Hay accesorios domésticos que se deberían limpiar o cambiar más a menudo. Recientemente, científicos alemanes de la Universidad de Furtwangen analizaron 14 esponjas domésticas y sus habitantes microbianos, y confirmaron que allí vivían 73 familias de gérmenes y 118 géneros de microbios diferentes. Para neutralizar esta peligrosa cualidad, sugirieron reemplazar la esponja de cocina una vez a la semana.
Otro ejemplo de agentes poderosos de portación de microbios son las toallas, que se pueden vincular al a la propagación de enfermedades infecciosas.
Las toallas son grandes trampas de bacterias: cada vez que las usas, transfieres las bacterias naturales de tu propia piel e incorporas a la vez, cualquier germen que se encuentra en la tela. La mayoría de estos gérmenes no tienen ningún efecto negativo en tu salud porque provienen de tí mismo, pero el problema es cuando pasan a otra persona.
"Nuestros cuerpos están adaptados para poder vivir con todos estos microbios alrededor", dijo a Time Emily Martin, profesora asistente de epidemiología de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Michigan.
Pero las toallas poseen el ambiente perfecto para que las bacterias y otros microorganismos crezcan, porque son a menudo húmedas, cálidas y absorbentes, y cuelgan en baños oscuros.
Pasaje de gérmenes
Nuestras propias manos pueden transferir los microbios de lo que tocan a las toallas, y el cuarto de baño es un lugar especialmente amenazante. Allí, las manos tocan organismos fecales como los microorganismos de las bacterias coliformes que pueden indicar la presencia de bacterias causantes de enfermedades en el agua, Escherichia coli o incluso Salmonella, según consigna en un artículo de Time, Charles Gerba, microbiólogo de la Universidad de Arizona, en EE.UU.
Gerba es autor de un estudio aun no publicado donde halló que casi el 90% de las toallas de baño estaban contaminadas con bacterias coliformes y alrededor del 14% portaban E. coli. Su investigación también encontró estas bacterias en las toallas de mano de la cocina, y el número de E. coli se relacionó con la frecuencia con que se lavaban estas prendas de uso común.
El problema, señala Gerba, es que muchas personas no se lavan las manos a fondo y entonces, cuando se secan con la toalla (compartida por toda la familia) están depositando las bacterias en un lugar donde luego crecerán. "Después de dos días, si se seca la cara con una toalla de mano, es probable que esté recibiendo más E. coli que si introduce la cabeza en un inodoro", señala Gerba.
La mejor manera de protegerse es lavar las toallas de la cocina y del baño muy a menudo: después de unos dos días de uso, hay que reemplazarlas, dice Gerba, sobre todo si tienes niños pequeños en la casa. Y no con cualquier lavado. Las bacterias pueden sobrevivir con el detergente regular, por lo que el uso de agua caliente y un producto con blanqueador de oxígeno activo, es lo mejor para limpiar las toallas completamente. Y otra cosa muy importante: asegurarse de que sequen completamente y en un ambiente abierto.
Cómo evitar el mal olor
Al absorber parte del vapor que se genera en el baño, las toallas se impregnan de bacterias, células muertas y otras partículas. Además, al atraer la humedad pueden provocar la generación de hongos y en consecuencia, despiden mal olor.
Es tan importante la limpieza de la toalla con la que te sacas de la ducha, que debes considerar que las bacterias que limpias de tu cuerpo, se quedan en ella, y en el siguiente secado, éstas podrían regresar a tu organismo.
Para evitar un foco de infección, el microbiólogo y patólogo de la Universidad de Nueva York, Philip Tierno, aconseja utilizar las toallas de mano como máximo, tres veces para después meterlas a la lavadora. Y los toallones de ducha, quizá deberían ir a la lavadora después de cada uso.