y mientras dormían por la noche 6% inferior (7 mmHg). También se encontró que necesitaron tomar menos antihipertensivos.
"Aunque pueda parecer que una disminución de la tensión arterial del 5% no es mucho, hay que explicar que reducciones tan pequeñas como 2 mmHg en la tensión arterial sistólica puede aminorar el riesgo de episodios cardiovasculares en hasta un 10%", destacó el Dr. Calístrato, en información difundida por el Congreso Europeo de Cardiología.
"Dos influyentes primeros ministros del Reino Unido eran partidarios de la siesta al mediodía. Winston Churchill dijo que tenemos que dormir en algún momento entre el almuerzo y la cena, mientras que Margaret Thatcher no quería que la molestaran alrededor de las tres de la tarde. De acuerdo con nuestro estudio, tenían razón, porque las siestas a la mitad del día parecen reducir los niveles de tensión arterial y probablemente también la cantidad de medicamentos antihipertensivos requeridos", añadió.
La Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos recomienda una siesta de 20 a 30 minutos "para mejorar el estado de alerta y el rendimiento sin quedar aturdido o que interfiera con el sueño nocturno". Mientras que un estudio del Instituto Nacional de Salud Industrial, en Kawasaki, Japón, sugiere que dormir siestas cortas varias veces por semana reduce el riesgo de padecer problemas cardiovasculares y cognitivos.
El “enemigo silencioso”
La presión arterial alta es una afección grave que puede causar enfermedad coronaria (conocida también como enfermedad de las arterias coronarias), insuficiencia cardíaca, accidente cerebrovascular (derrame cerebral), insuficiencia renal y otros problemas de salud. La mayoría de personas que padecen de hipertensión arterial no tienen ningún síntoma. Esta es la razón por la que a veces se le conoce como el “enemigo silencioso”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), refiere que a nivel mundial uno de cada tres adultos padece hipertensión, trastorno que aumenta el riesgo de infarto, accidentes cerebrovasculares e insuficiencia renal. Dicha proporción aumenta con la edad: una de cada 10 personas de 20 a 40 años, y 5 de cada 10 de 50 a 60 años.
De acuerdo con un reporte de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), uno de cada tres adultos en Estados Unidos padece de presión arterial alta (67 millones) y más de la mitad de ellos (36 millones) no la tiene bajo control. El riesgo se incrementa a medida que se va envejeciendo.
Si padeces de hipertensión arterial, tienes mayor riesgo de sufrir una apoplejía, enfermedad cardíaca, un ataque cardíaco e insuficiencia renal. Controlar tu presión arterial puede reducir estos riesgos.
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