Cuando algunos componentes de la sangre se espesan pueden convertirse en una especie de gel llamado coágulo.
Si esto ocurre, existe un mayor riesgo de que el flujo sanguíneo se vea afectado, aumentando el riesgo de distintas afecciones, como trombosis o embolia pulmonar. Conoce por qué ocurren los coágulos y qué puedes hacer para prevenir su aparición.
Puntos clave
- Los coágulos sanguíneos se forman cuando ciertos componentes de la sangre se espesan y forman una especie de gel.
- En algunos casos se pueden surgir en el interior de las venas sin un buen motivo y no se disuelven naturalmente, por lo que pueden requerir atención médica.
- Para evitar su formación es importante controlar los niveles de colesterol, triglicéridos y presión arterial, y evitar mantenerse de pie o sentado por más de una hora seguida.
- También es de ayuda hacer los ejercicios que recomienda el médico, hidratarse correctamente, y reducir el consumo de sal.
Los coágulos sanguíneos se forman cuando ciertos componentes de la sangre se espesan y forman una especie de gel. En algunos casos, este proceso puede ser beneficiosos, por ejemplo, cuando ocurre como respuesta a una lesión o corte, bloqueando el vaso sanguíneo lesionado y conteniendo el sangrado.
Sin embargo, algunos coágulos se forman en el interior de las venas sin un buen motivo y no se disuelven naturalmente. Esto puede requerir atención médica, especialmente si se localizan en las piernas, pulmones o cerebro.
Normalmente, a los coágulos sanguíneos que se forman en una vena profunda de las piernas o muslos se los conoce como trombosis venosa profunda o TVP. Esta afección puede causar serios problemas si el coágulo se desprende y dirige a los pulmones, lo que se conoce como embolia pulmonar. También puede aumentar el riesgo de infarto o derrame.
¿Por qué se forman coágulos en las piernas?
Entre las principales causas de formación de coágulos en las piernas se encuentra:
- Haber sufrido una fractura (de cadera, pelvis o pierna).
- Haber tenido COVID-19.
- Haber tenido o tener cáncer.
- Hacer largos viajes en auto, avión, autobús o tren sin cambiar de posición.
- Pasar muchos tiempo sentado o acostado.
- Pasar mucho tiempo sin moverse.
- Ser obeso o tener sobrepeso.
- Someterse a una operación recientemente.
- Tomar medicamentos que promueven la coagulación de la sangre u hormonas, especialmente como método anticonceptivo. Importante: no dejes de tomar cualquier medicamento del que sospeches sin antes consultarlo con un profesional de la salud.
- Tener 65 años o más.
- Tener antecedentes familiares de coágulos sanguíneos.
- Tener diabetes.
- Tener hematomas grandes.
- Tener problemas del corazón.
- Tener venas varicosas o enfermas.
Es posible saber si se ha formado un coágulo en la pierna si se experimentan los siguientes síntomas:
- Dolor o entumecimiento en la pierna.
- Enrojecimiento de la piel en la pierna.
- Hinchazón repentina en la pierna.
- Sentir un punto caliente en la pierna.
A su vez, la aparición de alguno estos signos pueden indicar la probable presencia de un coágulo que se desprendió y llegó a los pulmones:
- Desmayos.
- Dificultad para respirar.
- Dolor de pecho.
- Fiebre leve.
- Latidos cardíacos rápidos.
- Tos, con o sin sangre.
¿Cómo evitar la aparición de coágulos?
Si experimentas alguno de los síntomas antes desarrollados o sospechas que se puede haber formado un coágulo en tu pierna, deberás consultar a un profesional de la salud. Este te examinará y realizará un diagnóstico, para determinar el mejor tratamiento.
Generalmente, se recurre al uso de diluyentes de sangre o anticoagulantes, que, como su nombre lo indica, impiden que la sangre se coagule.
Sin embargo, los expertos coinciden en que lo mejor que se puede hacer frente a este trastorno es prevenirlo. Para ello, puedes adoptar distintas medidas sencillas:
- Cambiar de posición con frecuencia, especialmente durante los viajes largos.
- Controlar los niveles de colesterol, triglicéridos, y presión arterial.
- Elevar la parte de los pies de la cama entre 10 y 15 cm (4 a 6 pulgadas), poniéndole abajo bloques o libros.
- Evitar mantenerse de pie o sentado por más de una hora seguida.
- Hacer los ejercicios que recomienda el médico para favorecer la circulación.
- Hidratarse correctamente, bebiendo entre 2 y 2 ½ de agua al día.
- Levantar las piernas, eventualmente, 15 cm (6 pulgadas) por encima del corazón.
- Mantenerse activo realizando actividad física regularmente o a diario. Cualquier movimiento es de ayuda, incluso caminar.
- No fumar.
- No usar almohadas bajo las rodillas.
- Prevenir golpes en las piernas y evitar cruzarlas.
- Reducir el consumo de sal, tanto agregada como la que se encuentra en distintos alimentos o bebidas procesadas.
- Usar ropa, calcetines o medias holgadas.
- Usar medias especiales (llamadas medias de compresión), si el profesional de la salud así lo recomienda.
- Tomar todos los medicamentos que el médico recete.
Fuentes consultadas: Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU., Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), Clínica Mayo, Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre.